El acoso a los inquilinos tiene que terminar

Al principio, no me di cuenta de que lo que estaba sucediendo en mi edificio era una forma de acoso

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Crédito: Mariela Lombard | El Diario

He vivido en el 210 Rivington Street durante los últimos 22 años, con mis padres y con mi hijo de 17 años. La constante construcción ilegal en mi edificio afectó mi bienestar y el bienestar de mi familia, pero sin otras opciones nos vimos obligados a soportar estas condiciones peligrosas diariamente.

La construcción ilegal, la exposición al plomo, y la falta de servicios básicos fueron algunas de las muchas formas de acoso que mi antiguo casero, Samy Mahfar, utilizó para tratar de desalojarme a mí y a mis vecinos. Cuando comenzó la construcción, el edificio era una zona de polvo, lleno de basura y desorden. No había aire limpio para respirar, no había escapatoria. A causa de este polvo, mi hijo sufrió dos ataques de asma y tuvo que ser llevado a la sala de emergencias.

También estuve muy enferma durante un mes con una tos que no se curaba, porque mi apartamento estaba sin calefacción durante el período de construcción, y en la temporada más fría del año con temperaturas debajo de 10 grados. El Sr. Mahfar sabía de este problema, sin embargo, nunca trató de arreglarlo. Sus principales prioridades eran para renovar los apartamentos vacíos en el edificio.

En numerosas ocasiones, los representantes del casero me trataron de presionar para mudarme a otro condado o a otro edificio, lo que causaría que yo perdiera mi apartamento asequible, encontrar un nuevo trabajo o viajar más de una hora al trabajo, lo que hubiera causado que perdiera la comunidad que he llegado a amar. Esta conversación ocurrió más veces de las que puede contar y nunca acepté. Así que las tácticas de miedo continuaron.

Cuando el propietario decidió convertir mi estufa de gas a una estufa eléctrica, me dejaron sin gas durante un mes y no pude cocinar en mi casa, lo que causó que gastara dinero que no tenía en restaurantes. Tenga en cuenta, no es sólo mi apartamento el que estuvo en peligro, fue el edificio entero.

Un grupo de inquilinos de 210 Rivington Street pidieron que el polvo de la construcción fuera examinado para ver si tenía plomo o químicos tóxicos. No sólo se descubrió que si tenía plomo, también se descubrió que el edificio tenía tres veces el nivel legal permitido. Estábamos viviendo en este ambiente tóxico, todo porque el propietario quería que nos mudáramos, para él poder cobrarles a otras personas una renta más alta. Esto era codicia como nunca he visto antes.

Al principio, no me di cuenta de que lo que estaba sucediendo en mi edificio era una forma de acoso. Si no hubiera sido por los grupos comunitarios como el Comité de Cooper Square y los abogados de los Intereses Públicos de New York y Centro de Justica Urbana, que tomaron en serio nuestras preocupaciones, me hubiera quedado en la oscuridad acerca de mis derechos. Con su ayuda, mis vecinos y yo nos hemos organizado y hemos llevado al Sr. Mahfar a los tribunales.

Alianza para la Seguridad de Inquilinos, una coalición de organizaciones que luchan por los derechos de los inquilinos, ha estado trabajando durante muchos meses para ayudar a proteger a los inquilinos como yo en contra del uso de la construcción negligente como acoso. Esta coalición es necesaria. Tenemos que trabajar con el Departamento de Edificios y la ciudad de Nueva York para asegurar que los inquilinos como yo estén bien protegidos contra la codicia y la manipulación de los caseros.

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