Lydia Guzmán, boricua comprometida con la educación de los más pequeños

Tiene más de 25 años de experiencia como educadora y desde hace dos años coordina uno de los nueve PreK Centers del Distrito 20 que atiende a más de 1,200 familias

El escritorio de Lydia Guzmán Morales es el último, o más bien el primero, con una amplia vista a la calle y al resto de la oficina principal del PreK Center ubicado en la Bay 11th y 86th Street de Brooklyn. Ella es la coordinadora del recinto que antes ocupó una escuela de educación especial y que ha visto una rápida expansión en apenas dos años de funcionamiento.

Recibe a El Diario en el transcurso de la mañana donde se llevan a cabo las celebraciones del Día de la Madre y al comenzar a hablar sobre su trayectoria como educadora, Guzmán Morales no puede controlar la emoción al recordar a su propia madre, Rosa Guzmán, una inmigrante puertorriqueña que tuvo una vida muy dura pero asimismo le inculcó el valor de la educación.

La señora Guzmán llegó a Florida y luego se instaló en Nueva York siendo muy joven, a finales de los años 40, y se dedicó a trabajar en el sector de los restaurantes boricuas de Manhattan. Así fue como conoció a su futuro esposo, Félix Guzmán, quien era sobrino del dueño de uno de esos restaurantes.

“Mi papá era técnico de reparación de radios y se mudaron a Williamsburg, donde vivían muchos boricuas. Ahí nací yo en 1960”, recuerda la educadora.

Su padre murió de forma repentina en 1968 entonces su madre “tuvo que fajarse” para sacar el hogar adelante.

“Ella aprendió inglés y decidió ir a la escuela de belleza, hasta que sacó su licencia y criándome a la vez. Me recuerdo que ella me compraba enciclopedias, como podía me ayudaba y me enseñó que la educación es lo más importante para que mi vida fuera más fácil que la de ella”, añadió.

Lydia Guzmán junto a uno de sus pupilos.

Lydia tuvo la idea de estudiar pediatría y luego enfermería pero se dio cuenta que no traía para eso. Sacó un Bachillerato en Community Health Administration y comenzó a trabajar en un daycare como group teacher. Fue así como comenzó a estudiar una maestría en Early Childhood Education y fue contratada por el Departamento de Educación en 1989 para llenar una vacante en la escuela pública 183 (76 Riverdale Ave, Brooklyn) del Distrito 20, en una zona demográficamente distinta y bastante problemática.

Su esposo, Gilbert Morales, la apoyó en ese desafío. En 1994, poco después que naciera su hija Rebeca, fue nombrada Profesora del Año por el entonces Alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani.

“Era una época muy difícil, era difícil imponer disciplina. Yo vi chicos convertirse en padres… pero también asistí a funerales de chicos que fueron asesinados por las pandillas”, recuerda.

Por eso inscribió a su hija en una escuela pública del sector para que comprendiera lo afortunada que era su vida y la importancia de la educación como medio de superación, tal como le inculcó a ella su madre. Ahora, Rebeca estudia Patología del habla y en un futuro espera regresar al sector donde creció para ayudar a quienes lo necesitan.

De 2009 a 2014 trabajó en la escuela P.S. 631, hasta que los cambios políticos en el ámbito de la educación preescolar impulsados por el alcalde Bill De Blasio le abrieron la oportunidad de tomar la nueva posición en el PreK Center de la Bay 11th y 86th Street, al lado de la iglesia St. Frances Cabrini. Este es uno de los nueve centros de prekínder del Distrito 20 que atiende a unas 1,200 familias de la comunidad de Bay Ridge, Dyker Heights, Sunset Park y Bensonhurst.

La posición fue ofrecida por la directora de Educación temprana, Dianne Gounardes.

“Ahora –como coordinadora del sitio– tengo la oportunidad de servir con mayores responsabilidades a una comunidad muy distinta y diversa”, apunta Guzmán Morales.

Su mano derecha ha sido Camille Loccisano, otra educadora de larga trayectoria quien además dirige la fundación sin fines de lucro Francesco Loccisano, en honor a su hijo quien murió de cáncer.

Guzmán reconoce el entusiasmo de las maestras, especialmente de las más jóvenes y recién graduadas, ya que se mostraban ávidas de aprender.

“Mis maestras me hicieron el trabajo más fácil; nuestro primer año fue muy exitoso”, apuntó, recordando que comenzaron con 7 salones de clases los cuales se duplicaron de 2016-2017.

Además del programa curricular, la coordinadora se ha asegurado que los niños aprendan a conocer y apreciar la comunidad tan diversa en la que viven. Por ello han realizado actividades como una marcha en honor a Martin Luther King y un festival multicultural para el Día de Acción de Gracias.

“Recordemos el dicho que se necesita una villa para criar a un niño. Estamos viviendo en tiempos difíciles. Este es un pequeño santuario en los Estados Unidos donde todos los niños son respetados”, apuntó.

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