¿Por qué se regalan huevos el Domingo de Pascua?

Esta tradición tiene un tono religioso dada la abstinencia de los católicos en la Cuaresma

Una de las leyendas cuenta que los huevos eran bañados de cera para conservarlos durante la Cuaresma.

Una de las leyendas cuenta que los huevos eran bañados de cera para conservarlos durante la Cuaresma. Crédito: Couleur | Pixabay

Hay tradiciones divertidas y otras muy deliciosas. Ese es el caso de los huevos de Pascua, esos riquísimos dulces que los niños encuentran con mucha alegría luego de una dinámica de ardua búsqueda y que forma parte de las actividades de la Semana Santa.

Esta arraigada tradición en Estados Unidos, así como en el centro de Europa e Inglaterra, tiene un nacimiento de tono religioso que los católicos siguen dada su abstinencia en la Cuaresma.

¿De dónde se relacionan los huevos con la Semana Santa? Se dice que hace muchos años los cristianos no podían comer, entre otras cosas, huevos ni productos lácteos, por ende reservaban los huevos y para mantenerlos frescos los bañaban con una fina capa de cera líquida.

Que una vez terminada la Cuaresma, se reunían delante de la iglesia de su ciudad y los regalaban. Con el tiempo, la Iglesia Católica fue cambiando las tradiciones y hoy solo se recomienda la abstinencia de carne los viernes de la Semana Santa.

Y seguramente dirás ¿qué relación tienen los conejos con la Pascua? Existe una leyenda popular que cuenta que un conejo estuvo presente cuando enterraron a Jesucristo en el sepulcro. Confundido y curioso por lo que estaba sucediendo, el conejo decidió quedarse en los alrededores para averiguar quién era ese hombre al que tanta gente quería. Su espera dio frutos, pues el conejo fue testigo de la resurrección de Cristo.

El conejo sabía que tenía que avisar a todos de lo que estaba ocurriendo pero, ¿cómo lo podía hacer si no podía hablar con los humanos? Se le ocurrió que lo mejor sería pintar un huevo contando lo que había visto para que, quienes lloraban la muerte de Jesús, estuvieran mucho más contento.

A partir de entonces, el conejo lleva huevos pintados a todas las casas para recordarnos que Jesús resucitó. Esta leyenda ha dado paso a la costumbre actual en la que los padres esconden los huevos de chocolate por la casa para que los niños se diviertan con mucho sabor.

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