Ni una más, ni una menos

El mismo Félix Verdejo que llenó de gloria a Puerto Rico desde varios cuadriláteros, sorprendentemente lo llenó de luto, consternación y mucha rabia.

Felix Verdejo se declaro no culpable por el asesinato de Keishla Rodriguez

Crédito: Ricardo Arduengo | AFP / Getty Images

Uno de los crímenes más macabros y horrendos de la historia de Puerto Rico ocurrió hace días cuando un boxeador profesional asesinó a su novia embarazada. Alegadamente, él no deseaba que ese hijo naciera, así que secuestró a la futura madre, la noqueó hasta dejarla inconsciente, le inyectó drogas, ató su cuerpo a unos bloques y la lanzó por un puente para que se ahogara y se hundiera en la laguna; pero encima de todo eso, le disparó desde el puente…

El mismo Félix Verdejo que llenó de gloria a Puerto Rico desde varios cuadriláteros, sorprendentemente lo llenó de luto, consternación y mucha rabia.

Un coraje nacional que se convirtió en “la gota que desbordó la copa” para que todo un país se uniera a poner un alto a los casos de violencia doméstica y feminicidio que siguen creciendo en la Isla y alrededor del mundo. Por más de una semana, cientos salieron a la calle a crear conciencia del problema social y con el lema “Ni una más, ni una menos”, pidieron que la trágica muerte Keishla Rodríguez sea el último caso de una mujer asesinada a manos de su pareja.

Además, exigieron a las autoridades mano dura para quienes amenazan a una fémina. Pero salir a la calle y pedirle a los hombres que respeten a sus parejas no es suficiente para frenar la ola de maltratos y asesinatos de mujeres. Está demostrado que un hombre celoso, machista y abusivo, no se forma de la noche a la mañana, como tampoco puede dejar de ser un maltratador de un día para otro. Así que, decirle a esos hombres “basta ya” no es suficiente.

Es más acertado comenzar por hacer campañas donde “se bombardee”  a las mujeres con información de cómo identificar a un abusador y escapar de su lado, antes de que la relación se convierta en una de maltrato físico o emocional,  y en el peor de los casos acabe con su vida, como sucedió con la hermosa y dulce Keishla.

Ojalá, que cada persona que supo de su trágica historia, jamás olvide su legado: “Ni una más, ni una menos”.


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