La Ciudad del Futuro

Grupo de estudiantes de la escuela invernal de japonés.

Grupo de estudiantes de la escuela invernal de japonés.  Crédito: Suministrada

El idioma siempre ha sido la ventana más confiable para introducirte en  una cultura, y podía verlo a través de la ventana de mi cuarto en Japón. El pasado mes de febrero tuve el privilegio de atender el Programa Invernal de Idioma de la Universidad Meiji, no solo aprendí japonés, sino que estuve completamente inmerso en él.

Viajé 6,737 millas en 16 horas hacia un mundo que antes solo existía en las páginas invertidas del manga y las innumerables horas de animación. Pero en solo unos minutos, estaba en un aula formal aprendiendo japonés entre estudiantes excepcionales procedentes de Corea del Sur, Australia, México y China. Nuestro programa se dividió de japonés básico a intermedio. Mi educación no terminó después de la clase, sino que fue más allá del aula con la ciudad de Tokio convertida en mi maestra.

Mi lugar de residencia fue, no un dormitorio, sino el hogar de la familia Matsushima, compuesto por  una señora mayor y su hija e hijo, que me hicieron sentir no como un visitante, sino como un miembro de su familia y de la sociedad japonesa, mientras interactuaba y residía dentro de su hogar. El pase JR me permitió conocer Japón de este a oeste, deteniéndome en sus ciudades más conocidas -como Nagoya, Osaka, Hiroshima, Kioto y Fukuoka-, mientras montaba uno de los trenes más rápidos del mundo, el Shinkansen, el tren bala. La accesibilidad del confiable sistema ferroviario de Japón me permitió visitar los puntos más emblemáticos de ese país asiático desde la estación de Tokio hasta Fukuoka. Cada ciudad tenía tradiciones y costumbres distintas que ampliaron mi comprensión de Japón más allá de mi pronunciación en el aula. Visitar lugares de interés histórico desde el Castillo de Osaka hasta el Monte Fuji, me permitió absorber como una esponja la historia y la cultura que formaron la nación de Japón.

Fui afortunado en visitar el estudio de anime MAPPA, los productores detrás de Kakegurui – Apostador Compulsivo, que me dió una idea de lo que ocurre detrás de las escenas de la icónica industria del anime en Japón. Como asistente universitario en la Oficina de Juicios Administrativos y Audiencias de Nueva York, OATH, me aventuré en la sala del Ministerio de Justicia, el Departamento de Policía Metropolitana de Tokio, la Dieta Nacional y la Oficina del Primer Ministro, una enriquecedora perspectiva de primera mano del Gobierno. Compartiendo mis historias a través de Japón con mis compañeros de clase, partidarios japoneses y familia patrocinadora, aprendí no solo Hiragana y Katakana, sino las visiones del mundo y las normas culturales de Japón.

Durante mis guiadas visitas a las Escuelas Oficiales de Candidatos de la Fuerza de Autodefensa de Japón -de la Armada en Etajima por Hiroshima, el Ejército en las llanuras de Kurume por Fukuoka, y la Fuerza Aérea en la antigua capital de Japón, Nara, por Osaka-, fui testigo de los estándares impecables que cultivan individuos de carácter y resolución inflexible. Cada institución encarna en su forma física la esencia de la abnegación, incluso la Academia de la Guardia Costera Japonesa en la ciudad de Kure, paralela a Etajima, donde cada estudiante sigue una carrera que antepone la vida de los demás a la propia.

La Universidad Meiji hizo más que sumergirme en el idioma japonés, me conectó con la Ciudad del Futuro.

-Anderson Estrella es un estudiante universitario

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