Los estudiantes anhelan educación financiera personal, así que enseñémosles

Cuando era niña, mi rutina diaria era caminar por Bushwick Avenue hacia mi escuela pública por la mañana y a mi casa otra vez por la tarde. Casi todos mis compañeros en la escuela eran afro-americanos o hispanos y como yo, eran elegibles para almuerzo gratis o a precio reducido. Nuestra comunidad era rica en cultura y alegría, pero tenía pocos recursos financieros. Mis conversaciones con mis padres durante la cena nunca involucraron las bolsas de valores y muchas veces estuvieron centradas en historias de sus crianzas.

Yo soy hija de inmigrantes dominicanos que tuvieron muy poca educación formal y poco dinero. Para criar a nueve hijos en Bushwick, Brooklyn, tuvieron que trabajar duro, pero también dependían de la ayuda del gobierno para poder poner comida en la mesa y pagar las cuentas.

Mi experiencia es exactamente la razón por la cual pasé el año 2018 en docenas de escuelas públicas en la ciudad de Nueva York hablando con adolescentes sobre el dinero. Cuando dirijo talleres de finanzas personales, comienzo con mi historia personal porque sé que escucharlo hace que los estudiantes se sientan valorados. ¡No debería sorprender a nadie que los estudiantes tienen sed de aprender este contenido! Las preguntas más comunes que recibo son sobre tarjetas de crédito, las nuevas “apps” financieras, Bitcoin y la bolsa de valores.

Shreya Ambatti, una estudiante en la Escuela de Artes Frank Sinatra en Queens, estaba haciendo un internado en un museo donde hablé sobre presupuestos estudiantil para la universidad. Shreya dice que los puntajes de crédito y los impuestos son temas que se mencionaron en sus clases, pero los maestros nunca lo enseñaron en profundidad. Ella le rogó a su maestra Raffaela Ruiz, que me contactara y me pidiera que venga a su clase de Álgebra Financiera como oradora invitada. Raffaela es una maestra increíblemente empática que enfatiza la conexión de los conceptos matemáticos con el mundo real en su clase. Pero la realidad es que ella, como muchas otras maestras, no tiene la flexibilidad para desviar de su plan de estudios porque tiene que preparar sus estudiantes para el examen estatal al fin del año. Solamente después de los exámenes, puede cubrir algunos temas pedido por sus estudiantes, los cuales popularmente son sobre las finanzas personales.

No hay suficientes Raffaelas en este país. Ahora mismo solamente hay cinco estados que requieren clases de finanzas personales en la escuela secundaria, y uno o dos más se unirán en 2020. Nueva York no es uno de ellos.

Mis propios profesores en LaGuardia High School nunca me enseñaron explícitamente sobre las finanzas personales, pero me motivaron aplicar a varias universidades competitivas. Fui aceptada a Brown University y me gradué en el 2011. Mi tiempo allá fue una de las mejores oportunidades de mi vida, pero también una historia típica de una joven con poca capacidad financiera que se encontró con problemas de dinero.

Llegue a pagar el costo de la universidad por vía de becas. Trabajé cuatro trabajos para comprar mi computadora, pagar mi cuenta de celular y ser capaz de pagar otros gastos básicos. Incluso pude mandar un poco de dinero a casa para ayudar a mis padres. Pero simplemente no podía pagar por todo mis libros de texto, útiles escolares, costas de laboratorio para las clases de ciencia, pizza, café, ropa y zapatos o por divertirme con mis amigas.

Durante mi primer año, cumplí 18 años y abrí mi primera tarjeta de crédito. No sabía absolutamente nada sobre cómo funcionaba el crédito, pero comprar lo que necesitaba con la tarjeta y pagar solo $25 mensual se sintió como un alivio. Quería mezclarme con mis compañeros ricos y ocultar el hecho que era pobre. ¡Durante mis exámenes difíciles que duraban varios días, yo me desahogaba comprando ropa! El día de mi graduación, solo debía $5,000 de préstamos estudiantiles. Pero debía $15,000 en mis cuatro tarjetas de crédito que tenían una tasa de interés promedio de 22%.

Tres años después de graduarme, era maestra en Brooklyn con un salario anual de $45,000. Pero mi situación no había mejorado. El dinero que me ganaba no era suficiente para pagar la transportación, la comida, la renta y mis otras necesidades, aunque solamente pagaba el mínimo requerido en mis tarjetas de crédito. Estaba viviendo de cheque a cheque y sabía que tenía que hacer algo drástico.

Comencé a leer libros y blogs de finanzas personales, ver videos y escuchar podcasts. ¡Diseñé un plan para salirme de las deudas en 18 meses! Regresé a la casa de mi mamá, empaqué mi almuerzo cada día, trabajé los sábados como tutora y utilicé más de mitad de mis ganancias para pagar todas las tarjetas de crédito.

En 2015, terminé de pagar las deudas y ¡me sentí libre! Quería compartir todo lo que había aprendido y por eso comencé un canal de YouTube. Ahora tengo una carrera nueva como educadora profesional de finanzas personales.

Mi historia muestra que no es imposible romper el ciclo de la pobreza y tiene un final feliz. Pero, ¿qué pasa con las historias de los 15 millones de estudiantes en las escuelas públicas en los Estados Unidos? Ellos merecen acceso a una educación financiera de alta calidad para no tener que aprender cometiendo errores como lo hice yo. ¡Las finanzas personales son increíblemente importante en nuestras vidas y ya no hay excusas para no enseñarlas a la próxima generación!

-Yanely Espinal es coordinadora de alcance a la comunidad de  Next Gen  

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