El Salvador: de la violencia a la crisis de desplazados
Organismos internacionales estiman en 280,000 las personas las desplazadas forzosamente
SAN SALVADOR-.
“En la medida que van creciendo los niveles de violencia en nuestros países centroamericanos, se van estancando los niveles estadísticos de las persona que migran irregularmente por razones económicas y de reunificación familiar y va creciendo cada vez más alarmante el número de personas que dicen: tuve que huir de mi país para salvar mi vida y si soy deportado, si soy retornado estoy en riesgo en mi integridad y en mi vida”, afirmó en entrevista con La Opinión, activista en derechos humanos y experta en asunto de migración, la salvadoreña Celia Medrano.
Sorprende mucho, pero la historia de una Centroamérica en conflictos se repite a una distancia de dos décadas, cuando hubo guerras civiles entre los años de 1970 y 1990. En la actualidad el centro neurálgico no está situado en una Nicaragua revolucionaria, sino en el conocido Triángulo Norte de Centroamérica, integrado por Honduras, Guatemala y El Salvador, calificado por analistas estadounidenses y por agencias de las Naciones Unidas (ONU), como la zona más letal del globo terráqueo.
Medrano, quien fue hace dos años la Cónsul de El Salvador en Washington y en la actualidad es una de las figuras de la Mesa de Sociedad Civil sobre Desplazamiento Forzado de Víctimas de Violencia y Crimen Organizado, reveló que sólo en El Salvador en 2014 se registraron 280 mil personas desplazadas a causa de la criminalidad y la violencia en general que agobia a esta pequeña nación centroamericana, con 6 millones de habitantes.
No duda en asegurar que la migración hacia Estados Unidos, Canadá, Europa y hacia los países vecinos de el Salvador, tiende a incrementarse por causa de la violencia que se vive en el Triángulo Norte.
“Estamos viendo el incremento de casos concretos, de personas y de familias completas que se ven obligadas a salir de sus viviendas porque son amenazados por grupos vinculados con crimen organizado, entre ellos pandillas, y últimamente de una manera más preocupantes, también desplazamientos por acciones de instancias vinculadas a la Policía Nacional Civil (PNC) y a la Fuerza Armada (FAES)”, afirma Medrano.
¿Qué cifras tienen de este fenómeno?
“Estamos hablando de acuerdo a estudios, por ejemplo, del Consejo Internacional para los Refugiados de Noruega, de una cifra de 280 mil personas en 2014”.
¿Desde cuándo se está dando este fenómeno social?
“Según la Mesa de Sociedad Civil sobre Desplazamiento Forzado de Víctimas de Violencia y Crimen Organizado, conformados por 12 organizaciones, se viene percibiendo esta situación desde los últimos tres o cuatro años. Nuestras organizaciones como el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA) y Cáritas, habían dado asistencia allá por 2013, un caso a la semana. Ahora, en 2015, estamos viendo alrededor de cinco, seis, siete casos a la semana; el incrementos de esta situación es alarmante”.
¿Cómo lo están afrontando?
“Las directrices sobre desplazamiento interno según la ONU plantean tres etapas fundamentales: la ayuda de emergencia humanitaria, inmediata; un lugar donde poder dormir, donde estar un tiempo, darle paz temporal a las familias. Un segundo nivel, es la reubicación de las familias en otras alternativas; y el tercero, a largo plazo, es generar las condiciones que permitan que este grupo pueda retornar a sus localidades de origen, al menos garantizando que haya minimizado las condiciones de violencia generalizada que los obligaron a salir. La sociedad civil no puede asumir una cantidad de situaciones como estas, por eso se ha insistido que el gobierno de El Salvador reconozca que existe en este país desplazamiento interno, y después, al no encontrar respuesta se convierte en desplazamiento forzado”.
¿Cómo se entrelaza este fenómeno con lo que ocurrió durante la guerra civil?
“El drama humano es el mismo, no podemos hablar de un conflicto interno con fuerzas irregulares confrontadas, con poderes armados, con motivaciones de alcanzar el poder por razones ideológicas o políticas, pero el drama humano es el mismo. Es increíble que organismo internacionales como el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), la Cruz Roja Internacional (CICR) y la Organización Internacional para las Migraciones se ven obligadas a reformularse en sus mismos principios de derecho internacional humanitario para poder explicar su necesaria su intervención en el Triángulo Norte de Centroamérica”.
El drama humano, ¿qué nos dice actualmente?
“Estamos hablando de personas desaparecidas; están los asesinatos; familias enteras que huyen para salvaguardar sus vidas, estamos hablando de poderes fácticos relacionados con crimen organizado que tienen control territorial, autoridad en muchos territorios que controlan. Muchas familias que viven en estos territorios no consideran a la policía, al párroco de la Iglesia o al alcalde como la autoridad a la cual puedan recurrir para resolver a algún tipo de conflicto, sino que ya reconocen que es el líder del grupo pandilleril que controla la zona en la que residen a la que tiene que recurrir para resolver problemas”.
¿Este fenómeno se está dando en Guatemala y Honduras también?
“Si, se está dando en Guatemala y Honduras, pero afecta toda Centroamérica. Si bien Guatemala, Honduras y El Salvador viven la situación de control territorial y de desplazamiento interno, éste se convierte -al no encontrar respuesta en las autoridades estatales- en migración forzada. Son éxodos de personas que se mueven hacia Estados Unidos, como principal destino, pero también está buscando protección internacional en Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Belice”.