Ganaron lotería histórica de NY hace 36 años y hoy viven de nuevo en la pobreza

No son los únicos premiados de la lotería con historias de riqueza temporal que termina en pobreza

Cuando dos ganadores de la lotería de Nueva York se conocieron en 1982, comenzaron una amistad que ha perdurado por 36 años.

Lou Eisenberg ganó $5 millones de dólares en 1981 y al año siguiente el premio le tocó a Curtis Sharp, lo que en ese momento era la mayor cantidad en la historia de Nueva York. Por eso la compañía de loterías decidió presentarlos en una fiesta y luego incorporarlos juntos a campañas publicitarias.

Lo que se suponía que era un encuentro rápido se convirtió en una amistad tan o más valiosa que sus ganancias en el juego.

Eisenberg, que ahora tiene 90 años, y Sharp 80, pasaron de trabajar como obreros a ser millonarios y más tarde de nuevo a la realidad de trabajar para llegar a fin de mes.

“Al final, lo tengo, me tiene a mí, pero ninguno de nosotros tiene más dinero”, dijo Eisenberg a New York Post.

Sharp agregó: “Tenemos nuestras historias, y las compartimos en llamadas telefónicas al menos una vez por semana. Nosotros hablamos todo el tiempo. Hemos estado juntos durante los buenos tiempos, y ahora estamos juntos en los viejos tiempos y en los tiempos difíciles”.

Eisenberg tenía 53 años, vivía en Brooklyn y ganaba $225 dólares por semana como cambiador de bombillas de oficina cuando compró sus seis números habituales en una tienda de Midtown, en noviembre de 1981. Esa vez, ganó en grande.

Después de impuestos, recibió el primero de sus 20 pagos de alrededor de $200 mil dólares al año y renunció a su trabajo.

De la noche a la mañana, “Lucky Lou” se convirtió en una celebridad, estuvo en “The Tonight Show” con Johnny Carson y fue invitado habitual en eventos locales de la ciudad.

Un año después, los funcionarios de la lotería le pidieron a Eisenberg que asistiera a la fiesta de Jackpot para Sharp, que tenía 44 años.

“Fui el primer judío que ganó $5 millones en Nueva York, fue el primer negro que ganó $5 millones en Nueva York. Y los dos estábamos trabajando duro“, recordó Eisenberg.

Sharp vivía en Newark y ganaba $300 dólares por semana como empleado de mantenimiento, cuando le pidió a un amigo que le comprara un boleto de lotería en una tienda cercana al Terminal de Autobuses de la Autoridad Portuaria.

Después de su victoria, Sharp también comenzó a recibir un pago anual similar. “Fueron $ 239,005 al año durante 20 años”, recordó. El monto era más que el de Eisenberg porque al vivir en Nueva Jersey pagaba menos  impuestos que su amigo en Nueva York.

Cuando los funcionarios de la lotería notaron lo similares que eran los dos ganadores, fueron emparejados para algunos comerciales.

Eisenberg viajó a París y Las Vegas. Se volvió a casar y de nuevo se divorció. Sus pagos de pensión alimenticia a dos mujeres comenzaron a consumir más de la mitad de sus ganancias. Tuvo que entregar su condominio en Brighton Beach en uno de los acuerdos de divorcio.

También dio dinero a amigos y vecinos. “Siempre llegaba un cheque pronto”, dijo Eisenberg.

Sharp sabía exactamente por lo que estaba pasando su amigo. En su caso, varios divorcios y una serie de autos sofisticados se comieron su dinero, además de apuestas en casinos.

A pesar de aferrarse a su trabajo diario durante otros ocho años para calificar para una pensión, Sharp reconoció que estaba consumiendo muchas bebidas alcohólicas y drogas. Y también le estaba dando una gran cantidad de dinero a amigos y parientes.

La actividad favorita de Sharp fue donar a obras de caridad, y una vez hizo un cheque por $15 mil dólares para ayudar a las víctimas de la hambruna de Etiopía.

“Pero ni yo ni Lou pensamos que terminaría”, recordó Sharp.

“Comencé a recibir pagos a los 53 años. Pensé: ‘Bueno, probablemente esté muerto a los 73, y eso será'”, dijo Eisenberg.

“Por la forma en que vivía, me sorprende que no haya muerto hace mucho tiempo. Pero, aquí estoy”, dijo Sharp.

Ninguno de los amigos reservó un centavo para su vejez. Meses después de que Eisenberg recibió su pago final en 2001, estaba en la ruina y vivía en una casa móvil.

Ahora vive en la casa de una tía fallecida con la condición de que ayude a cuidar a su hija adulta discapacitada. Recibe alrededor de $1,800 dólares al mes en Seguridad Social y una pequeña pensión.

Por su parte, la pensión de Sharp y la Seguridad Social equivalen a unos $2,600 dólares mensuales, dijo. Eventualmente se convirtió en un ministro bautista y se mudó a Tennesse, donde ahora sermonea a la población carcelaria.

Sharp dijo que todavía regala una gran cantidad de su dinero de pensión mensual y vive una vida muy básica.

Ambos amigos están lejos de ser los únicos ganadores de la lotería con historias de pobreza a riqueza y de vuelta a los harapos.

Evelyn Adams, quien ganó en la lotería de Nueva Jersey no sólo una vez sino dos veces, en 1985 y 1986, por un total de $5.4 millones de dólares, ahora apenas se recupera a los 64 años.

Ella arruinó su dinero hace años, principalmente apostando y regalándolo. Su hija Traci dijo que su madre vive en un remolque en Nueva Jersey.

William “Bud” Post III, quien ganó un premio mayor de $16.2 millones de dólares en la lotería de Pensilvania en 1988, casi fue asesinado por su hermano para heredar su dinero. Murió solo en 2006 a la edad de 66 años por dolencias físicas, viviendo de cupones de alimentos en el momento.

Y el nativo de Virginia Jack Whittaker ganó $ 314.9 millones de dólares en la lotería multiestatal de Powerball en 2002. Optó por un pago global de $113 millones para comenzar su vida, pero en cinco años había malgastado cada centavo en malas inversiones y estaba siendo demandado por rebotar cheques.

Pero Eisenberg y Sharp siguen jugando a la lotería, pues no lamentan los altibajos que resultaron de haberse enriquecido. “Fue genial”, dijo el anciano judío.

En esta nota

ganadores
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain