Trump atiza la ira de los blancos olvidados por la recuperación económica

La aparente fascinación de muchos votantes blancos con el candidato republicano refleja la ansiedad económica que han vivido durante décadas

WASHINGTON – El aspirante presidencial republicano, Donald Trump, ha prometido devolver el brillo a EEUU y crear millones de empleos si gana en noviembre, y aunque su plan carece de detalles, su mensaje populista encuentra eco entre millones de votantes blancos que han perdido la fe en el “Sueño Americano”.

En vez de ascender a la clase media mediante una educación universitaria y empleos bien remunerados, muchos dentro de este bloque electoral -llamados despectivamente “Hillbillies” o “cuellos rojos” (“rednecks”)- tienen una alta tasa de desempleo y, en el peor de los casos, afrontan extrema pobreza, drogadicción, alcoholismo y altas tasas de mortalidad, entre otros males sociales.

La ansiedad económica de ese subgrupo de votantes blancos de la clase trabajadora ha contribuido a que el mensaje populista de Trump, con promesas de salvación económica, encuentre eco entre éstos, que además se sienten traicionados y abandonados por el “establishment” político en Washington, según expertos consultados por este diario.

“No creo que sea solo la ansiedad económica sino también el sentir de que el país está cambiando, y (Trump) les promete regresar a un tiempo y lugar míticos en el que, según él, la gente tenía más seguridad económica”, explicó Angela Kelley, directora ejecutiva del Center for American Progress Action Fund.

En su narrativa de “nosotros contra ellos”, los latinos y los musulmanes amenazan la seguridad económica de los votantes blancos, señaló Kelley, también vicepresidenta senior del Center for American Progress (CAP).

El declive del sector manufacturero en EEUU, que durante décadas fue la escalera de ascenso social de estos trabajadores, se ha convertido también en arma electoral, y Trump ha prometido restablecerlo, aunque sin planes concretos.

Cuando los votantes acudan a las urnas “deben estudiar políticas razonadas, que no se apoyen en emociones… que estudien a cada candidato, a los asesores que los rodean, y las soluciones que ofrecen, no solamente un eslogan”, aconsejó Kelley.

“Lo que quieren oír”

Por su parte, Jamie Longazel, profesor de la Universidad de Dayton, dijo que Trump ha reconocido la ira de los votantes y les está diciendo “lo que quieren oír”, sin importar si es la verdad o si su plan es viable.

“Estos votantes quieren oír una explicación de sus problemas, de que las minorías son el problema y el Sueño Americano sigue siendo real”, dijo.

“También vemos el fenómeno de culpar al gobierno. Creo que muchos votantes blancos han abandonado su lucha por el Sueño Americano, y (Trump) les dice que ese sueño se ha desvanecido por demócratas corruptos”, agregó Longazel, investigador del Centro para Derechos Humanos de la Universidad de Dayton.

Longazel es autor del libro “Undocumented Fears”, que documenta la evolución de Hazleton (Pensilvania), una ciudad que atravesó una enorme crisis económica y ahora ha experimentado un “renacimiento” gracias a los inmigrantes latinos.

Según Longazel, ante la historia de racismo en el país, es importante que haya un diálogo nacional “robusto” sobre los factores de la economía mundial que obligan a miles a emigrar de América Latina a EEUU, y sobre el éxodo de fábricas estadounidenses en busca de mano de obra barata al exterior.

El peso de los votantes blancos

En 2012, los votantes blancos conformaron casi el 50% del electorado, y ahora Trump, y su rival demócrata, Hillary Clinton, cortejan su voto para los comicios del próximo 8 de noviembre.

Este año, varios libros han puesto bajo los reflectores las vivencias e incertidumbre de los votantes blancos. Trump se ha centrado en ellos más que Clinton. Por su parte, la campaña de la candidata demócrata ha querido afianzar el apoyo de la coalición de votantes jóvenes, mujeres, minorías, inmigrantes e independientes que respaldaron a Obama en 2008 y 2012.

Pero a menos de 66 días de las elecciones, la economía figura como uno de los temas dominantes de la contienda general, y los votantes blancos de la clase trabajadora conforman un codiciado bloque electoral, especialmente en estados clave como Wisconsin, Pensilvania, Michigan y Ohio.

El demócrata Bill Clinton ganó alrededor del 41% del voto de los blancos de la clase obrera en 1992 y 1996, pero el presidente Barack Obama sólo logró el 36% de ese bloque en su reelección en 2012.

Al igual que Trump ahora, los republicanos, en general, han impulsado una estrategia para conquistar a los votantes blancos, particularmente en el sur de EEUU, apelando a sus ansiedades y culpando a los demócratas por su declive.

En ese sentido, el reto para los demócratas que quieren afianzar el voto de los blancos es reconocer la realidad que muchos afrontan, pero con medidas concretas que contrarresten la narrativa de los republicanos, dijo Longazel.

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