Clinton y Sanders prometen no deportar a niños indocumentados e inmigrantes sin antecedentes penales

En el primer debate tras las primarias de Michigan, ambos intercambian duros ataques sobre su pasadas posturas sobre inmigración, y sus propuestas de gobierno

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Crédito: GASTON DE CARDENAS | AFP/Getty Images

WASHINGTON.- En aras de captar el voto hispano, Hillary Clinton y Bernie Sanders prometieron este miércoles que, de llegar a la Casa Blanca,  no deportarán a niños ni a inmigrantes indocumentados sin antecedentes criminales, pero se lanzaron duros ataques sobre sus pasadas posturas sobre inmigración, y Wall Street, entre otros temas.

“No deportaré a niños”, prometió Clinton, durante un debate de dos horas en el Miami-Dade College en Miami (Florida), tras explicar sus pasadas posturas en inmigración.

“De las personas indocumentadas que están viviendo en nuestro país, no quiero verlas deportadas.  Quiero verlas en una vía hacia la ciudadanía”, explicó Clinton, al enfatizar que dará prioridad a la deportación de “criminales violentos”.

Sin citar al presidente Barack Obama por nombre, Clinton añadió: “No tengo la misma política que tiene la actual Administración”.

Sanders también hizo esa promesa, y afirmó que Obama “está equivocado en este asunto de las deportaciones”.

Durante un tenso intercambio con Clinton, volvió a defender su voto en contra de la fallida reforma migratoria en 2007, que incluía un controvertido programa de “trabajadores huéspedes”,  y criticó las acusaciones de Clinton de que él apoyó en su momento a los activistas “Minutemen” que pretendían atrapar a indocumentados en la frontera sur.

“No, no apoyo a vigilantes -esa es una declaración horrenda, injusta. Señora secretaria (de Estado), pondré mi historial contra el suyo cualquier día de la semana”, la retó Sanders, quien más adelante se sumó a las críticas de Clinton contra la retórica anti-inmigrante del magnate empresarial, Donald Trump.

Clinton también recibió una serie de duras preguntas y, por ejemplo,  defendió su voto a favor de la construcción de un muro en la frontera sur, asegurando que la frontera está más segura y es hora de poner en marcha de una reforma migratoria.

Fue el primer cara a cara entre ambos desde la sorpresiva victoria de Sanders ayer en Michigan, donde la economía y el impacto de los tratados comerciales jugaron un papel dominante.  Para explicar su derrota, Clinton dijo que fue una contienda “muy reñida” en la que ganó en Mississippi.

El debate no arrojó novedades sino que puso de relieve los contrastes entre ambos precandidatos: Sanders continuó sus ataques contra Wall Street, mientras que Clinton reiteró su promesa de tomar medidas para “romper las barreras” que impiden el avance social de las minorías.

El momento más emotivo de la noche fue cuando Lucía Quiej, una inmigrante guatemalteca en el público, madre de cinco hijos y cuyo esposo fue deportado hace tres años, preguntó a ambos precandidatos con la ayuda de un moderador qué harían para frenar las deportaciones. Clinton y Sanders prometieron luchar por la reunificación familiar, mientras Lucía escuchaba sus respuestas.

Más adelante, Clinton también se puso a la defensiva al explicar su uso de un servidor personal para sus correos electrónicos, e insistió en que no hubo ningún intercambio de material secreto -el material fue clasificado después-, y restó importancia a la investigación de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) sobre el asunto.

Preguntada por el periodista de Univisión, Jorge Ramos, sobre si abandonaría la contienda en caso de una acusación formal, Clinton, visiblemente molesta, fue contundente: “Oh, por Dios. Eso no va suceder.  No voy a contestar esa pregunta”.

Clinton tampoco contestó directamente a las presiones de Sanders de que, en aras de la transparencia, divulgue los discursos que realizó para Goldman Sachs, y por los que recibió pagos por $225,000 cada uno.

El debate, auspiciado por Univisión y The Washington Post, fue el segundo debate de esta semana y el último programado entre ambos rivales demócratas, y estuvo dominado por asuntos como las deportaciones, la fallida reforma migratoria, la creación de empleos, oportunidades educativas, la reforma de salud y, una y otra vez, la influencia de las corporaciones de Wall Street.

Cuba y Puerto Rico

Aunque ambos precandidatos coincidieron en su apoyo a la apertura hacia Cuba, y la reestructuración de la deuda de $73,000 millones en Puerto Rico, Sanders tambaleó en su respuesta a duras críticas de Clinton por sus pasados elogios, en  un video de 1985,  al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y al entonces presidente de Cuba, Fidel Castro.

Clinton afirmó que, en el caso de Cuba, no está de acuerdo con una “revolución de valores” que incluya la represión de disidentes o la desaparición de personas.

Sanders explicó que sus declaraciones de entonces, durante la presidencia de Ronald Reagan, fueron en el marco de su oposición a intervenciones militares de Estados Unidos para derrocar regímenes en América Latina, si bien expresó su deseo de que Cuba tenga una transición democrática.

Conocido por sus ideas izquierdistas, Sanders no ofreció disculpas por sus declaraciones pasadas -lo que para muchos es señal de su “autenticidad”-, pero el consenso entre los analistas es que eso podría perjudicarlo en las primarias de Florida, donde vive un creciente número de inmigrantes provenientes de regímenes autoritarios.

La próxima semana, también los estados de Ohio, Missouri, Illinois, y Carolina del Norte tendrán primarias para ambos partidos, mientras que los republicanos tendrán además “asambleas populares” en las Islas Marianas.

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