Una solución para la trastienda y gestión de las bodegas

Dos emprendedores latinos montan un mercado en la red con servicio de entregas que ofrece transparencia en los precios

Yasser Toruño y Julián Rodríguez, fundadores de Bazzar en el mega almacén de Jetro de El Bronx./A. B. N.

Yasser Toruño y Julián Rodríguez, fundadores de Bazzar en el mega almacén de Jetro de El Bronx./A. B. N.  Crédito: El Diario

Hace unas semanas una par de emprendedores, ex empleados de Google, presentaron la idea de instalar algo similar a una máquina expendedora en lugares transitados. Lo llamaron Bodega y la presentaron como lo que sustituirá a los negocios que llevan este nombre. La mayoría de las bodegas están en manos de familias inmigrantes y añaden un sabor único a los barrios de NYC.

Les llovieron las críticas.

Hace menos de dos años un par de emprendedores de El Bronx, Julián Rodríguez- hijo de emigrantes dominicanos- y Yasser Toruño- de origen nicaragüense-, empezaron a perfilar la idea contraria. Su objetivo era facilitar y mejorar el negocio de los bodegueros. Hoy, este negocio — Access Bazaar— está ya ayudando a gestionar las compras de varias decenas de clientes y ha conseguido captar un millón de dólares de capital de inversores (venture capital) para hacer crecer la empresa y sus servicios.

La propuesta de estos emprendedores es la siguiente: ahorrar tiempo a los bodegeros y restaurantes además de darles transparencia en los precios que pagan a los mayoristas a los que compran.

Lo hacen a través de su página web que es una tienda de comercio electrónico en la que se ve la mercancía y se pueden comprar los artículos que ofrece el mayorista en vez de tener que acercarse cada dos o tres días al almacén ya que Access Bazaar se lo lleva en camiones refrigerados.

Estos grandes proveedores de bodegas y restaurantes están normalmente en las afueras de los barrios lo que implica tener que ir hasta el lugar, pasar varias horas comprando lo que necesitan, aventurarse en las gélidas cámaras frigoríficas de los proveedores y transportarlo hasta su negocio. “Es algo que puede tomar más de cuatro horas, es como dejar más de la mitad del día en ello”, explica Rodríguez. Con nosotros ahorran mucho tiempo.

Y dinero. Porque adicionalmente ofrecen una transparencia de precios que los bodegueros no suelen tener.

Julian Rodríguez y Yasser Toruño son los cofundadores de Access Bazaar./A. B. N.

“La compraventa ha sido siempre opaca y queríamos quedarnos seguros de que los vendedores al por mayor daban un buen acuerdo a los pequeños negocios”, cuenta Rodríguez. Muchas veces los bodegueros y otros pequeños negocios pagan precios por encima del mercado a los proveedores. “En estas operaciones, es frecuente que se cobren distintos precios por la mecancía, por ejemplo una caja de tomates tiene un valor real de $10 pero el proveedor puede venderla a $12 y si viene otra persona le puede pedir $15 pero al último es posible que le cobre $18. “Este es un mercado de regateo”, explican los socios.

“Buscamos un proveedor mayorista que entendiera nuestro proyecto y que fuera transparente con los precios para poder asociarnos con él y dar un precio real desde dentro”. El gigante de la distribución, Jetro fue el primero que lo hizo, cuenta Rodríguez.

Al conocer la disponibilidad, los precios, las fluctuaciones de estos y pagar con tarjeta, los bodegueros pueden planificar mejor sus finanzas y necesidades. Access Bazaar cobra un porcentaje del almacén porque compran volumen y obtienen descuentos y se cobra el envío. Los márgenes son bajos pero Toruño dice que “funcionan”. La expectativa es tener beneficios en el tercer trimestre de 2018.

Orlandina Castillo en su bodega de El Bornx con los cofundadores de Access Bazaar./ A. B. N

Orlandina Castillo, que tiene su bodega en el Bronx, es una de las clientas aunque es su hijo el que maneja la aplicación. “Antes ibamos hasta por tres horas a por mercancía, ahora en media hora lo tenemos todo organizado”, dice esta mujer que afirma que llegaban a ir hasta dos veces por semanas al almacén. “Lo hacemos todo con el celular y tenemos más tiempo para la tienda”.

La empresa, que ha cambiado la forma de operar de esta y otras bodegas, nació como idea a finales de 2015.

Rodríguez, de 31 años, y Toruño, de 30, son amigos desde la infancia y ambos estaban trabajando en start ups. “Teníamos ocho años de experiencia en alta tecnología y habíamos hecho dinero para otra gente y se nos ocurrió que podíamos hacer algo con nuestras capacidades para ayudar a la gente de nuestra comunidad”, explica Rodríguez. Este hijo de dominicanos tiene una gran fe en el potencial de los jovenes latinos de El Bronx y las conexiones que se han hecho entre ellos en las escuelas.

Conscientes de que buena parte de los negocios latinos son tiendas con bajos beneficios empezaron a barajar ideas como gestión de inventarios y análisis de datos “porque eso es lo que hacemos en nuestro trabajo”, dice Toruño. Es clave para entender los presupuestos, cómo comprar y quizá buscar otras mercancías. “Pero las bodegas están muy lejos de querer  o ver la necesidad de esta tecnología y no están dispuestas a pagar por ella. Nos entrevistamos con bodegueros, entre ellos mi tío  y lo que oímos es que lo que si les solucionaba era conseguir mercancía en el momento apropiado”.

En marzo de 2006 empezaron a tener conversaciones serias con Jetro, donde ahora tienen una oficina.

Desde entonces trabajaron en todos los aspectos del negocio: organizando, categorizando, codificando y en junio decidieron buscar inversores. Llamaron a puertas y mandaron correos a través de LinkedIn. Sabían cómo captar dinero porque lo habían visto en sus trabajos anteriores y por eso tenían un discurso sobre la empresa preparado (un pitch), un modelo financiero listo con todo detalle (gracias a la intervención de otro amigo del colegio que trabaja en banca), y un sumario ejecutivo. Además, los dos socios presentaban un equipo coordinado que se conoce bien, puede trabajar y tomar decisiones difíciles además de perseverar.

El problema es que no sabían con quién hablar. Rodríguez fue a una presentación de Joanne Wilson, un inversor angel que mencionó específicamente a los emprendedores latinos en su charla. Un tiempo más tarde la contactaron por e-mail y le hablaron de Access Bazaar. La respuesta de la inversora fue que era interesante pero no para ella. Pero los socios no tiraron la toalla y volvieron a responderla para volver a interesarle.

Y así empezó a tejerse una red de inversores en la que entró Charlie O´Donnell (que como Rodríguez es graduado en Fordham) de Brooklyn Bridge Ventures. Él fue el que lideró la ronda de inversión en la que también participó Wilson, de Gothan Gal.

Access Bazaar tiene ya 10 empleados y ya están pensando en otros servicios como lanzar una plataforma que permita a las marcas promocionarse directamente a los usuarios, tienen pensado crear contenido de valor específico para sus clientes y su aspiración tal y como describe Rodríguez, “en cinco años queremos ser el Google de la cadena de proveedores. En Google digitalizaron y organizaron la información, y nosotros queremos digitalizar, organizar y hacer seguimiento de la cadena de proveedores”.

Actualmente están en una segunda ronda de captación de capital, algo que no es frecuente oír de una start up lanzada por latinos, para seguir trabajando en este futuro.

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