Cómo Paraguay y Bolivia lograron convertirse en países bilingües
Ambos países sudamericanos tienen iniciativas para mantener sus lenguas indígenas vivas en convivencia con el español
Paraguay y Bolivia desarrollaron en los últimos años una serie de medidas para garantizar que las lenguas indígenas sigan vivas por generaciones y generaciones.
Esa estrategia ayuda a explicar por qué, al contrario de lo que ocurre en otros países de la región, dominar esos idiomas no está ligado a minorías.
Dichas iniciativas se reflejan en las conversaciones en lenguas indígenas que se escuchan entre amigos mientras viajan, por ejemplo, en el transporte público de Buenos Aires, Argentina, donde residen miles de migrantes de ambos países.
Pero también en las oficinas públicas, comercios y calles de La Paz, en Bolivia, y de Asunción, en Paraguay.
Es común observar cómo los paraguayos pasan con naturalidad del español al guaraní, o viceversa, cuando hablan entre ellos.
Y como le contó a BBC Brasil una entrevistada boliviana, ser bilingüe es casi un arma para evitar que el entorno, que solo habla español, entienda de lo que se está hablando.
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Ese fue el método usado en conflictos bélicos entre países, pero actualmente, no siempre funciona.
“A veces estoy en el autobús aquí en Buenos Aires, y escucho a un grupo hablando en quechua, pensando que nadie los está entendiendo.
“Pero yo los entiendo y me río sola por eso”, comenta Jeannette Nava Flores, de 42 años, que nació en Sucre, Bolivia, y es locutora de radio Metropolitana, en español, y periodista de la ATP Argentina.
Idiomas originarios
En Bolivia, principalmente en la región del Altiplano, en el oeste del país, existen programas de radio y de televisión en lenguas indígenas, incluidos algunos espacios infantiles, y también grupos musicales que cantan en idiomas originarios.
Algunos bolivianos llevaron esa práctica a la capital argentina.
“Cuando llegué a Buenos Aires, conté que hablaba aimara y logré un programa dominical de radio en el idioma que aprendí en casa y que nunca dejé de hablar”, dice Freddy Flores, de 29 años, quien es de La Paz y trabaja en Radio Constelación.
Flores dice que, cuando era pequeño, sus padres y abuelos le leían cuentos en aimara y no en español, lo que le ayudó a aprender el idioma.
En su programa, él toca éxitos de grupos que tienen canciones en lenguas indígenas, como Los Awatiñas, K’ala Marka y Los Kjarkas.
Las constituciones de Bolivia y Paraguay establecieron que el idioma nacional no debe limitarse al español.
En Bolivia existen 36 idiomas reconocidos en la Carta Magna desde 2009. En Paraguay, la Constitución reconoce como idiomas oficiales el español y el guaraní, y se estima que más del 70% de la población es bilingüe.
En el censo de 2001, en una población de 6,95 millones de habitantes, el 37,8% de los bolivianos mayores de 6 años eran bilingües, -dominaban el español y una lengua indígena-. lo que sumaba 2,62 millones de personas bilingües en el país andino.
Una década después, en el censo de 2012 y con una población total de 7,8 millones de habitantes, el 38,2% con más de 6 años se declaraban bilingües: más de 2,98 millones de personas.
Ley de lenguas
En 2010, entró en vigor en Paraguay la llamada Ley de Lenguas, que determina que la lenguas indígenas deben usarse, así como el español, en la atención al público y en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Es decir, el presidente y otras autoridades del país deben poder dirigirse en los dos idiomas al público, como informó la directora de Planeamiento Lingüístico de la Secretaría de Políticas Lingüísticas, Celia Godoy, en una entrevista con BBC Brasil.
“El guaraní es el idioma que identifica a la cultura paraguaya. Mantener el guaraní vivo es un trabajo minucioso y constante”, dijo Godoy, quien es doctora en Educación con especialización en español y guaraní.
El guaraní fue el primer idioma que aprendió Godoy en casa de sus padres. Cuando se casó y tuvo hijos, acordó con su marido que la tradición debía ser preservada.
“Él habla español con nuestros hijos y yo solo hablo en guaraní. Hoy, los tres, que tienen 8, 15 y 20 años, son bilingües”, contó Godoy.
Más allá de la práctica en casa y de la exigencia de la enseñanza en guaraní en las escuelas como determinan las leyes locales, existe una especie de vigilancia permanente para que el guaraní se siga hablando.
En una carta abierta dirigida al presidente Mario Abdo Benítez, la Academia de Lengua Guaraní le recriminó que su discurso de toma de posesión no fuera realizado en el idioma indígena.
En el texto, la institución creada bajo la Ley de Lenguas expresó su “preocupación e inquietud por no haber escuchado” al presidente en la “lengua ancestral” ante los paraguayos y las autoridades extranjeras que participaron en la ceremonia celebrada el pasado mes de agosto.
Los asesores de prensa del presidente confirmaron a BBC Brasil que el mandatario sí habla guaraní.
“Es verdad que surgieron críticas, pero no fue una decisión deliberada (del presidente de no hacer su discurso en guaraní)”, dijeron. Como gesto a favor del idioma, agregaron, el presidente ordenó que todos los logos de las instituciones públicas fueran actualizados para reflejar el español y el guaraní.
Intimidados
Durante mucho tiempo, según especialistas e historiadores, el guaraní estuvo mal visto por las clases más ricas. Esa actitud provocaba que las clases más bajas se sintieran intimidadas al hablar el idioma indígena fuera de casa.
“La atmosfera fue cambiando desde que entró en vigor la ley”, dijo Godoy.
Para ella, la escritura y la gramática también cumplen un papel fundamental para la preservación de las lenguas indígenas. Dice que este año se publicaron diccionarios y libros que respaldan el guaraní y otros idiomas ancestrales -Paraguay tiene 19 lenguas indígenas-.
Es el caso del diccionario de manjui lanzado este año en el país, realizado por Javier Carol, investigador y profesor de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, Argentina, a petición de las autoridades paraguayas.
“Lo importante del diccionario es que significa que la lengua existe para el Estado. Significa que el Estado y la sociedad no la esconden, y eso es importante para la persona que habla esa lengua”, dijo Carol.
Se estima que al menos unas 3.000 personas hablan manjui. Pero existen otros idiomas, como el del pueblo guaná, hablado por apenas cuatro personas, como indicó Celia Godoy.
En muchos casos, según especialistas, es natural que los niños y adolescentes prefieran, unas veces pro integración y otras incluso por cierta vergüenza, programas de televisión, moda y cultura en español, lo que dificulta la permanencia del idioma indígena.
Qué ocurre en otros países latinoamericanos
En México se hablan 68 lenguas indígenas, con 364 variantes lingüísticas, según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.
Más de siete millones personas hablan alguna lengua indígena en México, lo que representa 6,5% del total nacional, según la encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de 2015 (la más reciente disponible).
De esas lenguas, la más hablada es el náhuatl con 23,4%. Le siguen el maya (11,6%), tseltal (7,5%), mixteco (7,0%), tsotsil (6,6%), zapoteco (6,5%) y otomí (4,2%).
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En Sudamérica, además de Paraguay y Bolivia, Perú (con 44 lenguas originarias) y Ecuador (con 14) también son países donde se pueden escuchar, en mayor o menor medida, lenguas indígenas.
Según datos oficiales, cerca de cuatro millones de peruanos de una población total de 32 millones de habitantes, hablan algún idioma indígena.
En Ecuador, sin embargo, los académicos alertan de que algunas lenguas indígenas corren el riesgo de desaparecer.
Lo mismo ocurre en Brasil, que según Eduardo Navarro, profesor de la Universidad de Sao Paulo que investiga culturas indígenas desde hace tres décadas, ya perdió la oportunidad de ser bilingüe como Paraguay.
Paraguay “tiene la suerte de preservar” el guaraní y “tiene el mayor índice de bilingüismo en América y consiguió eso con muchas medidas”, dijo Navarro.
“Para que las lenguas sobrevivan, además de ser habladas, tienen que ser escritas. Necesitan ser leídas o sus palabras serán sustituidas por el portugués (en el caso de Brasil) como viene sucediendo. Sabemos que proteger la lengua es proteger la cultura. Y las culturas no pueden morir”, dijo el investigador.
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