Ya es hora de que los federales apoyen a Puerto Rico

Vista de los daños causados por el huracán María a su paso por San Juan (Puerto Rico).

Vista de los daños causados por el huracán María a su paso por San Juan (Puerto Rico).  Crédito: Thais Lorca | EFE

Este otoño, varias zonas de nuestro país fueron diezmadas por el azote de huracanes. Los estadounidenses que viven en Texas, Florida y Puerto Rico experimentaron daños que alteraron sus vidas y han soportado un gran dolor tratando de reconstruir después de estas tormentas. Para los estadounidenses en Texas y Florida, la respuesta rápida y el apoyo financiero del Gobierno federal fueron realmente esenciales para que la gente volviera a levantarse. Para los estadounidenses que viven en Puerto Rico, la negativa del Gobierno federal a proporcionar apoyo desesperadamente necesario ha dejado a los residentes en la ruina. Ya es hora de que nuestro Gobierno federal valore la vida de estos estadounidenses tanto como los que viven en el área continental de los Estados Unidos.

La situación en Puerto Rico no es más que una crisis humanitaria. Las estimaciones del número de víctimas mortales oscilan entre 500 y 1,000, y decenas de miles de hogares y negocios están en ruinas. Tres meses después del paso del huracán María, diez de los 78 municipios de la isla aún no tienen electricidad y miles de puertorriqueños todavía no tienen acceso a agua potable, refugios adecuados o suministros médicos que salvan vidas. Muchas familias viven en refugios, la madera podrida y los escombros cubren la isla, y las preocupaciones siguen creciendo debido a la crisis de salud pública que inevitablemente se producirá. Incluso mi oficina ha recibido innumerables súplicas de neoyorquinos con familiares en Puerto Rico, desesperados por apoyar a sus seres queridos y aterrorizados por su futuro. Esta lenta recuperación se puede atribuir en gran parte a la falta de respuesta de nuestro Gobierno federal. Los puertorriqueños todavía están esperando fondos suficientes para abordar el enorme alcance del daño que María dejó a su paso.

Si bien Houston y otras partes de Texas no se reconstruyeron por completo, la comparación con la recuperación de Puerto Rico es clara. No hay duda de que las grandes inundaciones de Harvey fueron devastadoras, se llevaron vidas y destruyeron hogares. Pero dos semanas después de que Harvey tocó tierra, el presidente Trump firmó un proyecto de ley para proporcionar fondos de emergencia a los afectados en Texas. Aunque no es una panacea, estos fondos tuvieron un impacto significativo en la capacidad de Texas para restablecer la energía eléctrica, reconstruir y brindar asistencia a muchos de los necesitados. Tres meses después, los puertorriqueños aún esperan el trato justo y equitativo que merecen.

Hasta esta semana, FEMA informó haber gastado más de mil millones de dólares en esfuerzos de recuperación en Puerto Rico. Si bien mil millones podrían parecer una cantidad significativa, el Gobierno federal contribuyó con más de $56 mil millones al área tri-estatal después del huracán Sandy y el gobernador de Texas solicitó un alivio adicional de $61 mil millones en octubre. Mil millones de dólares no reemplazan todas las viviendas que se perdieron, reparan la infraestructura para garantizar que las carreteras sean seguras, que se restaure la electricidad y que el agua esté portable, o incluso que recojan las aguas del alcantarillado y los escombros que quedan. Incluso las Naciones Unidas han criticado esta discrepancia en apoyo, citando la falta de urgencia y prioridad para ayudar a Puerto Rico a recuperarse en comparación con otras regiones de Estados Unidos afectadas por las recientes tormentas.

En ausencia de ayuda y respuesta del Gobierno federal, los gobiernos estatales, como Nueva York, se han levantado para desempeñar un papel mucho más activo en la recuperación, enviando apoyo monetario, suministros e incluso trabajadores de servicios públicos para restablecer la electricidad. Justo esta semana, me uní al gobernador Cuomo, al gobernador puertorriqueño Rosselló y a la delegación del Congreso de Nueva York para analizar el trabajo que han realizado los neoyorquinos y pedirle al Gobierno federal que siga nuestro ejemplo. Con tantos que aún enfrentan dificultades en Puerto Rico, Nueva York ve esto como una obligación moral de ayudar a nuestros conciudadanos.

Desafortunadamente, Nueva York y otros estados no pueden resolver este problema solos. El Gobierno federal debe acelerar y brindar apoyo inmediato a los más de 3.4 millones de estadounidenses que viven en Puerto Rico. Quienes están en Washington no pueden seguir actuando como si algunos estadounidenses fueran más dignos de ayuda en tiempos de crisis que otros. La gente está enfrentado dificultades y no podemos ignorarla. Puerto Rico es un territorio estadounidense y ya es hora de que nuestro Gobierno federal les proporcione el apoyo que todos los estadounidenses merecen.

-Letitia James es la defensora del pueblo.

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