“Con una fuerza militar ‘irregular’, revolucionaria por una parte, criminal por otra, es absurdo buscar un quiebre institucional”.

Experto analiza la crítica situación en Venezuela

Erik Del Bufalo, Doctor en Filosofía. Foto: Cortesía.

Erik Del Bufalo, Doctor en Filosofía. Foto: Cortesía. Crédito: Suministrada

La profunda crisis social, política y económica que vive Venezuela cada día involucra a más naciones y repercute en la estabilidad de la región. Desde la Casa Blanca hasta el Kremlin, pasando por La Habana, Brasilia, Lima y Bogotá, se negocia la salida de Nicolás Maduro del poder.

El 23 de enero de 2019, el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se juramentó como presidente encargado del país sudamericano y el pasado 30 de abril, fue “liberado” el dirigente del partido Voluntad Popular, Leopoldo López, quizás en la actualidad el preso político de más renombre en Latinoamérica.

Mientras los actores políticos dialogan -no sabemos a qué costo para los países involucrados-, Venezuela enfrenta una inflación de 10.000.000% en 2019, de acuerdo a los cálculos del Fondo Monetario Internacional, FMI; El Observatorio de Conflictividad Social de Venezuela, registra un promedio de 69 protestas diarias y en los primeros tres días del mes de mayo, 239 personas resultaron heridas y cinco perdieron la vida en enfrentamientos con fuerzas policiales, militares y paramilitares, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) .

En el marco de esta compleja situación conversamos con Erik Del Bufalo, doctor en Filosofía de la Universidad de Paris X. Profesor Titular de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas.

Del Bufalo se dedica principalmente al campo de la filosofía contemporánea, ética, estética, pensamiento político y filosofía de la comunicación y la fotografía. Ha publicado Deleuze et Laruelle. De la schizoanalyse à la non-philosophie, París, Kimé, 2003. El rostro lugar de nadie, Erotismo, ética y umbral en la obra de Alí González, Fundación Mercantil, 2006. Coautor de La Política encarnada, Luís Duno Gottberg (Ed.), Caracas: Equinoccio, 2016, así como diversos artículos en revistas venezolanas e internacionales.

¿La “liberación” del preso político, Leopoldo López, se podría considerar como el único objetivo del “pseudo-alzamiento” del 30 de abril o en realidad el objetivo era terminar con la dictadura de Nicolás Maduro y falló? Algunos incluso lo catalogan como el inicio de la campaña presidencial de López, ¿está usted de acuerdo con esta última afirmación?

En realidad, desde el punto de vista de los resultados solo podemos decir que la “Operación Libertad” fue sólo un acto propagandístico, pero ello no excluye que en efecto existieran motivaciones más legítimas y profundas. Las declaraciones de voceros calificados de EE.UU. como John Bolton o Mike Pompeo dan a entender que sí había la intención de que ocurriera un gran alzamiento militar que acabara con la tiranía chavista. Esto último, a nuestro criterio es lo más inquietante, pues muestra desinformación o falta de inteligencia de cómo es la estructura real de la FANB.

La cual no tiene nada que ver con la clásica pirámide militar y más con columnas revolucionarias, tal y como trabajan grupos guerrilleros o militares, todo ello enmarcado en la doctrina de “guerra popular indefinida”, expresada ya en la época de Hugo Chávez. La estructura militar y sus líneas de mando fueron modificadas luego de los acontecimientos de 2002. Con una fuerza militar “irregular”, revolucionaria por una parte, criminal, por otra, es absurdo buscar un quiebre institucional, pues justamente ya no hay institución militar propiamente dicha. Hay una organización militar irregular, completamente infiltrada por civiles del aparato chavista, agentes cubanos y rusos.

La postura de España, sobretodo tras sus recientes elecciones, de acoger a un huésped como López en la embajada, ¿cómo la analiza? ¿Tomó López la mejor decisión, o se convierte más que en un huésped en un detenido, pero en la embajada de España?

España no acepta asilados políticos que no hayan tocado territorio español. En teoría LL está protegido, como “huésped”, que es una manera de facto de asilarlo, pues incluso se le ha pedido que no haga política desde la embajada. Ello demuestra también la magnitud del fracaso del 30 de abril, que se suma al fracaso del 23 de febrero y que, en resumen, es el fracaso completo de la tesis del “quiebre institucional de la FANB”, o del golpe de Estado contra Maduro, dicho de un modo más familiar.

Tomando en cuenta los “movimientos” que se gestan desde la Administración de Donald Trump en referencia al tema Venezuela, resumiendo hemos observado que han actuado a través de sanciones económicas, sanciones a los altos funcionarios del régimen venezolano, publicaciones via Twitter, ofrecido (no sé si decir proporcionado) ayuda humanitaria, amenazas directas (todas las opciones están sobre la mesa), amenazas a Cuba, pero no a Rusia ¿Hay voluntad desde EEUU de apoyar al gobierno de Guaidó para que se geste una transición en Venezuela o usted lo ve más bien como una inversión electoral (promesa) de cara a las elecciones presidenciales de EE.UU. en 2020?

En primer lugar, lo primero que ha hecho la administración Trump luego de la derrota de la tesis del golpe interno es ir corriendo a hablar con los rusos, en una especie de diplomacia de guerra. Ello significa que ya EE.UU no espera ningún golpe y tratará de negociar con rusos, chinos y cubanos, la entrega de Maduro. ¿A cambio de qué? Eso no lo sabremos y tampoco sabemos cuánto esté dispuesto a dar EE.UU a cambio, o cuán valiosa puede seguir siendo una Venezuela devastada para los intereses geopolíticos estadounidenses. Pero, en todo caso, no habrá “opción” militar hasta que no se haya cerrado completamente la negociación con los dueños actuales de Venezuela. Es duro decirlo, pero después del 30 de abril, es obvio que el futuro de Venezuela no está en las manos de los venezolanos.

Por otra parte, es claro que Venezuela es un factor determinante en la campaña electoral estadounidense, especialmente en Florida, la cual es cada vez más percibida a lo interno de nuestro país como mera politiquería y menos como verdadero compromiso con la libertad y la democracia en el hemisferio.

¿Ve posible o necesaria una intervención militar liderada por los Estados Unidos y apoyada por los aliados de la región, Colombia, Brasil y Ecuador (por citar algunos) para que regrese la democracia a Venezuela? Si no está de acuerdo con la intervención ¿cuál sería el paso para que se instale un gobierno de transición?

Lo diré claramente y en pocas palabras, sin amenaza real de la fuerza es casi imposible que la tiranía caiga. Ello no significa que se deba usar la pistola, pero sí mostrarla con el dedo en el gatillo.

¿Cree necesario el constante llamado del presidente encargado Juan Guaidó de salir a las calles? Incluso se le piden acciones de protesta a los ciudadanos venezolanos desarmados de parte de funcionarios estadounidenses. ¿No es suficiente lo que ya se ha hecho, los muertos, las víctimas, las familias destrozadas?

No, creo que es una irresponsabilidad seguir exponiendo a padres y madres de familia desarmados a la violencia de una tiranía sin escrúpulos, que es hasta capaz de atentar contra niños y ancianos. Además ya el chavismo no tienen nada que aparentar, ya todo el mundo sabe quienes son, así que tampoco teme a los costos políticos. En estas condiciones es una locura seguir exponiéndose, máxime cuando ello no tiene ninguna incidencia en los acontecimientos por venir y, en todo caso, solo sirven a intereses partidistas en su afán de mostrar poder de convocatoria.

Hace 5 años en una entrevista que tuvimos comparaba de alguna manera el proceso de Ucrania y la primavera árabe con el de Venezuela, ¿sigue pensando que esa sería una de las salidas hacia una gobernabilidad democrática, es decir la presión cívico-militar?

En el 2014 todavía era posible, luego del malestar por el fraude electoral contra Henrique Capriles, pensar en una Primavera Venezolana, aún en el 2017 fue posible pensarlo, pero vimos la inmensa crueldad de la tiranía y la absoluta mediocridad política de la mayoría de la dirigencia opositora. Por todo lo que hemos expresado se hace claro que estamos en otra situación.

¿Para los lectores jóvenes, hay algún hecho histórico similar a tener un gobierno paralelo, reconocimiento de poco menos de 60 países, embajadores, algunos cargos claves como está sucediendo en Venezuela con el presidente encargado, Juan Guaidó?

No que yo sepa, no a este nivel y sin que haya ocurrido una guerra civil como en España o una ocupación como en Francia.

¿Qué piensa sobre la inclusión de adeptos al chavismo (madurismo, PSUV) en un gobierno de transición, como de hecho estuvo planteado (según Elliott Abrams) en el acuerdo que “falló” y que garantizaba la permanencia en sus puestos de todo el alto mando militar?

La respuesta a esta pregunta es compleja, pues el chavismo no es como el nazismo o el comunismo soviético, un movimiento político claro que puede ilegalizarse. El chavismo en primer lugar es movimiento difuso, cultural en sentido antropológico, que recoge lo peor de todas nuestras lacras históricas, el militarismo, el rentismo, la corrupción, la izquierda latinoamericana, etc. El chavismo es más un conjunto de prácticas sociales que se pueden derrotar fácilmente eliminado sus incentivos, que por razones de tiempo, denominaremos aquí estatismo populista. Ahora bien, si es claro que hay adeptos a la figura de Chávez que aún se encuentran entre nuestra población y son ciudadanos sin crímenes, podrían participar luego de la transición en unas elecciones. Lo que no podemos permitir es que la élite del régimen quede impune y con derechos políticos luego de sus crímenes. A eso hay que oponerse con toda determinación. Voy más allá, el chavismo en tanto que se consolidó en un Estado forajido debe desmontarse completo, incluyendo su constitución, una constitución totalmente diseñada para producir este estado criminal. Lamentablemente hay factores, más allá de chavismo, el statu quo, formado por intereses económicos y políticos que quisieran heredar para su propio beneficio este conjunto de prácticas antirrepublicanas, también hay que decirlo y denunciarlo. Mucha de la actitudes extrañas de los cuatros partidos que tienen la mayoría parlamentaria (por haber salido de una situación que los sobrerepresenta), se explican por este hecho.

La opinión pública acusa a la Asamblea Nacional, liderada por el presidente (e) Guaidó, de no pedir de manera explícita la ayuda internacional a través del artículo 187, numeral 11 de la Constitución que dice: “Autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país”. ¿Por qué cree usted que no lo han hecho?

Es cierto que pedir cooperación internacional no garantiza dicha cooperación, pero movilizaría al país en esa dirección y sería un mensaje muy claro a la comunidad internacional, sería un gran S.O.S, un gran llamado de auxilio, absolutamente legítimo y justificado. Creo que no se ha hecho, porque como dijo un diputado de Primero Justicia, “no queremos que nos roben el protagonismo” y que traducido a lo que decía en la pregunta anterior, se quiere heredar parte del Estado chavista, de nuevo, el statu quo va más allá del chavismo.

¿La discusión existente sobre las inclinaciones políticas de Guaidó qué le sugieren? Pareciera que las personas le temen al término socialismo. ¿Usted se identifica con el temor que produce la palabra socialismo?

En Europa socialismo significa generalmente “socialdemocracia”, pero en América Latina significa de un modo primario izquierda autoritaria. Por supuesto que da miedo, sobre todo, porque, a diferencia de muchos “liberales” de EE.UU. que lo apoyan sin saber de qué se trata, lo hemos vivido y conocido. El socialismo es difícil de explicar, como es difícil de explicarle a otro cómo es el sufrimiento de una enfermedad o la pérdida de un ser querido. Hasta que no se sufre no se comprende realmente.

(Johani Ponce es una periodista venezolana radicada en Florida) poncepress@gmail.com
@johaniponce1

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