De Watsonville a Coachella, la música de Los Ángeles Azules

La agrupación mexicana se prepara para conquistar el exigente público del Festival de Música y Arte en Coachella Valley

MEXICO.- La banda cumbiambera Los Ángeles Azules intentó seguir tocando a pesar de que su público ya no ponía atención sino que intentaba en desorden librar puñetazos, camorrazos, mentadas de madre, los gritos de histeria, la sangre y hematomas que implican una pelea de borrachos.

Los ocho hermanos Mejía pararon en seco el escenario y dejaron a medias una de sus  últimas canciones, el estribillo colgando: Veo que te suelas el pelo mirándote al espejo, mirándote a los ojos/ un sentimiento entregado al tiempo sin tiempo y dices tan hermoso que he pensado mucho en ti…

José Mejía, uno de los hermanos, vio pasar una botella volando por arriba de la cabeza y guardó las baquetas. “Utah madre, ¡otra vez se armó!’’, pensó antes de salir  corriendo.

Eran los años 90, la época en que Los Ángeles Azules intentaban hacerse de un nombre en Estados Unidos e iban de pueblo en pueblo para llamar la atención del publico mexicano y latino en general en restaurantes que de noche se volvían salones de baile y otros escenarios improvisados donde no faltaban las trifulcas de beodos e impertinentes.

“Hemos recorrido EEUU más de 20 y tantos años y lo conocemos de punta a punta en lugares donde ni siquiera había radio para promovernos sino que la gente iba diciendo de boca en boca que íbamos a tocar’’, recuerda José Mejía en entrevista con este diario a unos días de que se presenten en el Festival de Música y Arte en Coachella Valley (del 13 al 22 de abril) en Indio, California, a lado de Beyoncé y Eminem.

Coachella es hoy uno de los más importantes escenarios en Estados Unidos. Es caro y pretencioso, pero los hermanos Mejía han aprendido a lidiar con este perfil de público como lo hicieron en su momento con los borrachitos o al tocar en Watsonville, un poblado entre cerros de la California más profunda.

En medio de esos extremos han conocido de cerca a su público preferido: los migrantes. José afirma que nada lo hace más feliz que éstos crezcan, que se empoderen tal como ha ocurrido con ellos que pasaron de las trifulcas a los grandes teatros como Hollywood Bowl.

José Mejía antes de ingresar al concierto en Honda Center.
José Mejía antes de ingresar al concierto en Honda Center.

“Ahora es bonito porque toda nuestra gente que trabaja en el campo, que recoge las fresas, las piñas y llega enyugada por los fertilizantes o por limpiar mingitorios sin protección en las manos va a vernos y nota que su dinero vale, que el lugar por el que pagaron para vernos está alfombrado, que les llevan a su lugar una cerveza y que nosotros trabajamos para ellos’’, comenta José.

Los hermanos Mejía se sienten identificados con las personas de trabajo y esfuerzo (el papá era conductor de camión y la mamá lavaba ropa ajena) a tal punto que ni siquiera se han mudado de Iztapalapa, la delegación donde nacieron, aunque sí se fueron a otros barrios cercanos para regresar cuando les dé la gana al ombligo.

Los hermanos Mejía cuando eran niños y sin fama.
Los hermanos Mejía cuando eran niños y sin fama.
Los Angeles Azules durante una de sus presentaciones en Honda Center.
Los Angeles Azules durante una de sus presentaciones en Honda Center.

Van a la misma iglesia, recorren las mismas calles y puestos de quesadillas desde niños, cuando  no había internet sino que jugaban con yoyos y trompos, canicas y otros juegos que ya no recuerdan las generaciones actuales que aún bailan la música de Los Ángeles Azules, pero que Elías Mejía, el bajista, guarda en el corazón.

“El aire era muy diferente, los lugares eran verdes, arboles gigantescos, frondosos, únicos. Alcancé a ver la vía del tren que iba al interior, ajolote y había chinampas que ya no hay’’, recuerda.

La marca del pasado siempre se mezcla en la vida de los Mejía con aires de nostalgia. Recordar los pequeños escenarios con igual cariño que el Honda Center, en Los Angeles, o esas historias de sus admiradores que los quieren porque son de Iztapalapa y pronto irán a Coachella.

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