Tito Rodríguez nunca recibió regalos de niño. Ahora él es el Santa del Barrio
Contenido Patrocinado
Tito Rodríguez decidió convertirse en el Santa Claus del barrio y llevar a los niños de bajos recursos los regalos que él nunca tuvo de pequeño.
“Mis papás eran pobres, inmigrantes mexicanos, y cuando yo tenía 6 años, mi papá se suicidó… Quedamos todavía más pobres”, nos contó.
En ninguno de los años de su infancia en Long Beach, Tito recibió regalos. Ni en Navidad, ni en el Día de Acción de gracias, ni siquiera en su cumpleaños.
“Mi mamá vendía zapatos siete días a la semana en el swap meet [tianguis] pero lo poco que alcanzaba a ganar era apenas para comer. No podíamos pensar en regalos de ni nada de eso”, recordó Tito, que años más tarde alcanzaría un nivel de fama como productor musical.
“Recuerdo que en Nochebuena no podía dormir, pero no porque Santa me fuera a traer regalos, sino emocionado de que al amanecer iría corriendo a la casa de mi amigo a ver qué le había traído a él el niño Dios. A él sí le traían regalos. A veces jugábamos juntos con lo que le habían traído”, contó Tito.
Invirtió su experiencia vivida en la pobreza para componer la música que como adolescente le gustaba y comenzó a destacar en Long Beach y en Los Ángeles, donde sus temas comenzaron a conocerse en la radio al final de la década de los años 90.
Recordó que llegó a componer música que interpretaron Snoop Dogg y la banda ‘Tha Eastsidaz’, era una época de reconocimiento.
La motivación tras una mala experiencia
Fue durante esa adolescencia en ausencia de su padre y su mamá siempre ocupada, que Tito fue arrestado y enviado a la prisión juvenil por intentar robar en una tienda de autoservicios.
“Me puse a pensar en todos esos niños que, como yo, en su infancia no tienen nada de regalos porque sus familias luchan tanto para que apenas les alcance para los gastos”, dijo.
“Bueno, quién no va a querer regalos; todos quieren que les den obsequios, pero sería muy difícil darle a todos”, reflexionó. Así que decidió comprar juguetes y recorrer calles de Long Beach en busca de pequeños para regalárselos.
“Al principio no tenía idea de lo que hacía. Iba por las calles y si encontraba algún niño, aunque fuera con sus papás, le regalaba algún juguete, y los papás se me quedaban viendo extrañados y a veces desconfiados, aunque yo les decía feliz Navidad”.
Hace unos 10 años cambió su método de premiar a los niños, estableció la fundación Local Hearts Foundation.
Era muy difícil dar regalos a todos, así que estableció reglas y las redujo a solo dos: que sean niños de familias pobres, pero que también tuvieran excelentes grados o calificaciones y aprovechamiento en sus escuelas.
“Y son muchos”, platicó el productor, que decidió entonces identificarse como el Santa Encapuchado (The Hood Santa) y comenzar a hacer su proyecto más formal. También se compró un traje de Santa Claus y una barba blanca.
Así empezó a establecer acuerdos con empresas, comercios y tiendas que aceptaron ayudar por su medio a los menores de escasos recursos y buenos estudiantes.
Dijo que el procedimiento, por lo general, comienza por algún contacto de parte de los papás u otros adultos que cuidan de los niños.
“Nos mandan sus reportes de grados de la escuela y luego los contactamos”, dijo.
Una plática habitual con esos adultos, consiste en pedir el reporte de grados y anotar lo que los niños han deseado.
“Por ejemplo, ellos me dicen: ‘Pues el niño quiere una patineta’ y yo les pregunto ‘¿qué más?’. A veces me dicen que solo tiene dos camisitas para ir a la escuela… Bueno, pues le vamos a llevar diez camisas y unos pantalones que combinen”, relató Tito.
Algunas niñas necesitan computadora, ropa. Son cosas con las que Tito premia por el esfuerzo en la escuela a pesar de las dificultades que las familias tengan que enfrentar.
El momento más emocionante para los niños es cuando el Santa Encapuchado, vestido de Santa Claus, llama a su puerta y pregunta por la persona premiada y le comienza a entregar uno tras otro los regalos que más anhela y los que más necesita.
“Es una felicidad indescriptible, se siente muy bien ver la alegría de los niños”, platicó Tito. En los últimos años ha repetido las visitas entre 25 y 30 veces cada noviembre y diciembre.
Lo que quiere, dijo, es que los niños tengan los regalos que a él le habría gustado tener.
Sin embargo ahora que el plan ha marchado como Tito deseaba, enfrenta la dificultad de un padecimiento, de acuerdo con su compañero y cofundador de la fundación Local HeartsFoundation, H.J. Chong.
Tito reconoció que tiene diabetes tipo 1 y que en ocasiones si se sumerge en su trabajo filantrópico se olvida de inyectarse hasta que su lectura de azúcar anda en un rango elevado.
Con todo, Tito piensa que en este mes de la Herencia Hispana nada iguala la felicidad de entregar a los niños los regalos que él nunca tuvo.
“Somos hispanos, ¿sabes?, somos latinos, por eso la labor filantrópica tiene nuestro sabor, de solidaridad”, dijo orgulloso.
· Leer más: Cómo nació el Mes de la Herencia Hispana en Estados Unidos