Trump es un racista

Y los republicanos son cómplices con su silencio

El presidente Donald Trump.

El presidente Donald Trump. Crédito: SAUL LOEB | Getty Images

“¿Por qué no se regresan de donde vinieron?” es una expresión racista repetida muchas veces con odio y molestia. A eso hay que sumarle la estupidez del que la dice cuando el insultado es un ciudadano estadounidense. Ese es nuestro Presidente.

Ya se sabe que Donald Trump cree que un juez es “mexicano” cuando un magistrado de etnicidad latina no está de acuerdo con él. Que la gente que marcha gritando “los judíos no nos reemplazarán” junto a símbolos nazis, son iguales a quienes protestan contra ellos y su ideología.

A pesar de eso, es difícil no sentir indignación y asombro por los tuits del Presidente contra las congresistas demócratas Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York, Ilhan Omar de Minnesota, Rashida Tlaib de Michigan y Ayanna Pressley de Massachusetts. Rechaza sus argumentos con una diatriba de odio, diciéndoles que regresen a esos países corruptos e infestados de crimen.
Lo ridículo es que tres de las cuatro legisladoras nacieron en EEUU. Solo una de ellas es de padres inmigrantes. Omar llegó de Somalía a los 17 años. A ella Trump le dedica especialmente sus ataques porque es musulmana y no coincide con su política hacia Israel.

Hay un sentido de irrealidad cuando el mismo presidente de Estados Unidos utiliza Twitter, para hacer política de gobierno y manejar las relaciones internacionales, y para lanzar insultos. Da la impresión de que detrás de su nombre hay un viejo cascarrabias racista que dice barbaridades con un micrófono abierto.

Pero no es así. Ese es Trump. Para sus seguidores el principal atractivo del Presidente es decir lo que piensa, aunque sea una idiotez. Lo malo es que con su comentario normaliza las expresiones de odio. Esto lo lleva haciendo desde la campaña presidencial, creando parte del clima de intolerancia racial.

La peor tragedia es que prácticamente nadie en el Partido Republicano condenó esa expresión. No hay quien se atreva a estar en desacuerdo con él por el temor a su base. Es terrible que el nivel de popularidad del Presidente supere el 80% de los republicanos.

La idea de democracia desapareció desde el momento en que el partido gobernante se rige por la idea de que al que no le gusta que se vaya a otro país. Ya no hay espacio para el disenso.
El patriotismo es para el que abraza literalmente la bandera, disfruta de los desfiles militares y quiera regresar a una época inexistente de homogeneidad religiosa, política y racial. El otro por descarte es un traidor.

Este es el clima creado desde la Casa Blanca para la reelección. La campaña del 2020 será una de las más divisivas que se tenga memoria. Desde hace dos años se está sembrando el resentimiento para cosechar el odio que crece en lo que antes fue el partido de Lincoln y hoy es el de Trump.

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