Un verano, una oportunidad para jóvenes que lo tienen difícil

Techie Youth prepara tecnologicamente a jóvenes en situaciones complicadas durante el programa de trabajos de verano.

Fundador de Techie Youth, Eric David Benari con estudiantes Kryss Morales Cruz, Yasmin Morales Cruz, Isamar Vazquez y Christopher Frias.

Fundador de Techie Youth, Eric David Benari con estudiantes Kryss Morales Cruz, Yasmin Morales Cruz, Isamar Vazquez y Christopher Frias. Crédito: Mariela Lombard | El Diario NY

“A mi nunca me habían pagado por aprender algo”. Moviendo la cabeza como si aún no lo creyera, así resume su experiencia Isamar Vázquez.

Esta extravertida joven de raíces puertorriqueñas y dominicanas de 24 años ha sido una de las sesenta alumnas de la primer turno de clases de Techie Youth, un curso de tecnología diario que desde julio y hasta agosto que forma parte del programa juvenil de empleo de verano. Cuando Vázquez se incribió en internet en el programa de trabajo de verano de la ciudad de Nueva York pensó que cuidaría niños para ganar $13 la hora. Pero no. Los ha cobrado por acudir a clases y aprender a montar y desmontar un computador y a hacer páginas web, entre otras cosas.

A esta madre de un niño de tres años y residente en un refugio (shelter), esta preparación de más de cinco horas diarias en Long Island City le ha supuesto más que un trabajo de verano. Es la llave que confía que le ayude a encontrar un empleo que le de la estabilidad económica que necesita.

No es la única que llega a clase desde el refugio porque como explica el fundador de Techie Youth, Eric David Benari, todos los alumnos de este programa son jóvenes con vidas muy difíciles. Algunos están en familias de acogida (foster care). Algunos han pasado por la cárcel.

“Ninguno de ellos tiene una historia agradable que contar y este es uno de los requisitos del programa, trabajamos con jóvenes que enfrentan grandes retos. Queremos que quienes participen en este programa sean estudiantes que estadísticamente sea improbable que tengan éxito sin nosotros. Queremos estudiantes que si no tienen nuestra ayuda o la de alguien similar podrían estar en la cárcel o sin techo”, explica Benari. La misión es tender una mano a quien normalmente tienen dificultades y les es difícil encontrar la salida

De hecho, el programa, cuando empezó en 2015 con clases los fines de semana estaba pensado para jóvenes que estuvieran en acogida pero en las últimas ediciones se ha ampliado a los que están en refugios o chicos con problemas con la justicia, que han sido juzgados como adultos siendo menores y están en libertad condicional. “No estamos hablando de cosas simples, aquí vienen agentes que hacen seguimiento de quienes están bajo vigilancia y alguno ha violado en algún momento su condicionalidad, no aquí, y ha tenido que volver a prisión”, explica Benari.

Vázquez comparte currículo con otros  jóvenes como los hermanos Kryss y Yasmin Morales Cruz, que fueron desplazados de Puerto Rico tras el huracán Maria y ahora viven en un refugio en Manhattan, y el dominicano Christopher Frías, que vive con su tía después de denunciar malos tratos continuados por parte de su padre. Todos ellos llevan cicatrices y durante la conversación con El Diario sobre lo que esperan de este verano asoman de una forma más o menos evidente.

Los hermanos Morales están empezando de cero después de perder su casa y vivir en un lugar en el que no están a gusto por tener que cumplir horarios muy rígidos, estar separados y no disponer siquiera de la llave de su cuarto o una cocina. Kryss admite que es una experiencia “traumatizante”.

Volver a Isabela, en Puerto Rico, ya no es fácil. No tienen casa, el país está bajo la presión económica y las secuelas del desastre y ya no tienen casa allá. “Sería volver a empezar de cero otra vez”, reconoce Yasmin a quien a veces se le hace un nudo en la garganta y se le humedecen los ojos. Ambos hermanos acuden a una escuela pública en Nueva York y toman cursos adicionales además de los de su propio grado.

De izquierda a derecha Kryss Morales Cruz, el fundador de Techie Youth, Eric David Benari, Christopher Frías, Isamar Vázquez y Yasmin Morales Cruz./Mariela Lombard

Con el dinero Vázquez dice que puede comprar comida caliente, los hermanos Morales están comprando material escolar y ahorran o se lo dan a su madre.

Christopher dice que en el futuro quiere especializarse en tecnología. Habla muy bajito pero no le falta entusiasmo al admitir que está disfrutando del programa y aprendiendo a hackear, algo que hace reír al resto. Vázquez espera que el certificado le posibilite un trabajo que hasta ahora no ha podido conseguir por falta de preparación y Yasmin explica que de esta experiencia está aprendiendo mucho porque “se necesita saber un poco de todo, tener imaginación y saber lo que se puede hacer. Es algo que nos ayudará cuando podamos trabajar”.

Estos hispanos serán parte de los 200 que se habrán graduado de los cursos de Techie Youth desde que estos comenzaron. Este año se han programado dos turnos de clases al día y hay unos sesenta alumnos en cada una porque según Benari es la cifra óptima y además caben en el local que han alquilado este año para las clases gracias a que han recibido la ayuda de Joanne and Fred Wilson, fundadores de la firma de capital semilla Union Square Ventures, una de las más grandes de la ciudad, y de Craig Newmark, fundador de Craigslist.

En los años que ha estado operando Techie Youth han recibido distintas donaciones de empresas y particulares que llegan del círculo en el que se mueve Benari, un hombre que ha estado en empresas de tecnología, entre ellas Yahoo, y que ahora dedica su tiempo a esta organización además de montar grandes eventos y festivales de tecnologías de datos.

Su motivación para montar Techie Youth son los resultados. “Son claros e increíbles”, describe.

“Tenemos gente que pone un escudo sobre su personalidad durante todo el verano, aparentan confianza y al final nos dicen que les hemos cambiado la vida”, afirma entusiasmando Benari. “Es como si lfuera la primera vez que alguien les presta atención y muchos nos han dicho que no han sentido antes que a nadie les preocupara que tuvieran éxito”.

A los alumnos les paga el programa de verano pero Techi Youth no recibe dinero público se mantiene con donaciones como la de este año y Benari afirma que le gustaría que hubiera un flujo de fondos más constante y mayor porque aunque no necesitan mucho (el coste por alumno es de apenas $200) podrían crecer más. “No necesitamos mucho dinero pero tampoco lo conseguimos”, lamenta. “Hemos pedido becas pero no tenemos respuesta”.

“Lo que hacemos aquí, la propuesta de valor que hacemos es la ayuda a la gente y eso es difícil de vender, lo crea o no. Es más fácil vender cómo se va a ganar más dinero con una empresa pero ayudar a unos cuantos jóvenes no es una venta fácil y no tenemos experiencia en ello por eso es más duro”, admite.

Benari dice que se involucra en este proyecto por total empatía. “Es un área que puedo ver en la que puedo ayudar para corregir problemas. Hay otros problemas mundiales que me molestan pero no se cómo solucionarlos, por ejemplo, detesto que se encarcele a menores, eso no se arreglarlo, tratar de darles una oportunidad si que se hacerlo”.

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