Hispanounidense: de la prensa a la lengua

Tanto sea que hablemos del ‘hispanounidense’ del 2001, o de el del 2010, bienvenida sea la palabra

La primera vez que vi escrita la palabra ‘hispanounidense’ fue en un documento enviado al Instituto Cervantes (acad2@cervantes.es) el año 2001, decía así: “se plantea que esta fuerza motora de progreso puede deteriorarse si no se fomenta la apreciación por la lengua española de los hispanounidenses”. La palabra hispanounidenses la puse en letra cursiva para destacar el neologismo. El texto revela asimismo el procedimiento de construcción que utilicé pues en su primera mención en el documento se segmenta de forma explícita como ‘hispano(estado)unidense’.

El asunto viene a cuento de darse la circunstancia de circular por las redes que la invención del vocablo se debe a Gerardo Piña-Rosales, el actual director de la ANLE (Academia Norteamericana de la Lengua Española), que fecha la creación de esta voz en el 2010.

Si nos atenemos a los hechos, asistimos a dos vías independientes por las que se ha creado la misma palabra, eso sí, con un margen de diez años de diferencia.

El documento más antiguo en que aparece por escrito ‘hispanounidense’ tiene por título “Hispanismo, prensa y español en los EE.UU.”, y su destino: el II Congreso Internacional de la Lengua Española a celebrarse en Valladolid en el 2001.

Para contextualizar su origen, el año 2001 se publicaron varios artículos en La Opinión sobre gentilicios. En uno de ellos el que esto firma discutía los variados significados en nuestro país de la palabra ‘latino’. Allí, destacaba su uso para denominar a los incipientes países incubados al calor del Imperio Romano: Italia, España y Francia, entre otros; pasaba después a destacar el acortamiento de ‘latino(americano)’, para finalmente hablar de los ‘hispanos estadounidenses’, de cuyo origen daba cuenta a partir de la voz inglesa ‘Latino’. El título del artículo lo decía bien claro “Latinos de nuevo cuño” (La Opinión, 24/06/2001). El mismo procedimiento compositivo de ‘hispanounidense’ lo adopté para buscarle solución a la incómoda polisemia de denominar ‘americanos’ tanto a los de todo el continente americano como a los de los Estados Unidos de América (“Una de americanos”, La Opinión, 06/05/2001). La solución favorecida proponía crear un doblete al estilo de mexicanomexiquense, para lo cual, de ‘americ(oestadounid)ense’ se sintetizaba ‘ameriquense’: con el ajuste ortográfico correspondiente. Así se emparejaba americano-ameriquense

Ambos vocablos, ‘hispanounidense’ y ‘ameriquense’, son compuestos sintéticos; en inglés, blends.

El año 2001, recordemos, fue muy fructífero para el estudio de los gentilicios en la prensa. En varios artículos en La Opinión retomé el asunto: “Los chicanos no son de Chico” (16/07/2001), “Océanos en Oceanía” (22/07/2001), “Hispanos de nación” (01/07/2001), y algunos más. Años más tarde aparecerían muchos de ellos en un volumen recopilatorio: Hablaciones, publicado el año 2009.

Tanto sea que hablemos del ‘hispanounidense’ del 2001, o de el del 2010, bienvenida sea la palabra.

Luis Silva-Villar, profesor de Lengua y Lingüística

lenguaporoficio@gmail.com

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