Poblanos en NY construyen sueños transnacionales

Las comunidades mexicanas de origen indígena asentadas en Nueva York tienen proyectos comunitarios que tienen como objetivo primordial la reunificación familiar y mejorar la calidad de vida en sus lugares de origen

Las integrantes de la comunidad poblana buscan mejorar
su calidad de vida a través de negocios como el tejido.

Las integrantes de la comunidad poblana buscan mejorar su calidad de vida a través de negocios como el tejido.  Crédito: Suministrada

Los poblanos de origen indígena en Nueva York y estados aledaños no esperan a que los gobiernos o las autoridades les resuelvan sus problemas de corte transcomunitario, es decir, acá y en México. Proyectos familiares, cooperativas y negocios emprendedores forman parte de una red que tiene como objetivo primordial la reunificación familiar y mejorar las condiciones de vida de sus integrantes.

La iniciativa Red de Pueblos Transnacionales/Federación México-Americana Sin Fronteras aglutina a unas 80 personas originarias de Puebla, las cuales a su vez están organizadas y amplían los beneficios a unas 1,000. Se calcula que en Nueva York hay entre 680,000 y 1 millón de poblanos, explicó Marco Castillo, quien facilita los trabajos de estos proyectos en ambos países desde 2001.

“La red tiene como resultado mantener la unidad familiar y en ese sentido coincide con el Movimiento Santuario, pero no somos santuario en la medida que no ofrecemos protección a personas perseguidas”, añadió.

De acuerdo con el mapa de la red en Nueva York, las comunidades inmigrantes poblanas están distribuidas así: Teopantlán: El Bronx y Sur del Bronx; Necoxtla: Corona, Queens; Orgullo Acateco, de Acatlán de Osorio: Brooklyn y Queens y Ñani Migrante, de San Jerónimo Xayacatlán: Staten Island, un proyecto de La Colmena. Además están integradas Hermanas y hermanos abriendo camino, de San Francisco Tlaxcala, en Brooklyn y Coney Island y Yuvinani, Guerrero, en Washington Heights.

Soame Citlalime, basado en New Haven, Connecticut, también tiene miembros residentes en Brooklyn.

Imágenes de la cooperativa Mujeres Tejiendo Corazones-Tzepantikiti, de Teopantlán, Puebla, quienes han rescatado la elaboración de tejidos de palma. Ocho de ellas ya viajaron temporalmente a Estados Unidos para reunirse con sus esposos e hijos. /Suministrada

Las organizaciones locales que trabajan con cooperativas familiares y de subsistencia en sus pueblos de origen, la gran oportunidad para fomentar la reunificación familiar y la apertura de mercados para productos artesanales es el Festival NewYorkTlan, cuya quinta edición se realizará este año en Staten Island.

“Las agrupaciones tienen una fuerte vida comunitaria que se basa en el calendario religioso y actividades familiares y sociales. El Festival NewYorkTlan reivindica la raíz indígena y allí se pueden hallar oportunidades para la reunificación familiar”, afirmó Castillo.

Proyectos en firme

Una de las integrantes más recientes de esta red es Yogui Ariza, originaria de Santa Ana Necoxtla, municipio de Epatlán, que cuenta con más de 1,000 habitantes. En Nueva York ella coordina una iniciativa llamada “Hermanas Soñadoras de Necoxtla” que tiene como objetivo perpetuar el conocimiento ancestral alfarero de su familia.

En el pueblo, Marino Ariza y Rosa Vargas son los principales artistas del barro y se encargan de enseñar al grupo.

“Este trabajo lo hace toda la familia, hermanos, primos, sobrinos y así ha pasado de generación en generación; el fundador es Salomón Ariza mi padre, a quien le llevó años de trabajo encontrar el barro perfecto. Actualmente lo trabajan sus hijos, nietos y bisnietos. La persona que representa al grupo en México es Ausencia Ariza y aquí en Nueva York lo trabajamos solo mujeres, es por eso que el grupo se llama ‘Hermanas Soñadoras de Necoxtla’”, afirmó.

Este grupo lleva apenas un año y su producción artesanal y crianza de aves de corral está a nivel de subsistencia; por lo que Yogui espera que pronto se abra un taller formal y empoderar a la comunidad. “Me gustaría que todo quede en familia y mantener el trabajo de los abuelos y que ellos puedan enseñar a nietos y bisnietos su arte y nuestra historia”, afirmó.

Imagen de la cooperativa “Hermanas Soñadoras de Necoxtla” que elabora artesanías de barro con técnicas ancestrales. /Foto cortesía de Yogui Ariza

Por su parte, Esteban Estevez, quien vive en El Bronx, coordina una organización llamada Enlace Teopantlán, en referencia a su pueblo de origen. Cuando se juntan los paisanos para celebrar la fiesta patronal el 25 de julio un salón con capacidad para 600 personas se llena con gente de El Bronx, Queens y Brooklyn, cuenta Esteban. Directamente con las actividades comunitarias están involucradas unas 30 personas, indicó.

La organización ha trabajado los últimos nueve años fomentando la reunificación familiar por medio del rescate de la elaboración de artesanías de palma; dicha actividad está a cargo de señoras mayores organizadas en la agrupación Mujeres Tejiendo Corazones-Tzepantikiti, que en lengua náhuatl significa “Trabajando juntas”.

“Actualmente son 12 madrecitas que trabajan la artesanía de palma, y ocho de ellas ya lograron obtener visa y viajar a Estados Unidos para reencontrarse con sus familiares”, indicó Esteban.

Mientras tanto, la red en Estados Unidos busca abrir mercado para los productos de las abuelitas tejedoras de palma y para el chocolate de mole elaborado por una cooperativa de mujeres jóvenes llamada Zeltzin, Única delicia sabor.
Myrna Lazcano, por su parte, se ha integrado a la Red después de ser deportada a México. Ella se vio obligada a buscar mejores alternativas para su familia tras la muerte de su padre en San Hipólito Xochiltenango, Tepeaca, Puebla; en Nueva York se casó y tuvo dos hijas. En 2013 Myrna decidió volver a México con sus hijas porque quería que sus hijas convivieran con su familia materna, pero comenzaron a ser amenazadas.

Envió a sus hijas de regreso a Estados Unidos pero ella no logró obtener una visa y al intentar cruzar la frontera fue detenida y permaneció recluida en un centro, hasta que fue deportada de nuevo.

Regresó a Estados Unidos en 2016 formando parte de la Caravana por la paz, la vida y la justicia, tras entregarse a las autoridades; éstas le permitieron entrar y desde Nueva York continúa su proceso de petición de asilo político.

Además de luchar por su caso, ahora quiere colaborar en la tarea de mejorar las condiciones de vida de sus comunidades para que la gente no se vea obligada a emigrar y ver sus familias desintegradas.

Rosa Vargas y Marino Ariza son los maestros y artistas de la cooperativa familiar que existe en Necoxtla, municipio de Epatlán, Puebla. /Foto cortesía de Yogui Ariza

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