Familia acampa al lado de ventana de hospital donde mexicano lucha contra el coronavirus

Por la mañana sus hijos le ponen música de Los Cachorros de Juan Villarreal, Laberinto, Los Tigres del Norte y Los Invasores

Delia Mercado (i) y su hija Paulina Ramírez, junto a la ventana del hospital.

Delia Mercado (i) y su hija Paulina Ramírez, junto a la ventana del hospital. Crédito: Beatriz Limón | EFE

Conectado a un respirador, el mexicano Moisés Ramírez lucha contra la COVID-19. Sus familiares quieren estar con él pero, como el hospital no permite visitas, acamparon junto a su ventana del nosocomio, donde permanecen día y noche para cumplir su máxima: “Estar unidos en las buenas y en las malas”.

Unas carpas improvisadas, abanicos, sillas reclinables, algunos cojines y varias hieleras son el escenario donde Delia Mercado vela por la salud de su esposo y padre de cinco hijos, quien tuvo que ser intubado el 5 de julio por agravarse su condición respiratoria.

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“Siempre tenemos que estar unidos en las buenas y en las malas; es el valor que mi esposo nos ha enseñado. Como el pilar de nuestra casa, nos acostumbró a ayudar a nuestro prójimo y aquí estamos”, afirmó Mercado, quien también se contagió de COVID-19.

Como un “golpe de suerte” o una “señal divina”, la familia considera que la habitación de Ramírez se ubicó en el primer piso del hospital Abrazo West Campus, en Goodyear, donde aseguran que tienen la oportunidad de estar más cerca de él.

“Tuvimos la dicha que nuestro padre quedara en un cuarto del primer piso y con ventana; fue cuando decidimos agarrar sombrillas, hieleras y quedarnos aquí acampando como familia”, dijo a Efe Paulina Ramírez, una de las hijas del paciente.

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La familia instauró turnos a la afueras del hospital. Por la mañana sus hijos le ponen música de sus agrupaciones favoritas como Los Cachorros de Juan Villarreal, Laberinto, Los Tigres del Norte y Los Invasores.

Delia Mercado mira a través de una ventana a su esposo hospitalizado. Beatriz Limón/EFE

Pero por las noches Mercado ora por la salud de su esposo y reza el Rosario, y los familiares aseguran que en ocasiones Ramírez mueve la cabeza o derrama lágrimas.

“Sabemos que escucha las oraciones:. Una enfermera nos hace el favor de poner el teléfono para que escuche cuando rezamos. Sé que nos oye porque salen lágrimas de sus ojos”, comentó Mercado.

El rebrote de la pandemia en Arizona disparó los casos identificados de coronavirus a 131,354 y las muertes reportadas suman 2,434, según el informe diario del Departamento de Servicios de Salud del estado, que informó de 3,257 nuevos casos y 97 muertes adicionales este miércoles.

Ante esta oleada de infecciones, los hospitales están viendo rebasada su capacidad y las autoridades instan a la población a mantenerse en sus casas, al tiempo que la reapertura de la economía no aporta al descenso de la propagación del coronavirus en la población.

Ramírez, de 56 años, es una de las víctimas que contrajo el virus y que actualmente lucha por su vida mientras permanece intubado en un hospital, a pesar que el pronóstico de vida no excedía de un día.

“Después de una semana de haber llegado al hospital, nos informaron que tenían que ponerle el ventilador porque estaba en estado crítico. En ese entonces solo le daban un día de vida, pero gracias a Dios y a las oraciones todavía sigue vivo”, afirmó Paulina.

Una serie de dibujos que le han dedicado sus nietos lucen pegados en el cristal de la ventana del inmigrante oriundo de Guadalajara, estado mexicano de Jalisco, y varias veladoras de santidades permanecen encendidas.

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Mercado y su hija Paulina comparten una silla reclinable para dormir, y gracias a toallas que mojan con agua fría en las hieleras pueden sobrellevar las temperaturas que exceden los 109ºF en el desierto de Arizona.

“Pasamos un calor extremo”, reconoció Paulina, quien no obstante se dice convencida de que el sacrificio vale la pena, ya que asegura que Ramírez es un padre “excepcional que ha brindado mucho amor a sus hijos, sus quince nietos y varios bisnietos”.

Mi padre es de un gran corazón, lo puedes ver caminando y te saca plática, sientes gusto de hablar con él. Jamás ha tenido enemigos, es muy católico y su mayor tesoro es su familia”, indicó su hija de 30 años, quien adelantó que los doctores han dictaminado una “recuperación lenta, pero estable”

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