La Fe en tiempos del coronavirus

Un feligrés comulga de las manos del sacerdote Laszlo Monostori en la iglesia de Santa Margarita en Budapest, Hungría.

Un feligrés comulga de las manos del sacerdote Laszlo Monostori en la iglesia de Santa Margarita en Budapest, Hungría.  Crédito: Tamas Kovacs | EFE

Estoy saliendo de misa. De una misa rara. Incompleta.

Fue una misa sin vino.

Sin el saludo de la Paz.

Sin abrir la boca para comulgar.

Sin agua bendita.

Sin la despedida del sacerdote en la puerta dando la mano a los feligreses.

Sí, fue una misa en tiempo de coronavirus.

El sacerdote lo explicó claramente, punto por punto, al principio de la homilía. Nos contó que las medidas eras preventivas y temporales. Fue rotundo al pedirnos que no recibiéramos el Cuerpo de Cristo directamente en la boca sino que colocaramos las dos manos después de inclinar la cabeza.

Y luego procedió a explicar que no buscáramos el agua bendita… La habían guardado.

Mis ojos comenzaron a recorrer la iglesia y era verdad. Cada uno de las pilas de agua bendita estaban vacías…

Eso sí, fue muy claro al decir que si alguien necesitaba agua bendita podía pedirla, pero por ahora se acabó la costumbre de sumergir los dedos en ella y darnos la bendición.

Hasta el agua bendita está escondida por culpa del coronavirus.

“¿Y este páànico… ¿como lo dejaron entrar a la iglesia?” me preguntó bajito la señora que tenía sentada a mi al lado… “El coronavirus no puede acabar con la fe”.

El miedo al contagio está acabando con los besos al saludar, o el apretón de manos al despedirnos. Prohibidos también los abrazos. Un sacerdote serio y frío hoy no dio su mano para despedirse de nadie en la puerta de la iglesia.

Y si por aquí llueve, por el Vaticano no escampa.

El Papa canceló sus apariciones públicas para evitar contagios.

A la salida de la iglesia paso por el Mall y lo veo lleno de gente…. No como la iglesia, medio vacía.

Y un poco tarde pensé en la respuesta a mi vecina de la banca en la iglesia: es válido tomar precauciones:

“Dios dijo ayudate que yo te ayudaré”…

Lo que no puede lograr el coronavirus es acabar con la fe.

Luz María Doria es inmigrante colombiana, periodista, productora ejecutiva de Despierta América y autora del libro “La Mujer de mis Sueños”. Podrán encontrar su columna cada lunes en nuestro diario impreso y en este sitio web.

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