Las mujeres de EEUU pierden terreno
La falta de políticas de conciliación familiar es un escollo para las féminas
En los años noventa el 74% de las mujeres en edad óptima de trabajar (25 a 54 años) en EEUU formaban parte de la población activa, es decir trabajaban o buscaban activamente hacerlo. Solo los países nórdicos europeos– Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca– estaban muy por delante y otros países como Canadá superaban ligeramente a su vecino del sur.
Hoy la lista de los países que llevan la delantera a EEUU es mucho más larga y a eso se le suma que si en la mayor parte de los países de la OCDE las estadísticas muestran una tendencia al alza, la de este país es la contraria en los últimos 17 años.
Desde 2000 hasta 2017 se ha pasado del 76.7% de las mujeres en población activa a 75%. En la media de los países de la OCDE el crecimiento en este periodo ha sido de cinco puntos porcetuales. Un país como España ha pasado del 62.8% al 82% y en países como Italia e Irlanda, donde se está por detrás de EEUU la tendencia es al alza y no a la baja.
A la hora de explicar por qué ocurre esto, el Center for Economic and Policy Research (CEPR) explica que la respuesta está en el hecho de que las políticas de trabajo y familia se han estancado en el país, el único de todos los desarrollados en los que no hay una paga garantizada de licencia familiar para atender a un hijo recien nacido o un familiar enfermo, ni tampoco demasiados días por enfermedad.
Los trabajadores no tienen el derecho de reducir sus horas de trabajo para atender obligaciones familiares y mantener el pago por hora que se tiene cuando se labora el día completo. Para muchos, dejar a sus hijos más pequeños en un jardín de infancia es un costo inalcanzable y no siempre los hay cerca de donde las familias lo necesitan.
Otros países han aumentado las ayudas a las mujeres, que son las que normalmente toman las licencias cuando nacen los niños o se ocupan de los mayores. En Europa, la licencia obligatoria a los padres (y no solo a la madre) durante un cierto periodo tiene como objetivo que las mujeres no vean en su sueldo (que se distancia mucho tras la maternidad de los que cobran sus compañeros en la misma actividad) la penalización por tener familia, además de dar la oportunidad familiar y laboral a ambos.
Desde el CEPR se recuerda un estudio de 2013 en el que se evidenciaba que cuantas más semanas de licencia maternal y mayores salarios por reemplazo por los perdidos mientras se está con esta licencia, más crece la participación laboral de las mujeres.
El derecho a trabajar a tiempo parcial, con jornadas más cortas, y el tratamiento paritario de los trabajos a tiempo parcial eliminarían más escollos del camino de las mujeres.
El mayor gasto público en cuidado de niños tiene efecto dependiendo de países. En muchos de ellos eleva la participación laboral femenina, aunque en otros no tanto porque se sustituye el cuidado de calidad por el informal. Es algo que, en cualquier caso, obliga a tomar decisiones que no son fáciles.
El año pasado, la presidenta de la Reserva Federal de San Francisco, Mary Daly, explicaba al hablar de la rebaja de la población activa en general en EEUU que muchos de los razonamientos con los que intenta explicar son también aplicables a países donde esto no ocurre. Daly explica que una de las cuestiones que separa a EEUU de un país como Canadá es la menor participación femenina.
En Canadá está al alza y como recuerda Daly, en este país hay fuertes políticas de licencias familiares. Los trabajadores tienen asegurada su vuelta al trabajo con la misma compensación después de tomar largas licencias (en algunas provincias puede ser de 18 meses), reciben pagos para reemplazar parte de los ingresos que están financiados por el Estado y el sistema “anima a la gente a regresar a sus trabajos en vez de abandonarlos tras el nacimiento de un niño”.
Guy Rider, director general de la Organización Mundial del Trabajo, explicaba en su blog recientemente que hay que renovar el contrato social “y preparar para los cambios demográficos facilitando a quien esté marginalizado o restringido a participar en la fuerza laboral de forma igualitaria”. Se trata de acomodar a la mitad de la población, no a una minoría.