La lucha por Mateo: crece un movimiento contra la separación de familias migrantes

El bebé de 1 año está en un albergue en Texas, su papá detenido en California y su mamá y hermanito en Tijuana. El caso está ayudando a difundir la nueva práctica de separación familiar que aplican las autoridades migratorias a los solicitantes de asilo.

Mateo, de 1 año de edad, aprendió a decir “mamá” mientras viajaba con su familia a bordo del tren “La Bestia”, camino hacia el norte desde El Salvador hacia Estados Unidos.

Es lo primero que cuenta Olivia, una mujer salvadoreña de 29 años,  mamá de Mateo, al relatar vía telefónica lo que está viviendo desde que llegaron a Tijuana a principios de noviembre buscando entregarse y pedir asilo en Estados Unidos.

Lo poco que puede decir Mateo viene a cuento porque Olivia llama constantemente al refugio en Texas para niños no acompañados donde está el pequeño desde que las autoridades migratorias lo separaron de su padre José el 16 de Noviembre, con la excusa de que “no podía establecer su identidad o lazo familiar”.

“Hablo al albergue y lo único que puedo obtener es que allí alguien me dice que está bien”, dice la mujer. “Imagínate, el es un bebé, no puede ponerse al teléfono y hablar conmigo”.

Olivia casi no duerme desde que se separó de su esposo José y de Mateo, de 1 año de edad, cerca de la Garita de San Ysidro el pasado 12 de noviembre.  Todos eran parte del Viacrucis Guadalupano, un grupo de centroamericanos que buscaban pedir asilo en Estados Unidos en forma conjunta y organizada, y con activistas y abogados ayudándolos.

Cuando la familia llegó a Tijuana en noviembre, se decidió que su esposo José, de 30 años, se entregara primero a la Patrulla Fronteriza estadounidense alegando temor de regresar a su país por la violencia y el pago de “renta” diario a las pandillas.  Ella se quedaría atrás con Andrés, su hijo de 4 años, en un albergue de esa ciudad mexicana, por el momento.

Decidimos que ellos entraran primero porque Mateo venía enfermo en el camino”, cuenta Olivia. “Venía afectado del sistema digestivo. En los meses que viajamos comíamos irregularmente y tratábamos de darle su pachita (biberón) con agua potable pero un día se nos acabó y tuvimos que darle agua de chorro. Ahí empezaron sus problemas de estómago”.

La madre sólo piensa en cómo puede estarlo pasando su hijo en manos de extraños, a cargo de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados de Estados Unidos, agencia que toma custodia temporal de los niños no acompañados que migran a este país.

Sin embargo, Mateo no iba solo, sino con su papá.   

Pero a diferencia de lo que tradicionalmente han hecho las autoridades estadounidenses: detener juntas a las familias en centros de detención especiales o liberarlos a un patrocinador o familiar en Estados Unidos mientras esperan su día en corte, Mateo fue enviado a un refugio para niños en otro estado y su papá permaneció detenido en Otay Mesa.

“Give Mateo back” (Regresen a Mateo)

El caso de Mateo se ha convertido en un llamado de atención al cambio de política que están llevando a cabo en la frontera los agentes de ICE y la Patrulla Fronteriza.  Desde que grupos activistas como Pueblo Sin Fronteras y Al Otro Lado reportaron  que las autoridades migratorias separaron a la fuerza a cuatro padres de sus respectivos hijos el 16 de noviembre, incluyendo el caso de Mateo y José.

Otras fuerzas se han sumado a su defensa.

Bryan Griffey, de Amnistía Internacional, explicó a La Opinión que la organización ha tomado el caso de Mateo y de los otros tres padres -que reportamos el viernes pasado- para movilizar a sus 7 millones de miembros. Amnistía ha emitido un “llamado de acción urgente”.

“Este es un caso emblemático de problema mayor”, dijo Griffey. “No sólo se están aplicando medidas que están potencialmente en violación de sus propias reglas internas, sino que están traumatizando aún más a personas vulnerables que están escapando de su país buscan protección”.

La oficina de la senadora Kamala Harris, de California, está trabajando sobre el caso de José y Mateo con las autoridades migratorias, ya que padre e hijo fueron arrestados en San Ysidro, uno de los puertos de entrada entre México y Estados Unidos en el estado.

El llamado de Amnistía Internacional y la cobertura que se ha dado en medios de prensa  ha difundido la voz de alarma con el hashtag #GiveMateoBack.

DHS no ha respondido a solicitudes de información de La Opinión sobre las razones por las que los cuatro padres fueron separados de sus hijos.  ICE dijo a Amnistía Internacional que “no tenían corroboración de la identidad y de la relación familiar entre ellos”.

Los activistas, la familia y Amnistía Internacional señalan que esto no es cierto.

“Nosotros pudimos comprobar que José tenía en su poder su pasaporte y el certificado de nacimiento de Mateo que ellos presentaron desde un principio“, dijo Griffey. “Posteriormente, sin embargo, no se lo volvieron a pedir cuando decidieron separarlos”.

Varias otras familias que cruzaron la frontera pidiendo asilo el mismo día que los cuatro padres, fueron liberadas bajo palabra, se informó.

Frente al centro de detención de Otay Mesa, abogados y activistas tuvieron esta tarde una rueda de prensa en la que denunciaron de nuevo lo sucedido y pidieron al gobierno que reúna a los padres con sus hijos.

“Estos niños no venían solos”, dijo Roberto Corona, de la organización Pueblo Sin Fronteras. “Separarlos de sus padres equivale a una acción totalmente inhumana. Ellos atravesaron tomo México con frío, con hambre, en busca de una esperanza. Porque en este país supuestamente tenemos valores, pero aquí los estamos tratando de esta manera”.

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