El Papa Francisco aboga por los inmigrantes ante un Congreso que evade la reforma migratoria  

No los traten como números dice a los legislados

El Papa Francisco se dirige el Congreso en pleno de EEUU.

El Papa Francisco se dirige el Congreso en pleno de EEUU. Crédito: Getty

Washington.- En un histórico discurso ante el Congreso, el Papa Francisco urgió este jueves una solución “humana” al problema de los inmigrantes indocumentados en EEUU, ante el mismo Legislativo que durante años les ha negado una reforma migratoria.

El Papa fue recibido con una ovación en un hacinado Capitolio donde emitió un discurso centrado en temas como el extremismo ideológico, la inmigración, la abolición de la pena de muerte, el combate a la pobreza y el cambio climático, el deshielo entre EEUU y Cuba, el lucrativo tráfico de armas letales y la defensa de las familias.

Personas, no números

Como hijo de inmigrantes de este “gran continente”, el Papa urgió con claridad y contundencia al Congreso a que vea a los inmigrantes como “personas” con historias propias y busque una solución “humana” al problema de la inmigración ilegal.

“No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna”, afirmó el Sumo Pontífice provocando aplausos.

“Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: ´Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes´”, enfatizó el Papa Francisco, cuyo discurso tuvo numerosas referencias biblícas.

En la arena internacional, el Papa no mencionó a Cuba por nombre pero sí aludió al deshielo entre los gobiernos de Washington y La Habana, iniciado en diciembre pasado y hecho posible por su intercesión.

¿Y mañana qué?

Si bien los grupos proinmigrantes describieron el discurso como un “bálsamo” para  los indocumentados, la interrogante es si el Congreso acatará el llamado del Papa para una reforma migratoria, como la que aprobó el Senado en 2013 y que quedó sepultada en la Cámara de Representantes.

“La dignidad humana es una característica universal de la que no debemos ser privados si somos forzados a abandonar nuestros hogares o cruzar fronteras para la seguridad”, dijo Andrea Cristina Mercado, copresidenta  “We Belong Together”, el grupo que organizó una peregrinación de 100 mujeres desde Pensilvania hacia Washington para la visita papal.

Cincuenta de las mujeres que hicieron el recorrido de 100 millas, entre ellas la activista mexicana Juana Flores, fueron invitadas por los congresistas a presenciar el discurso en pantalla gigante afuera del Capitolio.

El legislador demócrata por California, Xavier Becerra, dijo a este diario que confía en que el discurso tendrá un impacto en el Congreso, donde ahora impera la polarización.

“El Papa nos está dando a todos un buen ejemplo, abordando asuntos importantes para la humanidad, como el cambio climático, un trato digno a los inmigrantes y oportunidades para la prosperidad. Creo que, seamos demócratas o republicanos, tenemos la obligación de acatar su llamado a trabajar en armonía”,  afirmó Becerra.

En ese sentido, la presidenta del Caucus Hispano del Congreso, Linda Sánchez, dijo que el llamado del Papa ofrece una oportunidad de trabajar conjuntamente y vivir el credo nacional como “tierra de los libres y patria de los valientes”.

Otro baño de multitudes

Tras su discurso ante el Congreso, el Papa Francisco se detuvo brevemente frente a la estatua del ahora canonizado misionero español, Junípero Serra, una de decenas de estatuas que adornan los pasillos del Capitolio y que son representativos de cada estado.

Posteriormente, el Papa saludó desde un balcón a las aproximadamente 50,000 personas que lo vieron en pantalla gigante afuera del Capitolio y, hablando en español, se dirigió “a las personas más importantes que están acá, los niños”.

Entre el público hubo estudiantes que provienen de familias pobres en colegios católicos de la capital estadounidense, incluyendo cuatro hispanos invitados por el presidente de la Cámara Baja, el republicano John Boehner.

Milady Cárcamo, estudiante de cuarto grado de la Escuela Sagrado Corazón, nunca había visto a un Papa “en la vida real” y dijo en un ensayo sentir inspiración porque el Papa “es bueno, valiente y se interesa por los demás”.

Un Papa solidario

El Papa, que desde 2013 ha predicado un mensaje de solidaridad y compasión con los pobres y marginados, optó por pasar el resto de su estancia en Washington almorzando con indigentes y familias inmigrantes que reciben servicios de Caridades Católicas, una organización de la archidiócesis de Washington, en la Iglesia San Patricio, no muy lejos del Capitolio.

Para John Carr, analista de la Universidad de Georgetown, ese gesto es consecuente con la figura del Papa.

“Sus prioridades no son las de Washington… él se siente más cómodo en los barrios pobres de Argentina que en los corredores del poder”, afirmó.

La tercera es la vencida

Boehner, de fe católica, había invitó antes al Papa Juan Pablo II en 1994, cuando llevaba apenas cuatro años como legislador, luego a Benedicto XVI, pero fue Francisco el único que aceptó su invitación.

Ningún congresista o presidente de la Cámara Baja había logrado la hazaña de hoy.

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