La Pasión de Cristo en Iztapalapa surge por una epidemia y ahora por el coronavirus se realiza “a puerta cerrada”

Sin público, los actores celebraron el domingo de ramos, en un ambiente inédito por el COVID-19

Comenzaron las celebraciones de Semana Santa.

Comenzaron las celebraciones de Semana Santa. Crédito: EFE

MÉXICO – La Pasión de Cristo en Iztapalapa, es una de las representaciones más importantes de México y la más destacada de la capital del país. Sus orígenes se remontan a 1833, cuando la región se vio azotada por la epidemia del cólera.

Ante la epidemia del cólera en Iztapalapa, sus pobladores completamente desesperados realizaron una peregrinación ante la imagen del Señor de la Cuevita, que era ya venerado en esa zona, para implorarle que acabará ya con esa enfermedad.

Tiempo después, los casos fueron disminuyendo y la enfermedad fue erradicada, por lo que en agradecimiento, los habitantes de los ocho pueblos que conforman la zona comenzaron a realizar en 1843 la representación de la Pasión de Cristo en el Cerro de la Estrella, en la alcaldía Iztapalapa.

Los habitantes son fieles creyentes del Señor de la  Cuevita, cuya imagen se encuentra en la Catedral de Iztapalapa.

Pero ahora en su 177 representación, por primera vez en la historia, la Pasión de Iztapalapa, como comúnmente se le conoce, los eventos de Semana Santa se realiza sin publicó debido a la contingencia del coronavirus.

La tradición dicta que los habitantes de los ocho pueblos son los que pueden participar en la representación, y en esta ocasión, el papel de Jesucristo recayó en el joven Mauricio Luna, de 19 años, quien afirma estar en una lluvia de emociones.

Por una parte, afirma tener el honor de haber sido elegido como Cristo, y por otra que por primera vez en la historia la celebración católica se realizará a puerta cerrada por la epidemia del COVID-19.

“Los ocho barrios están tristes porque no van a ver su representación, como ellos están acostumbrados, pero es algo que debemos entender, tenemos que tener conciencia sobre lo que está pasando”, declaró en entrevista con la agencia EFE el joven sobre el efecto de COVID-19 en el área más popular de la capital.

La alcaldía de Iztapalapa, con casi 2 millones de habitantes, suspendió el viacrucis abierto al público -cuyo punto culminante se da en Viernes Santo- por la crisis del coronavirus.

Para Luna, esta historia hace la situación más triste y, al mismo tiempo, la mantiene más vigente que nunca.

“Es un golpe muy duro para nosotros y para los ocho barrios por el tiempo que lleva la representación, lo que representa para nosotros como agradecimiento al Señor de la Cuevita porque es algo que año con año hemos esperado, es algo que en cuanto termina vuelves a esperar”, indicó el joven.

Efectos del virus

Aunque las calles de Iztapalapa han recbido hasta tres millones de visitantes nacionales y extranjeros cada año, el coronavirus ha orillado a trasladar las sesiones de la Pasión de Cristo al atrio del Señor de la Cuevita, pero el fervor de la gente no disminuye, por el contrario hoy más que nunca la han refrendado para pedir que se supere la crisis del coronavirus en México.

Los ensayos se redujeron a un máximo de 40 personas, porque el Gobierno de Ciudad de México ha recomendado no realizar eventos masivos con más de 50 asistentes.

Por ese motivo, el joven que representa a Jesucristo invita a los feligreses a adaptarse a una realidad que la religión también ha adoptado, la de transmitir en Facebook y otras redes sociales eventos como este.

Y así sucedió, ya que la inédita jornada del domingo de Ramos se transmitió por Internet  y por televisión, para que los feligreses puedan seguir la celebración religiosa. Aunque en esta ocasión todo fue diferente en casi sus dos siglos de celebraciones.

“Pidamos mucho a Dios. Hablemos mucho con Él. Pidamos por todas las personas que tienen esta enfermedad porque todo esto pase de la manera más rápida posible, pero también debemos llevar nosotros a cabo las medidas de seguridad que nos han dicho para evitar la propagación de este virus”, indicó el joven Luna.

Honor único

Desde enero, Mauricio Luna comenzó su preparación para representar a Cristo, un honor único en la zona que implica cumplir requisitos como ser originario de Iztapalapa, una buena conducta, estar soltero y carecer de adicciones.

El que más destaca es medir como mínimo 1.75 metros y gozar de una condición física que permita cargar bajo el sol una cruz que pesa 90 kilos y mide seis metros a lo largo de un trayecto de cerca de 2 kilómetros.

Después de las “altas y bajas” que ha implicado su elección y, después, el cambio de planes, Luna se encomienda a su fe pero también se apega a la ciencia.

“Tener esa emoción, ese anhelo de irte preparando día con día para el viacrucis y los recorridos. Y que de repente te digan ‘¿sabes qué? Ya no va a ser así’, sí te pega, hay un bajón emocionalmente, pero después tiene que entrar tu conciencia” ante la compleja situación actual, reflexiona.

Así que a pesar de la contingencia

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