Fabrice Muamba: carta del futbolista que murió y volvió a vivir el mismo día

Fue una imagen que conmocionó el mundo del fútbol y trascendió el campo de juego

El futbolista Fabrice Muamba yacía desplomado, “clínicamente muerto”, durante un partido de su equipo, el Bolton Wanderers, en el estadio del club Tottenham Hotspur, White Hart Lane.

Para Muamba, ahora exjugador, fue un día que no desea olvidar y que desde entonces se encarga de recordar, en especial para agradecer el cuerpo médico que lo atendió durante los 78 minutos en los que su corazón dejó de funcionar.

Y sobre todo para resaltar el invento que salvó su vida y que desde hace 50 años lo ha hecho con millones de personas alrededor del mundo: el desfibrilador portátil.

En honor a su creador, Frank Pantridge, es que Muamba contó paso a paso lo que ocurrió aquella tarde lluviosa del 17 de marzo de 2012. A continuación, su texto

La carta de Muamba

Fue el partido más importante de mi carrera. Los cuartos de final de la Copa de la Asociación Inglesa de fútbol (FA Cup, en inglés). Recuerdo haber fallado una ocasión en el juego. Cuando regresaba a mi posición, sin nadie a mi alrededor, de repente comencé a sentirme muy mareado. Y me desplomé.

No hubo dolor, nada que me previniera. Simplemente pasó. No recuerdo nada de lo que ocurrió después.

Más adelante, supe que mi corazón se detuvo durante 78 minutos. Lo que sufrí se conoce como un paro cardiorrespiratorio.

Tuve mucha suerte de recibir atención médica de inmediato. Fue crucial que había un desfibrilador portátil a la mano, que fue lo que me salvó la vida.

Muamba creció vistiendo la camiseta de la selección de Inglaterra en todas sus categorías inferiores hasta el combinado sub21.

Recibí una reanimación cardiopulmonar en el terreno de juego mientras los aficionados, incluidos los hinchas de Tottenham, corearon mi nombre. En el campo recibí las dos primeras descargas eléctricas del desfibrilador.

También tuve suerte que un aficionado de los Spurs en la grada era un cardiólogo y entró al campo para ayudar. Me trasladaron hacia los vestuarios y me dieron otra descarga.

El partido se detuvo y fui llevado en ambulancia al hospital del tórax, fue un trayecto muy difícil en la ambulancia. Recibí otras 12 descargas eléctricas, una cantidad considerable para un período de tiempo tan corto. Es increíble que mi cuerpo haya podido resistir.

Cuando llegamos al hospital me llevaron directamente al quirófano, donde me pusieron un catéter más grande en mi vena, me dieron más descargas eléctricas y medicamentos. 78 minutos después que desfallecí mi corazón comenzó a funcionar otra vez y recuperé el conocimiento.

Regresé al estadio White Hart Lane para ver el lugar en el que colapsé. Fue un momento muy difícil y emocional porque en ese lugar fue donde mis sueños fueron borrados al tener que retirarme del fútbol profesional a los 24 años de edad.

Pero estoy agradecido a Dios que todavía estoy aquí y me sigue sorprendiendo que me fui por tanto tiempo y pude regresar. También al increíble cuerpo médico que me ayudó y a Frank Pantridge, ya que si no hubiera sido por su invento, el desfibrilador portátil, yo no estaría aquí.

El regreso de Muamba

Acción inmediata

Frank Pantridge es conocido como el “padre de la medicina de urgencia”.

Los desfibriladores han cambiado de forma y tamaño desde el primero que entró en funcionamiento en 1966.

Tras regresar de la Segunda Guerra Mundial, ya en los años 50, Pantridge se percató que la mayor causa de muerte de las personas que sufrían un paro cardiorrespiratorio, interrupción del ritmo cardiaco, problema que podía corregirse con la aplicación de una descarga eléctrica breve sobre el pecho.

Para el doctor nacido en Belfast, Irlanda del Norte, era necesario que esa intervención ocurriera cuando se sufría el paro, sea en la casa, en la oficina o en lugar público. Pero hasta ese momento los desfibriladores sólo se encontraban en centros sanitarios ya que requerían estar conectados a la electricidad.

Fue cuando en 1965 Pantridge inventó el primer desfibrilador portátil, que operaba con baterías de automóviles, el cual instaló en una ambulancia que operó por primera vez en enero de 1966.

Desde que se retiró del fútbol, Muamba ha estado activamente promoviendo la presencia de desfibriladores en lugares públicos.

Ese equipo “portable” pesaba unos 70 kilogramos, pero luego refinó su modelo ayudado por la NASA hasta reducir su tamaño y peso. Hoy en día un desfibrilador portátil pesa tan sólo 3 kilogramos.

La trascendencia del invento es que las chances de sobrevivir de una persona que sufre de un paro cardiorrespiratorio se reducen en un 10% por cada minuto que pasa sin recibir reanimación cardiopulmonar y descargas de un desfibrilador.

Muamba es testigo de ello.

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