Y en el cuarto año, acabó con sus deudas

La dominicana Rosaura Reynoso ha conseguido estabilizar su negocio y mira al futuro con ganas de expandirse

“Hay días que se me iban las fuerzas porque, a veces, ha venido momentos difíciles y tenía que decirme, voy a empezar como el primer día, cuando no tenía nada”.

Es así como resume la dominicada Rosaura Reynoso las dificultades que se ha encontrado en los casi tres años que han pasado desde que este diario publicó su historia de emprendedora. Entonces apenas daba los primeros pasos en su negocio.

El pasado sábado Reynoso celebró el cuarto aniversario de la apertura de Orquidea´s Beauty Salon en Crown Heights de Brooklyn, un barrio donde hay más afroamericanos y judios que latinos.

Pero Reynoso no solo ha pasado los tres primeros años críticos para un negocio mientras ha visto desapareceer algunos otros que vinieron tras el suyo sino que además está especialmente contenta porque ha conseguido quitarse un gran peso de encima: la deuda.

Esta mujer necesitó ayuda de organizaciones como Acción y su familia para poner en marcha su negocio. “Yo tenía apenas $50”. Y necesitaba mil veces más que eso para alquilar un local que tuvo que desescombrar cuando entró para empezar de cero, arreglarlo y poner en marcha un negocio en el que tiene contratadas a cuatro personas dos fijas y otras dos a tiempo parcial.

Rosaura Reynoso, propietaria de la Peluqueria Rosaura Orquidea en su salon de Crown Heights, Brooklyn. Foto Credito: Mariela Lombard / El Diario NY
Rosaura Reynoso, propietaria del salon Orquidea Crown Heights, Brooklyn./Mariela Lombard

¿Cómo ha conseguido devolver el dinero? Trabajando siete días a la semana, sin vacaciones, cobrando un sueldo modesto que no siempre lo ha podido llevarse a casa y teniendo “dolor en las manos y los pies hinchados”. Reconoce que ha habido meses que se daba cuenta apenas días antes de hacer pagos mensuales que estaba corta de fondos para hacer frente a todas sus facturas pero nunca ha perdido el optimismo. “Si tenemos un día malo, siempre pasa que el siguiente es bueno y llegamos”.

Cuando se le dice que la deuda no es necesariamente mala, pone mala cara, como si algo oliera mal para desestimar este pensamiento. A ella no le gusta deber dinero a pesar de que en su caso la inversión haya sido productiva. Es un peso que se ha quitado.

Es una mujer voluntariosa. Hace años venció un cáncer de páncreas y eso es definitivo para crear un optimismo a prueba de casi todo. “Hay días que estoy muy cansada pero cuando empiezo a trabajar se me olvida”.

Reynoso dice que puede llegar a atender una media de 60 personas al día. En su coqueto salón de peluquería tiene una zona que se cierra con una cortina para atender a mujeres de religion judia y musulmana que prefieren intimidad cuando les arreglan el cabello.

Otra de las razones que ha jugado de parte de esta mujer es que desde el primer día su negocio está basado en “tener un trato muy personalizado con la clientela”. “Yo trato a la gente con mucho amor”, dice. Y eso es algo que exige de sus empleados. No es algo en lo que profundice pero deja caer que “aún hay mucho racismo” en una comunidad multicultural, “yo no desprecio el pelo de nadie”.

“Hay empleados que van y vienen, he tenido buenas peluqueras pero además de eso quiero que traten bien a las clientes que muchas veces vienen aquí buscando paz”.

Ese trato ha convertido a Reynoso en una referencia en un barrio muy poco latino y de hecho los proveedores de productos la tienen como una referencia en la zona.

En estos años dice que ha aprendido mucho: personalizar más el trato al cliente, trabajar con el cabello de distintas razas, mejorar su técnica de tintes.

¿Y de administración de empresas? Reynoso responde con una mirada algo burlona. “Administrar yo no se, yo se de pelo”. Ha contado con el asesoramiento de Acción no solo para micropéstamos sino para establecer historial de crédito y de organizaciones como Start Small Think Big además de Olé.

Reynoso, preparaba el viernes su salon para celebrar su cuarto aniversario./ Mariela Lombard
Reynoso, preparaba el viernes su salon para celebrar su cuarto aniversario./ Mariela Lombard

Planes de futuro

Rosaura dice que este año quiere sentirse libre sin deuda porque esta le ha limitado al trabajar muchas horas, tratar de proveer para sus hijos (dos de ellos están estudiando en Francia)… Y quiere vivir sin esa pesadilla un año más.

Pero sigue soñando. En un año, cuando cunpla los cinco quiere abrir un segundo salón en Brooklyn. “Ahora se que puedo hacerlo” dice. Reconoce que tiene más confianza en sí misma que cuando comenzó. Soy dueña y trabajadora. Hay que conocer el negocio desde dentro, dice mostrando el primer asiento del salón como su “work station”. Pero ahora se ve con la capacidad de tener dos locales y formar a los empleados del segundo mientras supervisa el primero.

Pero eso son planes para dentro de un año. Este, que empezó para ella el sábado, quiere disfrutar con lo que sabe hacer bien, cuidar el pelo de sus fieles clientas

En esta nota

#Dominicana Brooklyn emprendedores empresarios
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain