“¿Tienes armas en la casa?”

La pregunta que los padres estadounidenses odian hacer

Al menos dos niños murieron esta semana en Estados Unidos por balas disparadas por otros niños. Y eso no es raro. Para los padres estadounidenses, las preguntas relacionadas con la seguridad de armas de fuego se están volviendo de rigor antes de acordar que sus hijos vayan a jugar con sus amiguitos a otras casas, como cuenta la corresponsal de la BBC Kate Dailey.

Cuando mi hijo tenía 4 meses y había llegado la hora de retornar al trabajo, mi marido y yo teníamos la esperanza de conocer a alguna pareja que viviera cerca para compartir el costo de las niñeras de tiempo completo.

Tras algunos intentos fallidos, finalmente fuimos a cenar con una familia simpática que vivía en la misma cuadra.

Su hijo había nacido un día antes que el nuestro, sus horarios eran compatibles y sus expectativas, similares.

Para la hora del café, todo parecía positivo.

Quedaba apenas un asunto por discutir.

Sólo para que sepan: nosotros no tenemos armas“, dije.

La expresión de la madre fue de alivio. “¡Nosotros tampoco!”, exclamó.
Fue la primera vez que tuve que hablar de armas para resguardar la seguridad de mi hijo, pero no la última.

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Mejor preguntar

Ahora mi hijo tiene 2 años y ha tenido pocas oportunidades de ir a ningún lado sin que mi esposo o yo lo acompañemos.

Sin embargo, siempre he planeado preguntarle a los padres que lo inviten a jugar a sus casas sobre las armas.

Me parece muy arriesgado no hacerlo.

Casi todas las semanas en Estados Unidos uno escucha noticias de niños que reciben balazos mientras juegan con pistolas o que encuentran armas en cualquier cajón.

Una vez, le hice la pregunta a una madre que ofreció quedarse con mi hijo en su casa. Fue incómodo. Me dijo que no, pero fue obvio que le chocó que yo le preguntara eso.

Descabellado

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A mis colegas internacionales, esto les parece descabellado, pero para algunos padres estadounidenses, es cuestión de rutina.

Yo siempre pregunto dos cosas: ¿tienes armas en la casa? y ¿tienes filtros en internet?”, me dice Kate Lacroix, madre de una chica de 11 años de edad.

“Las respuestas que recibo son muy interesantes. Pero la mayoría de la gente me dice que nunca le habían preguntado eso antes”.

En las ocasiones en las que la respuesta ha sido afirmativa, les pregunta si las pistolas están cargadas y dónde están guardadas.

Y todas la veces, su hija no sabe dónde esconderse de la vergüenza.

En caja fuerte

Varios padres que se preocupan por averiguar cuentan que a ellos nunca se los han preguntado.
Aunque hay un contingente muy vocal de personas que piensan que es buena idea asegurarse de que los menores no estén cerca de armas, de ninguna manera es una tendencia nacional.

A veces es difícil saber si preguntar realmente protege a los niños o si uno sencillamente es un padre sobreprotector.

Al menos me consuela el hecho de que mis amigos que sí tienen armas son igual de rigurosos, y hasta más.

Uno de ellos es entusiasta de la cacería y me dijo que él lo traía a colación cada vez que sus mellizos iban a quedarse en otra casa.

“Si me contestan ‘sí’, no quiere decir que no pueden ir, pero necesito saber dónde y cómo tienen guardadas las armas. Sólo si me aseguran que están en una caja fuerte, considero aceptable que mis hijos vayan a esa casa“, me escribió por email.

Vergüenza

Mi amigo Adam Weinstein es uno de los editores de The Trace, un sitio de periodismo investigativo sin ánimo de lucro que se enfoca en la política de armas. Además, es dueño de una pistola y padre.

“Es una situación delicada pues la mayoría de la gente que posee armas no quiere decirlo públicamente, particularmente si están en casa, y todo el mundo tiende a pensar que es el padre o el dueño de armas más cuidadoso o más listo. Uno tiene que tratar de que suene como algo casual al hablar del tema”.

Ciertamente, la pregunta “¿tienes armas?” contiene una opinión implícita en EEUU. Y las que siguen, cuestionan al interlocutor: ¿mantienes las pistolas en un lugar seguro? ¿eres una amenaza para mi hijo?

No son preguntas fáciles, pero en un país en el que uno de cada tres ciudadanos posee armas y hay más pistolas que gente, pasar por vergüenzas es más fácil que imaginarse lo peor.

“Yo soy una de esas madres raras que sí pregunta”, dice mi amiga Farnoosh Torabi. “Si para el otro padre es incómodo, supongo que es porque no le ha prestado atención a lo que pasa en donde vive”.

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