La COVID gana fuerza, la economía la pierde

Las solicitudes semanales de seguro de desempleo se rebajan en un muy lento goteo

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Las condiciones de inseguridad en el trabajo puede ser un factor para calificar a ayuda.  Crédito: OLIVIER DOULIERY | AFP / Getty Images

Los casi 108,000 nuevos casos de COVID registrados en EEUU solo el 4 de noviembre y los más de 1,600 fallecidos marcan una tendencia que va a complicar que la economía del país recupere el ritmo de crecimiento de forma consistente y eso se refleja en una situación en el empleo que va a costar dar la vuelta.

La semana que acabó el 31 de octubre las solicitudes iniciales para cobrar el seguro de desempleo ascendieron a 751,000, apenas 7,000 menos que la semana anterior. Ahora bien, la revisión de la semana anterior fue al alza en una cifra igual, 7,000, según el departamento de Trabajo.

Es una rebaja gota a gota en unas cifras que están fuera no solo de la normalidad incluso durante otras crisis. Hace seis semanas que se están rebajando estas cifras, pero tan lentamente que se sigue por encima del pico en esta situación que fue en 1982. En situaciones normales, el año pasado por estas fechas, se procesaron apenas 212,000 solicitudes de ayudas para desempleados.

Las solicitudes continuadas también cayeron para quedar en unos 7.3 millones, pero el motivo es porque se están agotando algunos de los programas de seguros y se está moviendo a muchas personas a otros. Casi 363,000 freelancers, trabajadores de la economía gig o contratistas independientes, están cobrando un seguro especial que dejará de existir a finales de año.

En total, 21.5 millones de personas reciben ayudas por falta de trabajo. El año pasado en estas fechas, eran 1.44 millones los que estaban en esta situación.

Estas cifras llegan la víspera de que el viernes se conozcan los datos sobre empleo en octubre. Los economistas cuentan con que la creación de empleo sea menor que en el mes anterior, es decir, que quede por debajo de los 661,000 nuevos empleos, algo que complica el camino de la recuperación que se vivió durante los meses del verano y mientras la economía se mantenía con el apoyo federal de los programas del CARES Act.

Sin este apoyo, los desempleados no tienen el extra para mantener el consumo o siquiera para pagar la renta de la casa. En muchas ciudades siguen las moratorias de desalojos pero el tusnami de ellas puede ser una catástrofe. Falta un segundo cheque de ayudas directas y sobre todo apoyo para las ciudades.

Una vez más, el jueves la Reserva Federal afirmó tras una reunión de su comité abierto, que la “crisis de salud seguirá pesando en la actividad económica, empleo e inflación en el futuro próximo e impone riesgos considerables en las previsiones económicas a medio plazo”.

O lo que es lo mismo si no se controla el virus no se controla la marcha económica del país. La Fed, tras su reunión dejó las tasas donde estaban en el mínimo 0%-0.25%. Su presidente, Jerome Powell insiste en que hay que dar más soporte fiscal a la economía porque el monetario que proporciona la Fed, con bajas tasas de interés y préstamos incluso directos y bajos a negocios pequeños, tiene limitaciones.

Los expertos de Oxford Economics están detectando cómo la situación se está deteriorando. Durante el tercer trimestre y después de caer dramáticamente en el segundo, la economía avanzó, gracias al apoyo federal pero ahora que avanza el virus la ayuda no llega.

Deterioro

El próximo presidente va a tener un desafío frente así en este sentido.

“La foto de la recuperación al filo de las elecciones reflejaba un rápido deterioro en la situación de la salud que está pesando en la movilidad mientras las menores ganancias en empleo son insuficientes para compensar la falta de ayuda fiscal”, explican estos economistas. Esto es algo que está impidiendo un avance de la demanda que se ha mantenido plana por casi mes y medio.

La demanda, el consumo de los ciudadanos es clave para la economía, pero sin seguridad sobre el empleo o sobre los salarios, no va a repuntar. Y no se trata de que se dé órdenes de cerrar lugares públicos y por tanto dejar que haya oferta, el problema es que del lado de la demanda hay muchas incertidumbres y no se gastará el dinero, sobre todo si no se tiene.

Los economistas de Oxford ven difícil que con la situación creada por las elecciones no ayude, aunque para sus previsiones de crecimiento cuentan con $1.5 billones de dólares en un nuevo paquete de ayudas.

El líder del senado, Mitch McConnell, ha renovado su asiento por otros seis años y ha dicho que el estímulo estará en su mesa de trabajo de forma prioritaria ahora. Durante meses no lo ha considerado así y previamente solo ha propuesto medidas de apenas medio billón de dólares para ayudar a la economía. Los demócratas quieren tres veces más y de hecho la Casa Blanca de Donald Trump también consideraba que era más lo que se necesitaba.

En el Senado, cuya mayoría republicana está en vilo, dada la situación de Georgia, no hay prisa por mandar grandes cantidades de dinero a Nueva York o California, donde hay más incidencia de desempleo y más problemas en las finanzas del estado y municipales. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, no obstante cree que hay un camino abierto al estímulo que pase por transferencias de dinero a los estados y ciudades.

En la anterior crisis la Gran Recesión se comprobó que el camino más corto para salir de la espiral negativa era financiar localmente a las autoridades para que el dinero llegara donde más se necesitara.

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