¿Una solución a la crisis de la frontera? Tratar a los migrantes detenidos como refugiados

Nuestro sistema para tratar a los refugiados puede reasentar fácilmente a los migrantes, y es más barato y más humano que la detención

Familias migrantes son procesadas en la Estación Central de Autobuses en McAllen.

Familias migrantes son procesadas en la Estación Central de Autobuses en McAllen. Crédito: EFE

La crisis humanitaria en la frontera sur de nuestra nación es desgarradora, vergonzosa e inmoral. Las imágenes de los niños solos en Walmarts vacíos, y de niños pequeños a quienes se les ordena presentarse solos ante la corte para procedimientos de deportación, sorprenden a la mayoría de los estadounidenses. Tanto así, que personas de todo el país se tomaron las calles el mes pasado para protestar en contra de esta cruel política. La reciente orden ejecutiva del presidente que ordena a los niños permanecer con sus padres solo ha creado caos y confusión tanto para las familias que han sido separadas como para las que aún están llegando a la frontera.

Como trabajadora humanitaria y abogada, dirijo un equipo de abogados que apoyan los derechos legales para menores no acompañados en Nueva York y proporciono servicios legales al centro de refugio más grande para niños “de temprana edad” en la nación. Los niños que representamos vienen de todo el mundo y nuestra lista de casos se ha incrementado dramáticamente en los últimos meses.

Sin embargo, por desesperada que parezca la situación, hay buenas noticias dentro de todo este lío: la crisis es innecesaria. Podemos resolver este problema procesando a estas familias a través del programa de Reasentamiento de Refugiados de nuestro país el cual se encuentra subutilizado.

Ya que nuestro sistema de reasentamiento de refugiados se está disminuyendo debido a la falta de familias refugiadas traídas de campamentos en todo el mundo, el sistema puede manejar fácilmente la crisis actual.

Eso se debe a que Estados Unidos ha acogido a decenas de miles de refugiados cada año. La administración anterior reasento a más de 80.000 personas por año provenientes de Siria, Irak, Afganistán y otros países devastados por la guerra. Bajo la administración de los presidentes Ronald Regan y George H. W. Bush, el promedio estuvo más cerca de los 110.000. Pero este año reasentaremos a menos de 22.000 refugiados, el número más bajo en 40 años.

Ahora, irónicamente, la cantidad de refugiados que el programa de Reasentamiento de Refugiados está dispuesto a aceptar es casi la misma que el número de solicitantes de asilo en nuestras fronteras. Y no se deje confundir por la retórica de que todas estas personas son criminales: antes de que la política de separación familiar entrara en vigor, el 95% de estas familias pasaban entrevistas de “miedo creíble” que establecían que las mismas estaban buscando asilo por razones válidas.

Ahora, la orden ejecutiva firmada por el presidente Trump exige que las familias que buscan asilo sean detenidas juntas en vez de separar a los padres de sus hijos. Pero detener a familias inmigrantes no solo es inhumano, sino que también exige una enorme cantidad de recursos.

Según el Foro Nacional de Inmigración, en el año fiscal 2018 el gobierno gastará cerca de $8 millones de dólares al día en la detención de inmigrantes. Esto asciende a $208 dólares por detenido al día.

Por otro lado, los programas “alternativos a la detención” cuestan entre $5 y $6 por persona al día y los inmigrantes se presentan en sus audiencias finales más del 95 por ciento del tiempo. El programa de Reasentamiento de Refugiados está perfectamente preparado para proporcionar dicha alternativa.

Esto significaría el final de la política de “tolerancia cero” de procesar penalmente a los migrantes. En su lugar, el programa de Reasentamiento de Refugiados utilizaría los sistemas existentes para ayudar a los inmigrantes a encontrar vivienda, aprender inglés, matricular a los niños en las escuelas y respetar los valores y las libertades estadounidenses. Estos programas, operados principalmente a través de organizaciones sin ánimo de lucro como Caridades Católicas, Servicios Sociales Luteranos y la Sociedad Judía de Ayuda al Inmigrante, ubicadas en ciudades y áreas rurales, están reubicando de manera eficiente a un gran número de refugiados en áreas que necesitan mano de obra, y en donde pueden apoyar a nuevos pobladores.

Las agencias de reasentamiento de refugiados están bien equipadas para brindar apoyo a las familias traumatizadas. Los estudios han demostrado que, en un corto período de tiempo, los refugiados no solo pueden lograr mantenerse por sí mismos, sino que también pueden restituir el dinero que reciben como apoyo durante sus primeros años en los Estados Unidos a través del pago de impuestos y la generación de ingresos y empleos.

La elección no es, como declaró el presidente Trump, entre detener las familias y deportarlas rápidamente, o de dejarlas en libertad condicional sin responsabilidad alguna. Usar los recursos y programas que hemos desarrollado durante casi un siglo para ayudar a los refugiados, nos permitiría dar la bienvenida humanitariamente a los solicitantes de asilo y asegurarnos de que estas personas son debidamente inspeccionadas. Los servicios de reasentamiento de refugiados cuentan con administradores de casos, maestros y personal de apoyo que supervisarían a cada familia. Aquellos que pierden su solicitud de asilo podrían aun ser deportados. A los que se les apruebe su solicitud ya estarían en su camino de integración en sus comunidades.

Como nación, enfrentamos una decisión crítica: ¿castigamos a los migrantes en nuestras fronteras y los tratamos tan miserablemente que los nuevos migrantes ya no vean a los Estados Unidos como una luz de libertad y refugio? ¿O acogemos a familias que huyen de regímenes opresivos y disfuncionales, les damos apoyo y consideración cuando presenten sus solicitudes de asilo, luchando por su derecho a vivir legalmente entre nosotros?

Por mucho tiempo hemos recorrido el segundo camino y ahora deberíamos continuar en el mismo.

(Jodi Ziesemer es la abogada supervisora ​​del Programa de Menores No Acompañados en Servicios Comunitarios de Caridades Católicas)

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