Los pequeños negocios en NY se revuelven ante la obligación de vigilar que los clientes usen máscaras

En el actual ambiente cargado en la sociedad se teme la reacción de los clientes

La obligatoriedad de llevas máscara se extiende, más de la mitad de los estados la exigen ya./A. B. N.

La obligatoriedad de llevas máscara se extiende, más de la mitad de los estados la exigen ya./A. B. N.  Crédito: Impremedia

“No hay máscara, no hay tacos”. “No entre en el supermercado sin máscara”. “Por favor use la máscara para entrar en la tienda”. Estos carteles son frecuentes en las entradas de tiendas y restaurantes por que es 2020 y el coronavirus ha desatado una pandemia que se ha cobrado más de 138,800 vidas en EEUU. El estado ha hecho obligatorio el uso de máscaras y muchos negocios así lo recuerdan a sus clientes.

Ahora bien, lo que no todos los empresarios quieren es que recaiga sobre ellos la labor de asegurar que la obligación de usar mascarilla se respeta como pide un reglamento del departamento de Salud del Estado que entró en vigor el día 9 de julio.

El reglamento de emergencia requiere que los negocios y los dueños de edificios nieguen la entrada a cualquier persona que no se cubra la boca y la nariz con la mascarilla y requiere que sean ellos los que obliguen a estas personas a dejar el local si no se la ponen. Muchos de los negocios las facilitan gratuitamente a quien no la tenga.

Este reglamento de emergencia también dispone que haya multas por incumplimiento que pueden sumar hasta $1,000 en el caso de los individuos y hasta $2,000 al día en el caso de violación de la reglamentación por parte de los negocios.

“No estamos opuestos al uso de las máscaras, es evidente que hay que contener el avance del virus”, explicaba repetidamente Greg Biryla, director de la oficina de Nueva York de la Federación Nacional de Negocios Independientes (NFIB, en sus siglas en inglés). El problema es que hay “preocupación y miedo” ante la tarea de tener que asumir el papel de tener que recordar a los clientes la obligatoriedad y tomar medidas.

Las escenas de personas iracundas mostrando su desdén por el uso del cubrebocas y la agresividad con quienes les interpelaban a usarlas han dado la vuelta al país y al mundo en redes sociales.

Biryla explica que la mayoría de los pequeños negocios no están equipados para hacer cumplir este reglamento. Ya no es solo la cuestión del enfrentamiento que puede llegar a ser físico sino también la posibilidad de que empiece a haber demandas por parte de clientes.

“Este es un estado en los que se inician muchos litigios, es muy común y hay toda una industria que se dedica a buscar una manera de demandar”, lamenta Biryla. Es cierto que el hecho de que exista este reglamento ayuda a luchar contra las posibles demandas pero lo que no quiere nadie es tener que dedicar fondos a defenderse de una causa abierta porque por frívola que sea cuesta dinero en un momento en el que no sobra.

El NFIB ha pedido a sus asociados que les cuenten si se han tenido que enfrentar a un cliente que rechazaba el uso del cubrebocas, si el cliente se portó inapropiadamente y si han tenido situaciones en las que ha habido enfrentamiento verbal o físico. De momento, Biryla dice que ya se han registrado episodios en los que dueños de negocios se han visto en situaciones muy difíciles en las que han hecho lo que han podido.

“Llevamos meses con una situación complicada y con un ambiente increíblemente cargado”, dice el director de esta organización que explica que muchos de los que se han quejado de estas situaciones o tienen miedo de tenerlas que enfrentar prefieren mantener el anonimato.

Desde el NFIB se asegura que se quiere ser un socio de la administración en esta materia pero se pide una redacción distinta del reglamento que contemple que el empresario ha hecho “un esfuerzo de buena fe” por conminar al cliente en vez de tener que pagar una multa en caso de no tener éxito con lo que le piden hacer.

En ello coincide Andrew Rigie, director ejecutivo de la Alianza de Hospitalidad de NYC que, después de afirmar que las mascaras son críticas para mantener la salud en la pandemia, aseguraba que “los restaurantes y otros pequeños negocios necesitan unas reglas claras de los oficiales del gobierno para que puedan continuar abiertos de manera que el público y los empleados estén seguros”.

Responsabilidad individual

A pesar de que los más de 3,6 millones de contagios son una tragedia humana y un desastre económico hay ciudadanos y políticos que no lo ven como un fracaso de la responsabilidad individual con la comunidad y se niegan las evidencias científicas más recientes sobre lo positivo de su uso en la pandemia.

Casi la mitad de los estados del país han hecho obligatorio el uso de mascarillas en público pero esta misma semana el Gobernador de Georgia ha prohibido que se haga obligatorio por parte de los municipios.

Muchos grandes centros comerciales como Walmart, CVS, target y Walgreens están uniéndose a Costco, que fue el primer comercio que lo hizo, para detener la entrada a quienes no lleven las mascarillas. Tras la decisión de Walmart esta misma semana, la Federación Nacional de Comerciantes al por menor ha pedido a sus asociados que adopten una política de uso de mascaras para proteger a sus clientes y trabajadores durante la pandemia.

Una reciente encuesta elaborada por la Reserva Federal de Cleveland (hecha a principios del mes de julio) apuntaba a que la mayoría de las personas estarían dispuestas a llevar mascarillas si así lo requieren las autoridades públicas. Con todo, la encuesta revela que las personas mayores están más inclinadas a llevar estas máscaras que los más jóvenes.

La mayoría se la pone

La Reserva Federal de Cleveland hizo una encuesta entre el 3 y 7 de julio y estos son algunos de los datos.

89.9% han llevado una máscara la última vez que estuvieron en un lugar público o comprando.

67% de los que no la llevaron (uno de cada 10 encuestados) no se la podrían ni siquiera si se la ofrecen gratis en la entrada del establecimiento).

67% y 70% de los encuestados dicen que se sienten más cómodos si las llevan los empleados de los negocios y los clientes, respectivamente.

4.8% dicen que las máscaras no sirven para nada y un 15.1% no están seguros de la eficacia de estas. Un porcentaje mínimo, el 1.1% creen que es peor y que ayuda al mayor contagio del coronavirus.

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