Dreamers: ni un paso atrás

Este mes Donald Trump tomó la más malvada decisión de su presidencia hasta la fecha, ya caracterizada por su crueldad, al optar por revocar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (Deferred Action for Childhood Arrivals o DACA), que les ha dado a cientos de miles de niños y jóvenes inmigrantes una vía hacia un futuro mejor.

Desde el inicio de DACA en 2012, casi un millón de jóvenes inmigrantes se han beneficiado de ella y han comprado su primera casa y auto, iniciado una familia, obtenido grados avanzados y ascendido en su trabajo. Los dreamers de hoy se encuentran en las más grandes compañías de Estados Unidos, en las más destacadas universidades del país y en vecindarios en todos los rincones del territorio.

Este mes, Trump amenazó con eliminar esos éxitos cuando anunció –de una manera sumamente cobarde, por medio de su fiscal general Jeff Sessions– que se rescindiría el programa y no se aceptarían nuevas solicitudes después de octubre.

Fue la más reciente medida de una serie de ellas que muestran que la presidencia de Trump defiende la supremacía blanca, empeñada en demoler décadas de avances en derechos civiles y reprimir a las comunidades de color con todos los recursos disponibles.

Las tendencias fascistas de este gobierno han sido obvias desde el principio. Trump inició su periodo prohibiendo que todo un grupo de personas ingresara a Estados Unidos debido a su religión. Constituyó una comisión para investigar el fraude electoral que era una farsa y que desde entonces ha sido expuesta repetidamente como nada menos que un engaño para privar a las personas de color de su derecho al voto. Emprendió una cruzada para quitarles la atención de salud a millones de comunidades de bajos ingresos.

Pero en los últimos dos meses, las cosas se han vuelto incluso más alarmantes, pues Trump no condenó a los defensores de la supremacía blanca en Charlottesville y además indultó a Joe Arpaio, quien como sheriff del condado de Maricopa se dedicó a aterrorizar a las comunidades latinas.

Sin embargo, los dreamers no les temen a las amenazas de Trump. No planean volver a la clandestinidad.

Como la respuesta a DACA lo demostró, los dreamers van a oponer incluso más resistencia. En los días posteriores a la decisión, hubo una ola de protestas por todo el país.

Los asociados de CPD participaron muy activamente en la lucha.

En Washington DC, CASA encabezó una marcha de miles de personas por la capital del país, interrumpiendo el tráfico y llevando las exigencias de los dreamers directamente al territorio de Trump.

En la ciudad de Nueva York, Make the Road New York también dirigió a miles hacia Trump Tower incluso antes de que se tomara la decisión, ocupando las calles del medio de Manhattan con una gran variedad de partidarios.

En Arizona, Living United for Change in Arizona fue uno de los líderes de una semana de acción y se reunió a diario frente a las oficinas del Servicio de Inmigración y Aduanas en Phoenix para destacar los beneficios de DACA.

En Nuevo México, Organizers in the Land of Enchantment apoyaron un paro en escuelas secundarias por todo el estado.

Make The Road New Jersey ocupó las oficinas de un congresista que no respaldó DACA. Make the Road Pennsylvania, CASA, One Pennsylvania y 215 People’s Alliance tomaron posesión de las oficinas de casi 20 representantes por todo el estado.

Y aliados de CPD en California, Colorado, Connecticut, Delaware, Oregón y Texas encabezaron bancos telefónicos y movilizaciones masivas.

Esto es solo el principio. En meses próximos, CPD y otras organizaciones nacionales ejercerán toda la presión posible para que el Congreso vote por una solución legislativa permanente que proteja a los dreamers, sin mayor militarización en la frontera ni medidas adicionales por agencias de inmigración. No debemos negociar la protección de los dreamers a cambio de la detención y deportación de sus familiares.

No es momento de echarse atrás. Este es el momento para fortalecer incluso más nuestro movimiento y mostrar de una vez por todas que los dreamers están aquí para quedarse. Nuestras comunidades se están volviendo más unidas que nunca, y lucharemos con todo lo que tenemos.

(Hilary Klein, Director of Immigrant Justice and Leadership at Center for Popular Democracy)

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