Costureras de urgencia y de corazón

Apoyadas por Caridades Católicas las familiares de los jornaleros de Yonkers hacen cubrebocas

La ecuatoriana Johanna Choez es una de las Mujeres en Acción que con el apoyo de Caridades Católicas están haciendo cubrebocas durante la pandemia.

La ecuatoriana Johanna Choez es una de las Mujeres en Acción que con el apoyo de Caridades Católicas están haciendo cubrebocas durante la pandemia. Crédito: Cortesía

La pandemia del coronavirus las encontró cosiendo y haciendo suyo el dicho estadounidense de que cuando la vida da limones hay que hacer limonada, ellas siguieron cosiendo.

Pero ya no eran las faldas, pantalones y camisas que hacían para sus familias. No, Mujeres en Acción, un grupo de 15 personas que son esposas, hijas, hermanas, madres y abuelas del grupo de jornaleros Obreros Unidos de Yonkers empezaron a hacer cubrebocas, una versión en telas de algodón y con espacio para un filtro de los que se usan en los hospitales.

Hay falta de este elemento de trabajo crítico para el personal sanitario y además el resto de la población lo quiere llevar para evitar contagios. Al principio las hicieron para sus familiares pero ahora están donando a la comunidad y el hospital de la zona. Es más, a algunas de ellas este trabajo les ha demostrado que pueden organizarse y trabajar juntas, ¿quizá como cooperativa en el futuro?. De momento no hay un proyecto comercial pero algunas no desestiman la idea de hacerlo en el futuro, quizá como cooperativa.

Estas mujeres empezaron clases de costura hace cinco años y ahora están dando un giro a su labor como grupo. “Una de ellas nos dijo que era como una terapia”, explica Janet Hernández, organizadora de jornaleros de los Servicios Comunitarios de Caridades Católicas, la organización que las apoya. 

Se ayudan y ayudan

Caridades Católicas, que proporcionó una serie de máquinas de cosas para estas mujeres que viven y cosen en Yonkers, recibió hace dos meses una donación de telas de una empresa que cerraba. “Pensábamos que íbamos a usarlas para las clases de costura normal”, explica Hernández que dice de estas mujeres que tienen “tanta habilidad como buen corazón”.

El cubrebocas lo diseñó la profesora de costura, Águeda Zavaleta. “Fui buscando algo similar a lo que usan los médicos, que cubriera parte del rostro, la nariz, la boca y la barbilla”, explica de estos cubrebocas que se pueden lavar.

Esta mexicana de Puebla, madre de dos hijos, se gana la vida cosiendo. “Es mi trabajo, hago de todo, también trajes de novia y quinceañeras”.  Zavaleta no solo se puso a pensar en la mejor manera de hacerlo sino que, como describe Hernández, hizo un video con tres modelos de mascarillas para elegir la mejor de ellas.

Era la alternativa que tenían en estos momentos de confinamiento al trabajar desde casa, sin poder ir a la escuela donde todos los jueves Zavaleta imparte las clases.

El segundo paso fue conectar a todas las costureras vía conferencia telefónica. “Fue muy chistoso”, dice Hernández con ternura porque la mayoría no lo había hecho nunca y tuvieron que pedir ayuda a sus hijos y nietos para conectarse.

Cuando lo hicieron eligieron el modelo de doble tela y filtro que les pareció más adecuado y empezaron. Zavaleta dice que pueden hacer una cada media hora y que, entre todas, en una semana pueden hacer unas 280, dependiendo del tiempo que le pongan ya que muchas tienen que ocuparse de la familia durante el confinamiento.

“En el futuro tendremos otra conferencia para ver si le ponemos precio”, explica Hernández una vez que habla de la condición humilde de unas mujeres que están donando su trabajo. “Les preguntamos a quiénes querían donar y nos dijeron que a la comunidad y al hospital de la zona pero yo creo que ellas también tienen necesidades y están cuidando de sus hijos”.

“Lo ideal sería que hicieran una cooperativa, bordan increíble y creo que después de esto sería el paso natural”, dice esta organizadora. Mujeres en Acción ya confeccionó los manteles para el altar de la misa del Papa Francisco en Nueva York y la ecuatoriana Johanna Choez explica que también han participado en el bazar navideño de Caridades Católicas.

Choez llegó a Yonkers hace tres años. Un terremoto en la provincia de Manabí dejó casi arrasada la ciudad en la que vivía, Portoviejo. En los últimos meses ha trabajado atendiendo en el hogar a una persona que falleció y ahora se compromete a trabajar al 100% en estos cubrebocas ahora que tiene el material para ello. “Lo importante es ayudar, la recompensa es haber ayudado, es el momento de hacer lo que hemos aprendido”

A Choez le gusta coser y lo hace desde niña porque su madre era costurera. También pinta, escribe, hace manualidades y aunque ahora piensa en el camino de la donación cuando se le habla de futuro lo tiene claro: “tenemos que reinventarnos  y demostrar que salimos adelante”.

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