Cuando la oportunidad llama a la puerta de quien no tiene casa

El programa de formación culinaria de Project Renewal, una organización que se ocupa de desamparados y personas con problemas de adicciones, ha puesto a trabajar a muchas personas cuyo hogar era un refugio

Luis Manny Roman, jefe de cocina de City Beets Kitchen, uno de los primeros alumnos del programa del Programa de Servicios de Comidas de Project Renewal./A. B. N.

Luis Manny Roman, jefe de cocina de City Beets Kitchen, uno de los primeros alumnos del programa del Programa de Servicios de Comidas de Project Renewal./A. B. N. Crédito: Ana B. Nieto | El Diario

Desamparado durante años, tres años de cárcel e historial de uso de drogas. Cuando se empieza así una historia normalmente se está en el inicio de un drama. Pero este, felizmente, es el caso contrario.

A sus 50 años, Manny enumera, “tengo una casa, dinero en el bolsillo, beneficios en el trabajo, un 401k y una historia crediticia. No puedo pedir más, tengo éxito”.

El éxito es llegar a una meta, la que uno se fije, por un camino de obstáculos.

La capacidad de avanzar por ese camino la tiene casi todo el mundo. “Da a alguien un pescado y comerá un día, enséñale a pescar y comerá todos” es una frase tan famosa como incompleta. Casi todos podemos pescar pero la oportunidad de hacerlo sin embargo no es universal (no todo el mundo vive cerca de un río con peces o tiene a alguien que le enseñe) y desde luego, no se puede hacer si no se tienen los recursos. El pescador tiene que tener una red o una caña, los medios para hacer valer esa oportunidad.

Este hombre nacido en Brooklyn pero de familia puertorriqueña tuvo, tras muchas dificultades, la oportunidad y los medios.

Manny es Luis Manny Román el cocinero jefe de City Beets Kitchen la cocina donde ha trabajado durante buena parte de la madrugada antes de encontrarse con El Diario.

Aunque temporalmente por motivos de renovación trabaja en Brooklyn, la cocina donde trabaja habitualmente está en la calle 3 en el East Village, en uno de los siete refugios (shelters) de la ciudad que gestiona Project Renewal. Se trata de una organización que durante más de 50 años presta servicios a la gente que no tiene techo y personas que tienen problemas de salud mental, abuso de drogas o conviven con la violencia.

Esta organización tiene desde finales de los años noventa un Programa de Formación Culinaria que enseña y entrena a personas que vive en los refugios o está atendida por Project Renewal además de otros programas y servicios de la ciudad. En este momento hay 25 personas en este programa culinario.

Barbara Hughes, que ha sido chef en varios restaurantes de Nueva York, es la directora de este programa desde sus inicios en 1995. “Empezamos porque queríamos crear trabajos para la gente  y sabíamos que en la ciudad tradicionalmente ha habido y sigue habiendo mucho empleo para trabajadores de servicios de comidas”. 

“No hay muchas barreras para ser contratado a diferencia de otros empleos”, explica Hughes. “No se necesita un diploma de high school o GDE para muchos trabajos. Con que te puedas mantener, tengas capacidad física para hacer el trabajo y realmente quieras hacerlo, se tiene lo que se necesita”, aclara. 

El programa ofrece una formación de seis meses que incluye trabajo en cocina y pasantías y luego tres meses más de búsqueda de empleo y apoyo.

Es un currículo que se ha centrado en un sector en el que existe oportunidad para una población a la que se le suelen cerrar muchas puertas y tienen más obstáculos en el camino. “Son desamparados o gente que lo ha sido y no tiene hogar estable, personas con historial de abusos de drogas o alcohol, hay quien ha estado en la cárcel”, enumera Hughes antes de calificarlos como personas vulnerables “que necesitan que se les ofrezca una mano”. 

Y es un programa diseñado para que tengan medios y que la oportunidad se materialice. 

En él hay hombres y mujeres aunque estas son las menos — aproximadamente un tercio– porque “cuidar de los hijos es su mayor barrera”, dice Hughes. “Casi todas las mujeres que vienen al programa tienen hijos y problemas para compaginar todo. Uno de mis sueños es encontrar la solución para ello”. La directora del programa confiesa que le encantaría ofrecer cuidado infantil que es una tarea que suele caer en los hombros de las mujeres “pero es difícil hacérselo fácil a ellas”

La edad media de los estudiantes está entre los 30 y 40 años. No solo se les enseña a cocinar sino que además se hace mucho apoyo y seguimiento con personas que estudian sus casos y les insisten en la necesidad de llegar puntuales a los trabajos, querer trabajar, y estar “limpio y sobrio”.

“Cuando alguien está en nuestro programa es  porque está lidiando con un problema”, dice Hughes. Se les pide que no vengan a clase después de fumar marihuana o beber. “Si nos admiten que han bebido una cerveza el fin de semana les decimos que no pueden ir al trabajo intoxicados, tratamos de reenfocarles en un trabajo en el que pueden pasar cosas si uno no está bien”.

Luis Manny Roman, jefe de cocina de City Beets Kitchen, y Barbara Hughes, directora del programa del Programa de Servicios de Comidas de Project Renewal./A. B. N.

Buena parte del trabajo que van a hacer es en equipo en las cocinas y algunos tratarán con clientes. En este sentido hay mucho apoyo y formación. Desde el día que llegan a la primera clase tienen una persona que gestiona sus casos. “Si alguien tiene problemas serios se estudia que participe, no cerramos la puerta pero vamos a ver qué ayuda necesitan para su salud mental o sus adicciones”, explica. Hay veces que el training se detiene para algunas personas hasta que enderezan su situación. “Esto es algo que pasa con frecuencia”. 

Y no todo el mundo que empieza acaba aunque Hughes, se suelen graduar la mitad de los que empiezan.

Normalmente se hacen cuatro clases al año y el objetivo es tener a 40 personas en cada una, algo que no siempre ocurre. Barbara Hughes dice quienes quieren trabajar lo conseguirá, y de hecho hay graduados este programa en cocinas en los cinco condados, pero lo más difícil es conservarlo. Para ello, desde su organización hacen seguimiento con los empleadores y se vigila que los graduados cumplan.

Y todo se hace con un máximo de 10 personas que están gestionando el programa por el que han pasado miles de personas.

Hughes dice que la financiación del programa es una de las cosas centrales. Reciben apoyo del concejo de la ciudad y entidades como Morgan Stanley y Capital One entre otras. Si tuviera más financiación ampliaría el programa “para dar formación a quienes quieran crecer en sus trabajos, para que puedan aspirar a un trabajo de más nivel” además de insistir más en el servicio al cliente. “Buscamos siempre la forma y el dinero para poder dar más a nuestros estudiantes”.

Una de las formas de financiación es la empresa de carácter social City Beets Kitchens. “Es nuestra empresa de catering que hemos operado durante 20 años, los ingresos de esta se revierten en el programa”. Esta empresa hace miles de comidas para los refugios gestionados por Project Renewal además de proveer catering para eventos de empresas y organizaciones. 

Manny es su jefe de esta cocina de la que salen miles de comidas al día elaboradas con ingredientes comprados diariamente y en la que trabajan entre seis y siete personas más. 

Con su historial de cárcel y dependencia de drogas llegó a un tratamiento para desintoxicarse y en el que le recomendaron que estuviera ocupado porque sin nada que hacer lo más probable es que volviera a caer en la adicción. Su monitor le mandó a una agencia que a su vez le envió al curso de formación culinaria. “Fue en 1999, he buscado el dato”, le apunta Barbará mientras él desgrana su historia.

Describe su formación como “great”. Cuanto tenía problemas los hablaba con el instructor. Empecé haciendo sandwiches y ahora estoy al frente de la cocina”. Los nutricionistas diseñan los platos y él los hace. Le sigue gustando hacer sandwiches pero también hace guisos y su especialidad es la lasagna.

“Nunca había tenido un trabajo durante tanto tiempo. Nunca había estado sobrio tanto tiempo. Ahora soy estable, puedo pensar y uno se siente bien cuando se levanta en la mañana y no tiene que depender de una adicción”, explica con entusiasmo.

Manny admite que sería una idea tentadora trabajar para una gran cocina, pero desestima esa posibilidad porque le gusta lo que hace en este momento. “Quiero ayudar a gente que está donde estuve yo. He estado tanto tiempo aquí que estas personas son mi familia. Con el tiempo a lo mejor buscaría otras oportunidades pero no me iría muy lejos de Project Renewal, porque me cambiaron, me han hecho quien soy hoy”.

Manny acredita a esta organización por permitirle tener éxito, “ser responsable tener objetivos, logros y que la gente tenga confianza en mi”.

Este latino fue hace unas semanas a la gala de la organización Project Renewal como invitado. “Cuando voy a un catering nunca he sido un invitado sino el que lo hacía, y me sentí importante porque había mucha gente importante allá”.

“Con la vida que he vivido, nunca pensé que iba a estar cerca de (el senador por Nueva York) Chuck Schumer”, dice con entusiasmo antes de fijar su vista en la grabadora en la que se registran sus palabras “bueno nunca imaginé que iba a salir en el periódico”.

Se da lo que se recibe

Manny recomienda este programa para gente que ha tenido experiencias como la suya. Pero no es fácil, advierte. “Tienes que hacer que funcione, ellos te dan las herramientas pero hay que querer hacerlo, lo que pones en ello es lo que obtienes”.

Este newyorrican dice que que él puso esfuerzo y corazón cuando encontró lo que le gustaba hacer. Y está recibiendo estabilidad e ilusión.

“Todo el mundo puede cocinar pero además hay que amar lo que uno hace.Nadie pensaba que me iba a levantar a las 5.00 AM para trabajar. Y ahora me levanto a las 4.00 AM. Me gusta venir a trabajar, me ha transformado”. 

Sin duda

Si la oportunidad estuviera tan repartida como la capacidad para hacer las cosas muchas más personas tendrían posibilidades de salir adelante. Para Barbara Hughes no hay duda. “La oportunidad tiene que estar más extendida. Todo el mundo debería entender que todas las personas tienen problemas y dificultades,  no solo quien está aquí” dice refiriéndose a un refugio en el que sencillas camas separadas por paredes pero no techos ofrecen un albergue a quien no tiene donde dormir.

“En Nueva York, una ciudad tan cara hay mucha gente que vive en el filo del precipicio y la mayoría, excepto la gente quienes viven en una estratosfera limitada, necesita una oportunidad y debería haber más oportunidades”. 

 

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