Informe: niñeras extranjeras sufren abuso generalizado en EEUU

Denuncian serias deficiencias en el programa de trabajo temporal de las visas J-1

Miles de jóvenes que cada año vienen a Estados Unidos para trabajar como niñeras sufren un “abuso generalizado” y falta de justicia por las deficiencias del programa de trabajo temporal J-1 bajo el cual se les recluta, reveló un estudio publicado ayer.

El reporte “Shortchanged: El gran negocio detrás de los salarios bajos del Programa J-1 Au Pair”, del Centro de los Derechos del Migrante (CDM) y otras tres organizaciones, recoge las denuncias que durante años han hecho defensores de los derechos laborales.

El programa que regula el Departamento de Estado (DOS) permite a jóvenes venir a Estados Unidos bajo un esquema de intercambio en el que se les promete empleo, vivienda y alimentación mientras mejoran su inglés y proveen cuidado infantil.

Elizabeth Mauldin, Directora de Políticas de CDM, explicó ayer en una conferencia telefónica que la mala interpretación que el gobierno hace sobre el programa, al que clasifica como intercambio cultural y no como uno de naturaleza laboral, permite “el abuso de los empleadores”.

El estudio encontró que la mayoría de niñeras Au Pair, amparadas bajo la visa J-1 y con un salario promedio de 4,35 dólares la hora, reportaron que fueron obligadas a trabajar más de 45 horas a la semana, además de hacer labores prohibidas por el programa, entre ellas jardinería, limpieza y cocina.

Según Rocío Ávila, directora de políticas estatales de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar, otra de las organizaciones que participó en el estudio, estas niñeras deberían tener las mismas protecciones de un trabajador estadounidense y, por ende, las garantías de salarios y pagos de horas extras.

Los autores del estudio detectaron serias deficiencias en el programa y en la supervisión, tales como que el DOS se basa casi de manera exclusiva en los informes de las agencias reclutadoras.

Pero estas agencias, que cobran tanto a las jóvenes participantes como a las familias, hacen un doble juego al prometer a las niñeras una experiencia de intercambio estudiantil en la que tienen que pagar de su propio bolsillo las clases que toman, mientras que a las familias les estarían ofreciendo mano de obra barata, señala el reporte.

Para el año 2016, el DOS sólo tenía 40 funcionarios supervisando, entre otras labores, las condiciones de cerca de 340 mil jóvenes Au Pair que estuvieron en el país con la visa J-1.

La falla sistemática en este proceso detonó una demanda colectiva que encabezó Joana Paola Beltrán, una niñera colombiana que aseguró fue esclavizada por la familia que la acogió en Colorado, la misma que incluso la dejó sin alimentos.

Beltrán y otras cuatro niñeras colombianas y surafricanas son asesoradas por la organización Towards Justice, que logró incluir los reclamos de miles de trabajadoras extranjeras.

Anita Sinha, profesora de leyes y directora de la clínica legal de la Escuela de Leyes de Washington College, además de una de las autoras del estudio, dice que esto pone de manifiesto la necesidad de un nuevo modelo de migración laboral.

Los defensores de los derechos laborales temen que las denuncias no salgan a la luz por miedo, tras las restricciones que el gobierno de Donald Trump quiere imponer sobre las visas a trabajadores y las amenazas de deportación a extranjeros con la visa vencida.

“A las familias les gustan las latinas porque son fáciles de manejar y trabajan duro, pero deberíamos recibir un trato justo”, aseveró Abril, una joven mexicana que llegó a EEUU en 2014 para trabajar con una familia en Boston.

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