¿Quién es la verdadera Elena Garro, la escritora maldita de México?

"Agente de la CIA", "traidora" en Tlatelolco. Durante décadas Elena Garro padeció su leyenda, que ahora empieza a desmitificarse

Dijeron que estaba loca, que era agente de la CIA. La acusaron de organizar el movimiento estudiantil de 1968 y, al mismo tiempo, de ser una infiltrada del gobierno mexicano para destruirlo.

Es Elena Garro, una de las escritoras más controvertidas en la historia reciente de México.

Alrededor de ella se construyó una leyenda que incluso ahora, a 19 años de su muerte, provoca debates.

Para algunos, la vida de Garro está a la sombra de Octavio Paz, premio Nobel de Literatura en 1990 con quien estuvo casada durante 22 años.

Otros en cambio creen que el poeta fue una de las causas de su polémica historia, que incluye una histórica disputa con escritores, artistas e intelectuales de los años 60.

Al final, evocar a Elena Garro polariza. Emmanuel Carballo, un reconocido crítico de literatura, la llamó “escritora maldita y mítica” .

Pero Elena Poniatowska, ganadora del Premio Cervantes en 2014, la definió de otro modo en un texto publicado en el suplemento La Jornada Semanal:

Fue un ser lleno de contradicciones y enigmas. Para ella nunca hubo medias tintas. ¿Se comió el personaje a la escritora? “, escribió.

“Elena es un icono, un mito, una mujer fuera de serie, con un talento enorme. A nadie deja indiferente. Impresionó a todos los que la conocieron, marcó con una huella indeleble a quienes la trataron”, agregó.

Confrontación de intelectuales

Ahora el mito de Elena Garro vuelve a la controversia.

Durante varios años el periodista Rafael Cabrera investigó la vida de la escritora, consultó sus diarios y habló con personas que en su momento la conocieron y ayudaron.

La investigación se resume en el libro “Debo olvidar que existí”, de Editorial Debate.

En el texto se recuerdan algunos de los episodios más polémicos que dieron pie a la imagen con que muchos conocen a Garro.

Uno de los momentos más complicados ocurrió durante el movimiento estudiantil de 1968, que terminó el 2 de octubre de ese año con un ataque del Ejército mexicano a un mitin realizado en la Plaza de las 3 Culturas de Tlatelolco.

Los medios entonces publicaron que una veintena de personas murieron en lo que oficialmente se calificó como “enfrentamiento” armado.

Otras versiones señalaron que las víctimas fueron más de 200. Más allá de las cifras, el movimiento fue un parteaguas en la historia política del país.

Elena Garro cuestionaba a los estudiantes, a quienes en artículos de prensa llamó “terroristas” .

Esto le generó críticas del movimiento, pero la gota que colmó la copa fue un texto llamado “El complot de los cobardes”.

El documento fue una dura crítica a los principales intelectuales de la época, quienes en mayoría simpatizaban con los estudiantes.

La respuesta de los intelectuales fue igualmente dura, e incluso el conocido escritor Carlos Monsiváis la llamó “La cantante del año”.

Pero en realidad no había razones para una reacción de ese tamaño, le dice a BBC Mundo Rafael Cabrera.

“Ella ya tenía algo bastante público de críticas a sus contemporáneos, los acusaba de estar muy al servicio del gobierno y estar más interesados en una carrera política que otra cosa”, cuenta.

“Eso se los dijo a lo largo de los 60 en público y en privado, no era para escandalizarse en 68, todo el tiempo lo estuvo diciendo”.

Acoso

Después de la masacre en Tlatelolco uno de los líderes del movimiento estudiantil, Sócrates Campos Lemus, acusó a la escritora de ser una infiltrada del gobierno.

Según esta versión, Garro estaba apoyada por el entonces presidente del Partido Revolucionario Institucional, Carlos Madrazo.

El político, uno de los aspirantes a suceder al presidente Gustavo Díaz Ordaz, había sido acusado de organizar las protestas estudiantiles.

Madrazo murió en un accidente aéreo en 1969. Elena Garro creyó que fue un asesinato y abandonó el país por unos meses.

Pero antes de partir convocó a una conferencia de prensa para responder a Campos Lemus. Resultó contraproducente.

“Se tergiversó la información que dio a los periodistas”, explica Rafael Cabrera.

“Hubo una estrategia propagandística del gobierno, sale una carta que escribe su hija Helena criticando a Octavio Paz. Esto se usa como propaganda para desprestigiar al movimiento estudiantil”.

En la conferencia de medios, Garro dijo que los verdaderos responsables de las protestas estudiantiles fueron intelectuales de izquierda .

Y los diarios publicaron una lista de nombres, entre ellos los líderes del movimiento. Desde la cárcel, donde se encontraban algunos de ellos, la llamaron traidora.

El estigma permaneció por décadas.

A dos fuegos

En realidad Garro quedó entre dos frentes: uno, los estudiantes a quienes verdaderamente creía capaces de agredirla.

Y otro el entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría, quien la acosaba por la amistad de la escritora con Madrazo, su rival político.

Se sintió perseguida, cuenta el periodista Cabrera, y tal vez por eso la decisión de esconderse en varios lugares en Ciudad de México, cuando regresó al país en 1969.

En 1972 se fue de manera clandestina del país, en una “odisea” que luego contó en sus diarios.

Sus críticos, entre ellos Octavio Paz, afirmaron que sus desapariciones y fugas eran mentiras. Esto fue la creencia durante décadas, pero no es tan cierta.

“Dicen que es una mujer mitómana, fantasiosa, una versión quizá justificada en algunos puntos pero sí hay otros reales” , dice Rafael Cabrera.

“No me atrevo a decir que fue perseguida, pero sí tuvo razones personales para sentirse acosada, tanto como para irse de México”.

Y también hubo razones para sentirse rechazada en los espacios culturales del país, algo que fue más allá de las críticas.

Durante décadas Garro y su hija Helena padecieron apuros económicos, al grado incluso de vivir en casas de huéspedes.

De hecho el nombre y trayectoria de la escritora empezaron a modificarse después de su muerte, en 1998.

Pero en la multitud de artículos y ensayos sobre ella, su papel en los años 60 y 70, los más complicados de su vida, no quedaron claros, dice Cabrera.

“Quedó quemada (señalada) por los dos lados, sus amigos y el gobierno, se vuelve como una indeseable, nadie la quería”, insiste.

“Fue una época súper violenta, el régimen arrasó con todos. Decir que fue la mala de la película es no entender que todos perdieron en esa época”.

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Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Querétaro, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad mexicana entre el 7 y el 10 de septiembre.

Sigue toda la información relacionada con el Hay Festival

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