Coronavirus | Peter Ratcliffe, nobel de Medicina 2019: “No tengo ninguna simpatía por las personas que siguen ocultando los hechos”

Tras décadas dedicadas a la ciencia, Peter Ratcliffe, Premio Nobel de Medicina 2019, jamás se imaginó lo que el coronavirus ha desatado

Peter Ratcliffe en la ceremonia de los Premios Nobel el 10 de diciembre de 2019.

Peter Ratcliffe en la ceremonia de los Premios Nobel el 10 de diciembre de 2019. Crédito: JONATHAN NACKSTRAND/AFP via Getty Images

Aunque sólo han pasado siete meses desde que se anunciaron los ganadores del Premio Nobel de Medicina, para uno de ellos se siente como “un recuerdo lejano”.

“Ha sido una montaña rusa”, le dice a BBC Mundo el científico británico Sir Peter Ratcliffe, quien, junto a los estadounidenses William Kaelin y Gregg Semenza, obtuvo el reconocimiento por sus descubrimientos sobre “cómo las células sienten el oxígeno disponible y se adaptan a él”.

Al anuncio del 7 de octubre le siguieron varios homenajes y distinciones. Y es que la trascendencia de sus investigaciones es inmensa, entre varias razones, porque están ayudando al desarrollo de nuevos tratamientos para la anemia y el cáncer.

Pero la alegría del premio duró poco: en cuestión de meses, el mundo entró en una guerra contra un coronavirus que ha dejado decenas de miles de muertos e infectados en diferentes países.

“Como todo el mundo, estoy triste por lo que está sucediendo, de alguna manera siento frustración, pero ante todo preocupación”, indica.

“Hay gente que advirtió, desde hace bastante tiempo, que esto podría pasar”.

Peter Ratcliffe, Gregg Semenza (izquierda) y William Kaelin

CLAUDIO BRESCIANI/Getty Images
La Asamblea del Nobel del Instituto Karolinska de Estocolmo les concedió el premio a Ratcliffe, Gregg Semenza (izquierda) y William Kaelin “por sus descubrimientos sobre cómo sienten las células y cómo se adaptan al oxígeno disponible”.

Recuerda otras epidemias, pero reflexiona sobre el impacto devastador que la pandemia de covid-19 está provocando en algunos lugares.

“Es difícil saber qué decir o cuáles son las observaciones correctas. La verdad es que nosotros, en este momento, realmente no sabemos dónde terminará todo esto”.

El problema de las primeras evaluaciones

Cuando le pregunto si, en general, podíamos haber estado mejor preparados para enfrentar esta pandemia, me dice que “seguro”.

Pero entiende que haya habido gente que no evaluó acertadamente la potencial gravedad de la epidemia.

“Creo que los primeros datos parecieron indicar que China había podido controlar la epidemia bastante bien, todos los detalles de eso aún están por emerger”, indica el también director del Instituto Target Discovery de la Universidad de Oxford.

“Está demostrado que (el coronavirus) ha sido mucho más grave en Europa y en Estados Unidos de lo que se pudo haber predicho”, pese a que “un buen número de expertos había advertido sobre los posibles problemas”.

Ratcliffe también es el director de Investigación Clínica del prestigioso Instituto Francis Crick (en Inglaterra), el cual se ha unido a la lucha contra el coronavirus desde el área de diagnóstico e investigación.

Peter Ratcliffe en la ceremonia del Nobel

JONAS EKSTROMER/AFP via Getty Images
Ratcliffe ha dedicado su vida a entender la respuesta (a nivel molecular) de nuestro organismo a niveles bajos de oxigeno. Ese proceso se conoce como hipoxia.

Al reflexionar sobre su país, señala que “el primer problema es que no estábamos tan preparados como podríamos haber estado”, indica el doctor.

Reconoce que resultaba fácil cometer errores cuando se analizó la situación del coronavirus en enero y en febrero.

“La mayoría de nosotros evaluamos mal la amenaza (…) Pero no tiene sentido culpar a nadie. Simplemente hay que seguir y hacer lo mejor que se pueda”, dice.

“Mi problema realmente es que pareciera (que las evaluaciones erróneas) siguen produciéndose. Todavía no hemos analizado todo lo que se debe hacer.

“En este país, aún estamos avanzando muy lentamente hacia una situación en la que intentamos controlar una epidemia que está en pleno desarrollo. Estamos esperando que pase lo mejor, esperando la posibilidad de que de alguna manera la epidemia se desvanezca”, agrega.

Pero la mayor parte de la evidencia que existe, no toda, apunta a que es poco probable que eso suceda, señala el experto.

Frustración

El investigador asegura que les ha “argumentado fuertemente a los representantes del gobierno del Reino Unido que lo que el país necesita es un programa sistemático de pruebas para el coronavirus y para anticuerpos y otro tipo de inmunidades”.

Anuncio afuera de un centro de pruebas para miembros del sistema de salud del Reino Unido,

Getty Images
Ratcliffe ha sido enfático en la necesidad de que en su país se hagan pruebas sistemáticas para detectar qué personas, con o sin síntomas, tienen el SARS-CoV-2.

Aunque admite que no es “algo trivial” de organizar, le frustra que no se haga.

Le inquieta que en su país hayan “retrasos en la obtención de pruebas de diagnóstico”, así como también demoras en la implementación de un enfoque sistemático para que, en la medida de lo posible, se puedan separar a las personas que están infectadas del resto de la población.

Y es que son muchos los contagiados con el SARS Cov-2 que son asintomáticos.

“Otros científicos y yo nos sentimos un poco frustrados porque todavía no creemos que este problema se esté valorando como es debido a medida que avanzamos”.

Señala que el hecho de que “se hayan podido cometer errores en el pasado, lo cual es fácilmente excusable”, no significa que no se puedan cambiar las medidas y las políticas en el futuro.

“Estas personas son electas por su habilidad para hablar en público y manejar preguntas muy difíciles, pero se distraen mucho con esas preguntas y pareciera que no son muy buenos tomando decisiones”.

“Indudablemente necesitamos medidas para controlar la epidemia en el futuro”, dice.

“Lo que me preocupa un poco es la incapacidad de nuestro liderazgo de mostrar claridad acerca de las incógnitas que existen y, a veces, de lo que debe hacerse”.

“La verdad y nada más que la verdad”

Ratcliffe plantea que una de las lecciones que está dejando esta crisis es que el público entiende cuando algo no se conoce.

Instituto Francis Crick, en Londres.

Getty Images
El Instituto Francis Crick, del cual Ratcliffe es director de Investigación Clínica, en Londres, es considerado el centro de investigación biomédica más grande en Europa y de los mejores del mundo.

“Y, por eso, es mejor ser honestos sobre lo que se ignora y no estar dando declaración tras declaración: ‘el virus está haciendo esto’, ‘tantos tests no serían necesarios’ o que (la situación) se acabará en mayo o junio’”.

“La gente coincide en que estas afirmaciones (y predicciones) no tienen base y que son inútiles. La gente entenderá que estamos atravesando un tiempo de incertidumbre y que, aunque tenemos un número de opciones esperanzadoras, es difícil determinar qué pasará con ellas”.

Para el especialista, uno de los aspectos claves de esta pandemia es “la importancia de decir la verdad””

“Se hará evidente quién ha dicho la verdad y quién no a medida que surjan las indagaciones”.

El experto es comprensivo con “las personas que no hicieron los preparativos tan rápido como debieron. Muchos de nosotros pudimos haber cometido ese error”.

Pero añade: “No tengo ninguna simpatía por las personas que siguen ocultando los hechos“.

“Creo que el público puede sobrellevar las noticias malas y un nivel de incertidumbre”.

Y me aclara que no está hablando necesariamente de un país en particular.

“Considero que hay distintos tipos de problemas en muchos países en este momento, en la forma cómo el liderazgo ha respondido, en las declaraciones sobre los datos relacionados con la epidemia”.

“Creo que si hubiese una lección sería decir toda la verdad y nada más que la verdad”.

“Estoy en Inglaterra”, me dice. “Y eso es extremadamente importante y cualquier desviación de ese principio tiene grandes sanciones”.

“Un poco más fuertes”

Ratcliffe posee una impresionante carrera académica que ha construido, en parte, en dos de las mejores universidades del mundo: Cambridge (como estudiante) y Oxford (como estudiante, investigador y profesor).

Y en tantos años dedicados a la ciencia jamás se imaginó lo que está ocurriendo en el mundo.

Admite que, como muchas personas, se sentía incómodo con la complacencia del mundo frente a algunas tendencias de crecimiento y de interacción entre distantes partes del planeta.

Para ponerlo en perspectiva, me cuenta que tras el anuncio del Nobel, recibió 300 invitaciones para dar conferencias en distintos países.

Y reflexiona sobre qué es lo correcto en relación al clima y al uso de combustibles fósiles.

Gente con maletas haciendo cola en un aeropuerto.

Getty Images
De acuerdo con el investigador de la Universidad de Oxford, los viajes fueron uno de los factores que más influyeron en la rápida propagación del coronavirus por el mundo.

“De cierta manera el mundo se había vuelto loco. Podríamos emerger de esta epidemia un poco más fuertes, con un poco más de claridad sobre cuáles son las prioridades que queremos para el mundo y sobre algunas de las cosas locas que podríamos dejar de hacer”.

“La idea de que podíamos seguir viajando, usando más y más energía sin importar la estabilidad del mundo”, es algo que hay que repensar. “Tiene que haber algún tipo de cambio”.

El científico no cree que esta pandemia en particular sea una consecuencia directa de la destrucción de los bosques o de actividades que probablemente están provocando el cambio climático.

“Sí creo que el número de personas en el planeta, las condiciones de cercanía en las que estamos viviendo y la libertad para viajar por todo el mundo han sido responsables de la alta tasa de propagación (del coronavirus). Los viajes son los responsables directos de que (el virus) vaya tan rápido”, señala.

“No se trata de algo inmediato”

Frente a la ansiedad que el coronavirus ha generado en muchas personas, el investigador cree que la gente entiende la verdad cuando se le dice con claridad y cuidado.

Investigadores italianos en un laboratorio

Getty Images
Conocer el genoma del coronavirus y saber detectarlo ilumina el camino para desarrollar fármacos eficaces contra la enfermedad.

“Es cierto que estamos en una posición mucho mejor frente a este virus que lo que estábamos en 1918”, dice.

Y comienza a enumerar todo lo que se ha conseguido desde que se empezó a estudiar el brote de coronavirus: se cuenta con la secuencia de ARN del virus, se sabe cómo detectarlo (lo cual permite que la enfermedad se pueda diagnosticar con precisión), se pueden medir los anticuerpos, es posible desarrollar terapias “y, tal vez, también una vacuna”.

“Conocemos qué componentes del virus podrían ser el blanco de fármacos. Tenemos un número de fármacos para probar”.

Por esas razones, indica, “las perspectivas son mejores.

Pero es importante tener en cuenta que ha sido un gran desafío organizar de forma rápida la respuesta científica a la pandemia.

“De hecho creo que la mayoría de las personas entiende que no se trata de algo inmediato”, que eso toma tiempo.

De cara al futuro

Algo positivo, reflexiona el académico, es que desde ahora en adelante la gente sabrá cuán importante es reaccionar de forma veloz ante la amenaza de otra epidemia, no sólo en lo que se refiere a la detección de casos sino de segregación de los mismos.

“Por ejemplo, Hong Kong ha tenido una respuesta extremadamente impresionante y eso es en parte a que ya habían tenido experiencia con el SARS”.

El científico me cuenta que no se siente del todo pesimista.

En estos momentos, explica, la gama de posibilidades van desde que la pandemia se vaya desvaneciendo sin causar más daños hasta una perspectiva catastrófica en la que pudiese aumentar su capacidad de infectar y golpear duramente a países en vías de desarrollo altamente poblados.

Y repite: “Siendo honesto, yo realmente no sé cómo terminará esto”.

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