Caravana de madres de centroamericanos desaparecidos regresa a México

Habrá ocho reencuentros de hijos y padres y recorrerán 20 ciudades del país en busca de los suyos

En esta foto del 2011, mujeres centroamericanas muestran las fotografías de sus familiares migrantes desaparecidos en México durante una reunión en el Congreso del Estado de Tabasco, como parte de las actividades de la Caravana de Madres buscando a sus Hijos Desaparecidos en Tránsito.

En esta foto del 2011, mujeres centroamericanas muestran las fotografías de sus familiares migrantes desaparecidos en México durante una reunión en el Congreso del Estado de Tabasco, como parte de las actividades de la Caravana de Madres buscando a sus Hijos Desaparecidos en Tránsito. Crédito: Archivo / EFE

MEXICO – En las tardes calurosas y húmedas de Cancún, uno de los balnearios más cotizados del mundo, Denia Martínez piensa en El Tigre, un pequeño pueblo hondureño de donde emigró hace 18 años, en sus cafetales y sus mercados, y cuando salían padres y hermanos a pasear por las calles empolvadas.

Entonces siente nostalgia de los tiempos felices de la infancia, antes que la madre emigrara a California, antes de que ella también se fuera de casa para trabajar en las fábricas de San Pedro Sula  y luego emigrar a México y perder la comunicación con la familia hasta que ya no supo donde estaban.

Fue poco a poco, sin darse cuenta. Se quedó unos días sin teléfono a la par de que su mamá cambió de casa. “Yo quería llegar a Estados Unidos pero no tenía dinero y mejor trabajé en Oaxaca y Puebla hasta que conocí a mi esposo. Me casé, tuve tres hijos y me quedé. No quiero ir allá, no les pido nada, pero… ¡llevo tantos años sin verlos!’’

Denia Martínez y sus hijos mexicanos.
Denia Martínez y sus hijos mexicanos.
La familia de Denia en California.
La familia de Denia en California.

Denia piensa en ello mientras su marido sale a trabajar al campo militar a patrullar las calles de la ciudad (donde últimamente hay una caída en la inseguridad) y la desazón le oprime el corazón, un pesar que perdura con el tiempo aunque ahora tiene un matiz porque en breve conocerá a su padre, el único de la familia que se quedó en Honduras.

José Sabas Martínez, padre de Denia. Cortesía. Rubén Figueroa. M3.
José Sabas Martínez, padre de Denia. Cortesía. Rubén Figueroa. M3.

El reencuentro es uno de los ocho casos de migrantes desaparecidos que fueron localizados en el último año por el Movimiento Migrante Mesoamericano (M3), una organización civil que está en permanente búsqueda de indocumentados que en su paso por México dejaron de comunicarse con sus familiares. Alrededor de 70,000 desde 2006, según cálculos extraoficiales.

Desde que comenzó la búsqueda a través del apoyo a las Caravanas de Madres Centroamericanas, M3 ha logrado ubicar a 278 personas. El secreto está en que los familiares  lleven pistas a México y exhibirlas y “hacer ruido’’ por diversas vías, en plazas, parques, cárceles y medios de comunicación para que a lo largo del siguiente año se cosechen los frutos.

Denia y su padre podrán reunirse después de que ella abrió una cuenta en Facebook para publicar que buscaba a la familia y un desconocido de Monterrey le escribió para ponerla en contacto con el M3.

En unos meses lo  encontraron y se verán cara a cara en los próximos días en Villahermosa, donde ella viajará para alcanzar  el transcurso de la XIII caravana de madres que lleva el nombre de “4,000 kilómetros de búsqueda, resistencia y esperanza’’, donde en total habrá ocho recuentos entre el 1 y 18 de diciembre.

“Estos resultados se deben a que hacemos trabajo de campo. De nada sirve una búsqueda sin trabajo de campo. El gobierno manda oficios a las dependencias y hasta ya se permite poner las denuncias en Centroamérica, pero no tienen resultados porque después de recibir pistas se debe de ir a indagar a los lugares’’, advirtió Martha Sanchez, fundadora y coordinadora de M3.

Rubén Figueroa, el buscador principal de los centroamericanos desaparecidos para M3, revela que después de husmear aquí y allá, ir a los poblados de origen y los lugares donde se tuvo la última pista, hace falta siempre dar un segundo paso y buscar aliados con otras organizaciones de desaparecidos, una estrategia que buscan consolidar cada vez con mayor precisión.

“La idea también es buscarlos en fosas en algún momento’’ advierte Figueroa. “Tradicionalmente hemos buscado personas vivas pero también creemos que es importante pensar en otras opciones porque lo que queremos es que los familiares salden el duelo y sigan sus vidas, si es necesario. La desaparición es cruel, los familiares no pueden rehacer sus vidas no pueden reclamar herencia o buscar otra pareja sin pensar que son bígamas“, agrega Sánchez.

Después de 10 años la hondureña Doris López tiene suerte de haber encontrado a su hijo Carlos Roberto Mejía, de 27 años, quien huyó de la violencia intrafamiliar a causa de sus padrastro y fue a dar a Monterrey, Nuevo León, donde  se casó y hoy tiene su propia familia con cuatro niños de cuatro, cinco, tres y un año de edad.

Carlos Roberto Mejía. Cortesía: Rubén Figueroa, M3.
Carlos Roberto Mejía. Cortesía: Rubén Figueroa, M3.

¡Tiene tanto que contar a su madre cuando se reencuentren en Guadalajara! Roberto dice que explicará que no quizo desconectarse de la familia sino que le robaron el teléfono donde tenía todos los contactos y no quiso regresar porque encontró un trabajo en una fábrica que construye placas para bodegas. “El patrón me emplea aunque no tenga papeles y no podía arriesgarme, pero aquí estoy. Vivo’’.

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