Qué hacer ante los intentos de suicidio entre jóvenes latinas

El Congreso y las legislaturas estatales deben destinar más fondos

shutterstock_186739049

Crédito: Shutterstock

Este mes de julio se cumplen diez años desde que El Diario publicó una serie de notas sobre el triste tema de los intentos de suicidio entre las jóvenes hispanas. Las notas alertaron al público sobre este problema, e incluso generaron una editorial en el New York Times, “Las jóvenes latinas y un grito de ayuda”.

Datos recientes de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) muestran que, diez años después, poco ha cambiado: la tasa de intentos de suicidio entre las jóvenes hispanas sigue siendo el más alto de cualquier grupo étnico o racial en los EEUU.

En el 2015, las hispanas en las escuelas secundarias de todo el país tuvieron una tasa de intentos de suicidio de un 15.1 %, en comparación con una tasa de 10.2 por ciento entre afroamericanas, y una tasa de 9.8% entre blancas no hispanas. En el estado de Nueva York, las tasas son del 14.6% para adolescentes hispanas, 9.2% para adolescentes afroamericanas, y 8,6 por ciento para adolescentes blancas.

Dado que sabemos que un intento de suicidio engendra un segundo intento y posiblemente un tercero, el riesgo de muerte, graves daños físicos, o incapacidad física permanente es grande. Las perturbaciones psicológicas que crearon el problema no se evaporan sin tratamiento y acceso a servicios.

A pesar de treinta años de estudios de los CDC que muestran que este es un problema persistente y acuciante, nadie toma acción.
Lo lamentable es que sabemos porqué algunas adolescentes hispanas intentan suicidarse y otras con las mismas características no lo hacen.

La razón se encuentra en el choque entre la cultura de origen de los padres y la cultura muy diferente que enfrentan las hijas—una cultura norteamericana de ritmo rápido que proporciona vías de autoexpresión muy diferentes a las creencias tradicionales de sus padres. Otras adolescentes se enfrentan a brechas generacionales similares, pero para las hispanas los problemas se magnifican porque no parecen encajar en casa o fuera de ella.

¿Qué podemos hacer para enfrentar este problema? Primeramente, el Congreso y las legislaturas estatales deben financiar programas de salud mental no sólo para prevenir intentos de suicidio sino también para ayudar a los padres hispanos a comprender la situación de sus hijas adolescentes y desarrollar relaciones más sanas. Segundo, necesitamos también que una organización o una celebridad tome esta causa y se convierta en líder. Tercero, son también necesarias campañas de salud pública en los medios de comunicación y las redes sociales.

Las escuelas intermedias son los lugares donde implementar los programas de prevención, no las escuelas secundarias cuando ya es demasiado tarde. Los programas deben centrarse en la familia, la institución principal de las culturas latinas, en lugar de centrarse en el individuo, que corresponde más a la cultura norteamericana.

Hace una década, El Diario sacó a la luz un problema que atañe a nuestras jóvenes pero afecta a toda la comunidad hispana, y a todo el país. Para el 2050, una de cada cuatro mujeres en los Estados Unidos será hispana. Ellas serán las profesionales, las trabajadores, las madres de las generaciones futuras. Debemos asegurarnos hoy de hacer todo lo posible para proteger su futuro, y el nuestro.

(Luis H. Zayas es el decano de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Texas en Austin).

Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain