La dura vuelta al trabajo de las manicuristas

Más de la mitad no han vuelto aun trabajo cuya demanda no se ha recuperado y han caído sus ya bajos ingresos

Los salones de manicure habían instalado hasta plexiglás para proteger a los empleados y a los clientes.

Los salones de manicure habían instalado hasta plexiglás para proteger a los empleados y a los clientes.  Crédito: Getty Images

“Si no fuera por que mi hija necesita el wifi para la escuela no lo tendría”, dice Mariwbey mientras repasa mentalmente las facturas que está tratando de poner al día en pagos. Esta mexicana ha estado casi cuatro meses sin trabajar como manicurista, algo que ha hecho durante los últimos 17 años, y ha sido duro.

Durante los meses sin trabajo no ha podido contar con ninguna ayuda estatal pero si con el apoyo de los amigos y de la Iglesia, sobre todo. La renta se ha quedado sin pagar.

La vuelta al trabajo también está siendo dura.

“Las cosas no son igual que antes en el trabajo. Antes estábamos mal pero ahora es peor. He regresado a trabajar unos días a la semana pero menos de ocho horas porque los clientes no regresan, hay días que solo tengo una clienta”, explica. El dinero no llega aunque a ella la pagan por hora y no por comisión por manicura y pedicura hecha, como ocurre con otras compañeras en el sector.

Ella trabaja en Rego Park, Queens pero en El Bronx, donde trabaja Araceli Torres en otro salón de uñas, la situación es similar.

“Antes hacía siete u ocho manicuras y pedicuras al día, hoy he hecho tres”, explicaba Torres del jueves, cuando habló con este diario. “El negocio está lento”, ratifica.

Torres explica que cuando se abrieron los salones de uñas, entre junio y julio, las primeras semanas fueron muy buenas pero “desde finales julio hasta ahora esta peor y además ahora baja la temporada”, lamenta.

Ella especula que es porque muchas clientas trabajan desde casa y no se arreglan tanto, además todo el mundo tiene incertidumbre por sus ingresos y tratan de ahorrar más y algunas personas siguen teniendo reparos a permanecer durante mucho tiempo en el interior de establecimientos por más que se hayan tomado medidas de seguridad.

La NY Nail Salon Workers Association hizo en agosto una encuesta entre sus asociadas y el 49% ha vuelto al trabajo pero tres de cada cuatro explica que están trabajando menos días que antes de la pandemia y el salario se ha reducido. Torres explica que han subido algo de precio las manicuras en su local y que las clientas dejan menos propina. Dice que en alguna ocasión le han dado apenas $2.

El 51% no ha vuelto al trabajo, en la mitad de los casos porque los dueños de los salones han terminado cerrando los locales o simplemente no las han recontratado. Si se mantiene la marcha del negocio en las últimas semanas Torres dice que no le extrañaría que cierren más.

En el caso de la otra mitad que no trabaja, las manicuristas explican en la encuesta que no se sienten seguras (la inmensa mayoría de ellas no tiene seguro médico) u otras razones personales. Pero el 26%  lo hace por la imposibilidad de encontrar una alternativa de cuidado para los niños.

Torres dice aliviada que sus hijos ya no necesitan baby sitter después de contar que durante el cierre de la actividad pudo mantenerse gracias a los pocos ahorros, el SNAP, trabajos ocasionales a domicilio y  las ayudas que ha recibido de un fondo que recogió la Asociación. “A veces sientes que $40 son una fortuna”, dice.

Como estas dos manicuristas, la mayor parte de las empleadas de los salones de uñas son mujeres, inmigrantes y latinas.

La encuesta de la Asociación también revela que un tercio de las empleadas no ha recibido entrenamiento sobre como trabajar con las directrices impuestas para evitar los contagios y unos porcentajes similares no reciben la mascarilla N95 para trabajar.

Por lo que respecta a las mascarillas, tanto  Torres como Mariwbey explican que algunos clientes rechazan llevarlas y eso las pone en una situación muy incómoda. “Me da miedo cuando se quitan la mascarilla”, dice Mariwbey quien comenta que hace cinco años tuvo una enfermedad infecciosa que la deja vulnerable.

Torres dice que ella ha demandado a su jefa que la clientela cumpla con las medidas de seguridad y esta lo ha hecho, “pero cuando ella se va del salón, los que se querían quitar la mascarilla se la quitan”.

Esta mexicana explica que hay muchas personas que aprovechan para comer cuando les están haciendo la pedicura y se quitan la mascarilla. “Tengo miedo a enfermarme, tengo dos hijos a los que cuidar”, explica esta mujer que dice que “hay que hacerse respetar”.

Mariwbey dice tras años de robos de salarios y una situación laboral comprometida, es urgente que haya nuevas regulaciones y así lo demanda la Asociación que las agrupa. En concreto se pide un Fondo para trabajadores excluidos que ayude a los inmigrantes que no han sido asistidos ni por la red social existente antes de la pandemia, y que financian con sus impuestos, ni con la ayuda excepcional del CARES Act, puesto que se excluyó a quienes carecen de seguro social.

Desde la Asociación cuentan con que más allá del primer impacto de la pandemia, la crisis económica va a ser dura y habrá un alto desempleo.

También piden a los legisladores que aprueben una legislación para asegurarse de que se ponen medidas de seguridad en marcha para evitar el COVID-19 y se vigila que se les de cumplimiento. Adicionalmente se pide el voto para el  Nail Salon Accountability Act que uniría el permiso para operar a los salones al cumplimiento de las legislaciones laborales y de seguridad.

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