Dinero que corrompe

Las sumas ilimitadas donadas a las campañas políticas y la influencia abierta y sin precedentes de quienes las invierten en este ciclo electoral, dan por tierra con el balance democrático que presume que a cada persona un voto.
Tan solo 158 familias, como revela el New York Times, proveen casi la mitad de las sumas requeridas para llegar a la Casa Blanca. Otros donan fondos de manera anónima a través del llamado “dinero oscuro”: organizaciones 501(c)4 que entregan el dinero a Comités de Acción Política, los que pueden “ayudar” a los candidatos con sumas ilimitadas.
Nadie, salvo ellos y sus beneficiarios, saben la verdad.
Faltando 13 meses para los comicios, ya hay centenares de millones de estos dólares en las campañas.
Uno de los candidatos con el 1% de preferencia en las encuestas, tiene su fondo electoral -donde simpatizantes reales pueden donar un máximo de $2,700- vacío, pero nueve millones en una cuenta de donantes anónimos. Todos los demás, con una excepción, también buscan y dependen de ese tipo de apoyo.
Los donantes esperan beneficiarse de la victoria de “su” candidato. En pocos casos su interés es ideológico; generalmente está en inversiones federales o en la anulación de regulaciones o impuestos correspondientes a su campo de acción: extracción petrolífera; casinos; fondos de cobertura (hedge funds); comercio exterior.
El 85% de estas familias, por conveniencia, donan a los republicanos.
“Apoyamos a los republicanos porque nos llevan al abismo a solo 70 millas por hora, y los demócratas a 100 millas por hora”. Lo dijo Charles Koch, quien prometió donar 300 millones de dólares tras elegir a su candidato.
Dos tercios de los estadounidenses favorecen mayores impuestos para quienes ganan $1 millón o más por año, y la misma proporción se opone a eliminar Medicare y el Social Security. Pero los beneficiados por la generosidad multimillonaria quieren lo contrario.
El “dinero oscuro” y las donaciones ilimitadas inundan el sistema y fortalecen posiciones controversiales y no populares.
Existe una probabilidad concreta que el próximo presidente de Estados Unidos deba su elección al dinero de un manojo de personas que, como en el casino, apostaron por él o ella.
En la práctica sería un golpe terrible a la democracia estadounidense, y un espaldarazo a la oligarquía.
Debemos tomar en cuenta esto a la hora de votar.

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