La estrella verde de Benicio del Toro
El actor de origen puertorriqueño por primera vez es vocero de una marca: Heineken
Benicio del Toro grabó los comerciales el diciembre pasado en Barcelona. Crédito: Robert Marquardt | Getty Images
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Si a Freddy Heineken le hubieran dicho en 1941 que 75 años después un puertorriqueño sería la imagen internacional de la cervecera de su familia, quizá no lo creería. Pero seguramente él tuvo la “culpa”.
Aquel año, un joven de 17 años nieto del fundador de Heineken comenzó una carrera profesional que llevaría a la empresa a tener presencia en 192 países –la ONU tiene 193 estados miembros-y a convertirse en la tercera productora mundial de cerveza, dirigida ahora por su hija Charlene.
En un viaje a Estados Unidos Freddy descubrió el poder del marketing y la publicidad, y vio claro el futuro de la empresa familiar, que hasta ese momento confiaba que simplemente la calidad de su cerveza era suficiente para conquistar mercados.
Freddy fue presidente de Heineken de 1971 a 1989, años de mayor expansión internacional de la marca, hoy conocida por innovadoras campañas publicitarias que han convertido a Heineken en la cerveza lager “premium” más vendida del mundo.
En su última campaña la marca ha recurrido a una estrella que también cruza fronteras. Benicio del Toro nació en Puerto Rico, pero tiene también nacionalidad española y construyó su carrera actoral entre Nueva York y Hollywood, como papeles de diferentes nacionalidades. Su elección como imagen de la campaña More Behind the Star (Más detrás de la estrella) no es una casualidad. Es la primera vez que Del Toro es vocero de una marca.
Pero a su lado en los comerciales podrán ver una cara hasta ahora desconocida, pero clave en Heineken, la de Willem van Waesberghe, maestro cervecero encargado de que una Heineken tenga el mismo sabor en Amsterdam, ciudad donde se fundó la compañía en 1864, en Nueva York o en Japón.
“La nueva campaña les habla a los consumidores de nuestra tradición cervecera y se enfoca en los ingredientes de calidad que garantizan que el gran sabor de Heineken sea el mismo en todo el mundo”, comentó Van Waesberghe. “Desde nuestros comienzos modestos hasta nuestra presencia global actual, una constante clave no ha cambiado: la receta original”.
Van Waesberghe y Del Toro grabaron en Barcelona los comerciales que son la base de una campaña que arranca ahora en Estados Unidos y llegará a otros 70 mercados a nivel mundial. Los anuncios buscan conectar con el público a través del humor, en inglés y en español, comparando que hay detrás del estatus de “estrella” que tiene el actor.
“Cada vez más los consumidores quieren saber qué pasa detrás de escena en todos los aspectos de la vida de las estrellas”, comentó Ralph Rijks, vicepresidente de Heineken. “Esto incluye la cerveza que eligen”.
Ese “detrás de escena” es para Heineken la historia de su marca y el proceso de elaboración de su cerveza.
Heineken empezó como una cervecera local de Amsterdam, Holanda, en 1864, cuando Gerard Adriaan Heineken compró una pequeña fábrica de cerveza. Hijo de comerciantes que se dedicaban al queso, Gerard Adriaan soñaba con producir una cerveza lager clara, consistente, diferente a las que se podían beber en Amsterdam en aquel momento.
Tras la compra de esa pequeña fábrica, lo primero que hizo fue construir una nueva planta a las afueras de la ciudad. En esa planta -con sucesivas renovaciones en un lugar que hoy es el centro de Amsterdam-, se produjo cerveza durante más de 100 años, hasta los años 80 del siglo pasado, cuando el edificio quedó para oficinas, el archivo y la actual “Heineken Experience”, un mini parque temático de la marca.
La botella verde
A finales del siglo XIX la idea de exportar cerveza no estaba en la cabeza de nadie, ya que se consideraba un producto local, con fábricas en cada ciudad. Para abrir mercado era necesario diferenciarse pero, ¿cómo?
En aquel momento, todas las botellas de cerveza eran marrones. Heineken quiso ofrecer un nuevo producto con su botella verde, simbolizando la frescura de su cerveza, aunque viniera de otro país. Uno de los primeros lugares a donde llegó la botella verde fue al célebre Folies Bergère de París. Más tarde, al lujoso Waldorf Astoria de Nueva York.
Pero precisamente ese elemento distintivo ha sido uno de los mayores quebraderos de la marca durante toda su historia. La cerveza, que al final no es más que cebada, lúpulo, levadura y agua, se conserva mejor si no recibe luz directa. Por eso tradicionalmente las botellas son marrón oscuras. El cristal verde claro no ayuda para conservar la calidad, por lo que las botellas en la fábrica inmediatamente se empaquetan en cajas de cartón que las protegen de la luz.
El verde sigue siendo hoy el color insignia de una marca que con su última campaña busca abrirse al público contando su historia y sus orígenes.
