Universidades e incentivos: un arma de doble filo

La vitalidad económica de los estados ¡y de la nación! depende de una sociedad educada

En la medida en que cambian los grupos demográficos en Estados Unidos, varían también las necesidades de las instituciones que les sirven. Así, a lo largo y ancho de la nación se ha visto un incremento en la tasa de la graduación escolar de los hispanos, lo que ha creado un nuevo flujo de matriculados en las organizaciones que ofrecen una educación post-secundaria; ya sean universidades de cuatro años o colegios universitarios que preparan a los estudiantes con un diploma asociado de dos años.

De hecho, hacer que estos jóvenes adquieran una educación universitaria es actualmente el foco de las políticas gubernamentales, cuya meta para 2020 es llegar al número más alto del mundo de personas graduadas.

Con este fin, en 2008, se creó un incentivo federal para asignar recursos adicionales a aquellas instituciones que atienden a nuestra gente, dado que los latinos representamos el grupo minoritario de mayor crecimiento poblacional, al tiempo que somos uno de los más bajos en logros académicos.

Si una entidad cuenta —por lo menos— con un 25% del estudiantado de origen hispano, puede solicitar la designación de Hispanic-Serving Institution (HIS). Una vez aprobada, las universidades son elegibles para recibir subvenciones del gobierno federal.

Muchos colegios y universidades compiten por convertirse en HIS, tanto por el deseo de calificar para más fondos como por razones mercadológicas, puesto que las comunidades minoritarias las consideran más atractivas, lo que ayuda a subir la matriculación.

No obstante, llevar el título de HIS no es garantía de buen servicio. Muchas veces alcanzar el porcentaje mínimo para adquirir o conservar el estatus no viene de la mano con los programas e iniciativas necesarios para asistir de manera adecuada a la población Latinx.

Gina García, de la Universidad de Pittsburg, habló al respeto: “A veces, el nombre HSI no pasa de ser una etiqueta hueca. A pesar del aumento en el número de HSI, hay que criticar la tendencia imperante en algunas de estas a inscribir muchos hispanos sin conseguir que los resultados finales sean de verdad equitativos”.

Es decir, que se enfocan en inscribir nuestros hijos, pero no en graduarlos de una carrera. Y esto se debe a la falta de soporte real para ayudar a los estudiantes a lidiar con los obstáculos que vienen con la vida universitaria y la identidad latina. De ahí que sea de vital importancia que la designación responda a un esfuerzo cohesivo, integral e inclusivo que aspire al éxito a través de la graduación, en lugar de un juego de números donde lo que importan son los recursos recibidos y no los resultados obtenidos.

La vitalidad económica de los estados ¡y de la nación! depende de una sociedad educada. Más y más puestos laborales demandan un grado universitario. Para los hispanos poder participar en igualdad de condiciones en el mercado de trabajo del futuro, es imprescindible mantener el paso y graduarse en masa. Y eso no está ocurriendo tan a menudo como se esperaba porque, en muchos casos, las Hispanic-Serving Institutions han hecho de las subvenciones federales un negocio en vez de un servicio.

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