Un Primero de Mayo para pedir respeto para los inmigrantes

Las licencias de conducir son uno de los asuntos que llevan a la calle a los trabajadores

Manifestación en las oficinas de Amazon por la colaboración con La Migra. /Cortesía

Manifestación en las oficinas de Amazon por la colaboración con La Migra. /Cortesía Crédito: El Diario

“Los derechos de los trabajadores y los de los inmigrantes están unidos a los Derechos Humanos y en este momento hay un sentimiento antiinmigrante amplificado por la Administración Federal”. Esa fue la primera y más generalizada razón para sumarse a la marcha protesta frente a la Torre Trump en la Quinta Avenida, según explicaba Lovelie Tejada horas antes de que la organización para la que trabaja, la New York City Immigration Coalition(NYCI) se uniera a otras de carácter comunitario, religiosas y sindicatos durante el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores.

“Cada año tratamos de unir voces en un día como hoy [por el miércoles] aunque cada organización quiere tener la suya propia”, aclaraba Tejada. Y en 2019, en la segunda mitad de la legislatura de Donald Trump, había voces distintas clamando por lo mismo: el respeto, la protección y las oportunidades para los inmigrantes.

A primera hora de la mañana un grupo de unas 75 personas, convocadas por ALIGN-NY, New York Communities for Change, Mijente, Make the Road New York,  DRUM-Desis Rising up and Moving y Jews for Racial and Economic Justice, entre otras organizaciones, se dieron cita en las oficinas de Amazon en Manhattan para protestar la cooperación continuada que tiene esta empresa con las autoridades de inmigración conocida como ICE o ‘La Migra’.

Cartel en mano, esta joven participa en una de las manifestaciones por el Primero de Mayo en la ciudad de Nueva York. /Mariela Lombard

Maritza Silva-Farrell, líder de ALIGN, lamentaba que Amazon no solo explote en sus condiciones de trabajo sino que además ayude con su tecnología de reconocimiento facial a las deportaciones que hace ICE. “Niños se están quedando sin sus padres”, criticaba antes de explicar, “esta mañana era importante hacerles saber que esta es una ciudad de inmigrantes”.

El Primero de Mayo merece una reflexión especial, considera Silva-Farrell. “Valorar a nuestros trabajadores en una ciudad construida por muchos inmigrantes, valorar su trabajo mientras que vemos deportaciones y políticas para desmantelar lo que somos, la columna vertebral de la comunidad”.

“Muchos hemos decidido tomar este día para protestar los servicios que las corporaciones prestan a ICE y pidiendo que los terminen pero también para asegurarnos que haya oportunidades”. Silva-Farrell explicaba que una de las maneras de ampliar las posibilidades económicas y sociales de todos los trabajadores era permitiendo que haya “licencia de manejar”.

En este sentido, la manifestación de la mañana era una voz que se continuaba con la que se escuchó por la tarde en varios estados y ciudades, entre ellas Nueva York.

Tejada explicaba que el estado y la ciudad santuario que es Nueva York tiene que luchar para que los residentes indocumentados tengan permisos para manejar. “Quizá en la ciudad no se percibe tanto el problema pero tener la licencia es crucial para familias de fuera, en otras zonas del estado, que necesitan el carro para llevar a sus niños a la escuela o al entrenamiento de football o para llegar al trabajo”.

Pese a que tras las últimas elecciones cambió el talante con la que se recibe esta iniciativa de las licencias de conducir, Tejada explica que aún no hay un voto para ello y organizaciones como la suya siguen trabajando para que lo haya. “Queremos apoyar a nuestros trabajadores”, explica desde una organización que convocó a la marcha para “mostrar nuestra resistencia unificada a la marcha atrás que se está dando a las protecciones laborales por parte de la Administración de Trump y los ataques a las comunidades inmigrantes”.

Los derechos de los trabajadores tocan muchos aspectos de la vida de la ciudad y por ello otra de las preocupaciones que tienen los organizadores de esta marcha es la elaboración del Censo, en particular el impacto negativo que pueda tener la inclusión de la pregunta sobre si se es nacional o no que quiere incluir el Gobierno de Donald Trump en el pormenorizado conteo que se hace cada 10 años por mandato constitucional.

Serena Thomas, trabajadora de restaurante, durante una manifestación por el Primero de Mayo en la ciudad de Nueva York. /Mariela Lombard

La cuestión de si esta pregunta será incluida o no, ahora pendiente de una decisión del Tribunal Supremo que preocupa a quienes abogan por su no inclusión, es crucial porque puede disuadir a muchos inmigrantes (indocumentados o no) de constar en el Censo. Y eso es grave porque dependiendo de la población se asignan los asientos que corresponden a cada zona del país en la Cámara de Representantes y se financian las necesidades de la comunidad en materias de infraestructuras como carreteras o servicios como escuelas.

Taría Vines, de El Bronx, explicaba que lo que  le lleva a participar en el International Workers Day es el salario justo para personas que trabajen en los restaurantes, salones de belleza y manicuras además de educación gratuita de calidad y un contrato justo para los profesores y adjuntos de CUNY.

Ella fue convocada por Roc United, para unirse a las organizaciones que marchaban en North Academic Center (NAC) Plaza en Harlem, y lo hizo de forma solidaria porque actualmente está contratada como asistenta personal elaborando comidas y gana $18 la hora. “Pero he trabajado durante años en restaurantes y quiero que todo el mundo tenga salarios más altos, un salario justo y que se acabe el acoso sexual del que en el caso de las mujeres dependen muchas propinas”.

El salario de propinas es de $7.50 la hora y $8.65 para los que trabajan en locales con más de 11 empleados. El sistema está pensado para que se llegue al mismo salario mínimo con las propinas que reciban y de no llegarse el empleador debe pagar lo que resta para alcanzar ese límite.

“El sistema no funciona porque siempre hay forma de evitar esta obligación”, explica Vines que recuerda que hay mucho robo de salario en el sector y que además no es lo mismo trabajar por propinas en un restaurante de lujo que en un local de barrio. “No hay balance. Cuanto más barato se trabaja, más bajas son las propina”, recuerda como lo han hecho en otras ocasiones las manicuristas.

En el Primero de Mayo, esta mujer admite que hay oposición por parte de los restaurantes a subir el salario mínimo pero pide que se vea que en los siete estados donde este salario de propinas no existe los negocios van bien y los empleados no necesitan asistencia pública. Son trabajadores pero no trabajadores pobres.

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