Nueva York en el centro creativo de la bachata

Varias cosas definen la bachata Made in New York: en la producción de los artistas modernos existe el multiculturalismo

“Elijo el olvidarme

Que nunca me fingiste

Que nunca me quisiste

The Nile ain’t just a river

Las cosas terminaron porque así decidiste

Pon a mis pies tu piedra pa’ tropezar de nuevo

Miénteme me quisiste”.

El llanto del requinto acompaña los versos de la composición más reciente de la bachatera Andre Veloz, titulada “La Pendeja”, disponible en Spotify. La canción ambiciona la suerte de “Eta que ta aquí”, que se hizo un éxito viral.

Desde 2013, Veloz se abre brecha en la bachata, un territorio musical tradicionalmente masculino. Aunque no nació en El Bronx, sino en St. Croix, U.S., Islas Vírgenes, se crió en Santiago, capital de El Cibao, es parte de una movida cultural y musical del Alto Manhattan que tiene un presente y un pasado muy relevante.

“En República Dominicana yo cantaba jazz y blues porque la bachata se decía que no era para señoritas decentes. Pero cuando me mudé a Nueva York me abrazó la nostalgia como a todos nos lleva allí, y no es algo que sea exclusivamente de hombres o de mujeres”, dijo la artista durante un conversatorio sobre la bachata realizado este año en el Instituto de Estudios Dominicanos de CUNY.

Dicha actividad se organizó como parte del gran proyecto sobre la historia de música dominicana en los EE.UU. que es auspiciado por un fondo de $100,000 de National Endowment for the Humanities (NEH).

La directora del Instituto, Ramona Hernández, quien es profesora de sociología en la Escuela Colin Powell para Civismo y Liderazgo Global de City College, encabeza el proyecto. “Este es un esfuerzo colectivo que reúne a jóvenes investigadores de CUNY DSI: John Bimbiras (música), Ruth Lizardi (arte) y Jhensen Ortiz (bibliotecario), junto con un grupo élite de expertos académicos en música dominicana”, dijo Hernández.

“Es un fenómeno cultural muy importante, el crecimiento de la bachata en Nueva York, es un centro de producción y distribución global. Esta es una de las ciudades de la bachata. Esta es una ciudad donde muchas cosas están siendo creadas y son profundamente apreciadas por mucha gente del mundo pero también son desconocidas por muchas otras en el mundo”, dijo por su parte Jerry W. Carlson, jefe del Departamento de Comunicaciones y Medios del City College of New York (CCNY).
Los bachateros modernos
En esa oportunidad, Julie Sellers presentó los resultados de su investigación sobre la bachata en Nueva York, la cual está resumida en su libro “Los Bachateros modernos. 27 entrevistas”.

Varias cosas definen la bachata made in New York, afirma Sellers: en la producción de los bachateros modernos existe el multiculturalismo, la mezcla de géneros musicales, spanglish y la música se considera como elemento que cruza barreras culturales y lingüísticas.

Pero mirando un poco al pasado, hay elementos importantes como la resistencia e incluso la discriminación. “La discriminación: ¡Esa es la pregunta central! Los primeros bachateros llegaron entre los que migraron desde el campo hacia las ciudades dominicanas después del ajusticiamiento de Trujillo. Vivían en los barrios más pobres y hacían sus versiones de los boleros más populares del momento”, afirma Sellers, quien es profesora de español Benedictine College y reside en Atchison, Kansas.
Otro nombre
“En ese entonces, no se llamaba bachata, sino que le decían bolero de guitarra. Cuando empezaron a grabar, tenían que pagar el tiempo en el estudio ellos mismos porque las disqueras apoyaban el merengue, género que aprovechó y controló Trujillo durante sus 3 décadas de dictadura”, indica.

“La calidad de esas grabaciones no era muy buena como resultado. Entonces, se asociaba la bachata con las clases marginadas y la mala calidad de la producción. No se tocaba en los mejores lugares—al principio, solo en casa, en reuniones pequeñas, y en las velloneras en el colmado y en el burdel”, agrega.

En los años 80 y a principios de los 90, añade la investigadora, también se produjo una vertiente de fuerte doble sentido que le trajo aún más discriminación.

“Todo eso empezó a cambiar con las innovaciones que le hicieron los artistas, incluyendo letras más románticas e innovaciones musicales en manos de artistas tales como Luis Vargas, Antony Santos y Raulín Rodríguez. (A pesar de lo que piensa mucha gente, no fue la experimentación de Juan Luis Guerra quien hizo que la bachata fuera popular entre un grupo más amplio). Las innovaciones entre los jóvenes de la Diáspora también aportaron a la popularidad global de la bachata”, explica Sellers.

Los bachateros típicos que más influyeron a los bachateros modernos en NYC fueron Antony Santos, Luis Vargas y Raulín Rodríguez.

Navegando entre culturas

En el segundo libro sobre la bachata y la identidad dominicana escrito por Sellers, los protagonistas Dre Hidalgo, Eric “Bori” Rivera, Eunel (Nueva Era), Alexander “Chichí” Caba, Félix Núñez, sP Polanco, Danny D, Steven Cruz, JC, Jay Heightz, J’Martin, Javier Franco, Carlos Vargas, Alejandra Feliz, Eto, Mambo Leo, Joel Valerio, Gio D’Oleo y Ronny Mercedes (Voz a Voz), Tony Santana y Manny Rod (Grupo Extra), Marlyn, Lynx, Ronny Dae, John Odino, Kewin Cosmos, Liza y Willie, Karlos Rosé y Aldric y Brandon Cruz.

En general la mayoría son hijos de inmigrantes dominicanos, son la segunda generación nacida acá y más comúnmente en Nueva York.

Portada del libro “The Modern Bachateros. 27 interviews”, de la investigadora Julie Sellers.

Otros son parte de la llamada 1.5 generation: nacieron en República Dominicana pero fueron criados en los Estados Unidos, forman parte de la comunidad transnacional dominicana, perecen de forma simultánea a más de una nación estado.

“Ellos comenzaron con una búsqueda de expresión propia como jóvenes dominicanos-americanos en Nueva York y sus innovaciones ahora tienen audiencias alrededor del globo”, afirma Sellers.

Steven Cruz, lo define así: “Esta bachata moderna es una mezcla como nosotros somos”. JC opinó: “Mi música es una mezcla de quién soy”.

Jay Heightz de Bachata Heightz, dijo por su parte: “Estamos exactamente en el medio: no podemos decir que somos totalmente dominicanos, ni totalmente americanos porque no lo somos , no somos típicamente americanos ni típicamente dominicanos nuestra cultura es creada, es un estilo de vida en Nueva York, totalmente nueva.

Otra tendencia es que estos músicos diferencian entre sus raíces dominicanas y su identidad como “New yorkers. Se consideran bachateros modernos, no bachateros urbanos.

En sus palabras, sP Polanco -quien también participó en el conversatorio junto a Veloz- explica cómo fue la evolución de la bachata que nació en Washington Heights y fue “exportada” a El Bronx: “La primera ola de migrantes creó su propia comunidad allí (Washington Heights) para sentirse como la República Dominicana”.

“Querían sentirse como si estuvieran en casa. Entonces la música, la bachata nunca se desarrolló en Washington Heights por eso. Todavía era una mentalidad muy dominicana. Pero cuando los dominicanos comenzamos a ir a El Bronx donde no teníamos esa comunidad unida de dominicanos, teníamos que encontrarnos en comunidades de otras culturas, predominantemente la cultura negra y la cultura puertorriqueña. No podríamos ser demasiado dominicanos”, dijo.

“Tuvimos que encajar en lo que estaban haciendo. Creo que es por eso que este movimiento proviene de El Bronx: porque El Bronx no era tan dominicano como Washington Heights. Entonces, nos permitió explorar nuestros límites un poco más”, manifestó.

No se puede hablar de bachata sin mencionar el baile, la sensualidad y el “amargue”, es decir el despecho. “Es como una felicidad melancólica, que tienes que sacártela bailando o bebiendo, bailando, de preferencia”, dijo Veloz.

Al preguntarles si “los bachateros nacen o se hacen”, sP Polanco y Veloz no dudaron en responder que se nace, se trae en la sangre, pero como tal debe ser cultivado para que florezca.

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