COVID: Antivacunas ruegan por la inyección cuando ya están terriblemente enfermos, narra la enfermera que cuidó a Boris Johnson

Jenny McGee pasó 48 horas al lado de la cama del primer ministro británico cuando enfermó de COVID-19. Ahora relata lo que ha vivido en los hospitales con los pacientes que no creían en las vacunas

Boris Johnson

Boris Johnson, el primer ministro británico, ha sido criticado en varias ocasiones por su gestión de la pandemia en general. Crédito: AFP / Getty Images

Jenny McGee fue reconocida por Boris Johnson como la enfermera que le cuidó y le ayudó a salvar su vida cuando enfermó de COVID, pues veló por él durante varios días en la unidad de cuidados intensivos del hospital St. Thomas de Londres. Ahora, McGee narra cómo ha sido testigo de que los pacientes antivacunas ruegan por recibir la inyección cuando “están terriblemente enfermos” y ya es demasiado tarde.

McGee se aseguró “de que me llegaba suficiente oxígeno durante la noche”, reconoció el primer ministro británico cuando abandonó el hospital en abril de 2020. Un año después la sanitaria renunció al National Health Service (NHS) de Reino Unido luego de que el personal recibiera la noticia de un aumento salarial de apenas el 1%.

Nacida en Nueva Zelanda hace 37 años, ahora trabaja en un hospital en la isla caribeña de San Martín, donde sigue atendiendo a enfermos de COVID. “Una de las cosas más desgarradoras que veo aquí y que también he visto en Londres es que los pacientes vienen y dicen: ‘Está bien, dame la vacuna ahora, estoy listo’, y ya es demasiado tarde “, le dijo al NZ Herald.

Las tasas de vacunación contra COVID en el Caribe son bajas, y McGee cree que se debe a la desinformación y al miedo infundado en los posibles efectos secundarios de los fármacos. “Cuando la gente está pidiendo la vacuna en ese momento, es demasiado tarde, no hay nada que una vacuna pueda hacer por ellos. Están terriblemente enfermos con COVID y hay mucho arrepentimiento“, aseguró la sanitaria.

McGee trabajó en la primera línea de atención en Londres durante los momentos más difíciles de la pandemia, por lo que vivió el agotamiento físico y mental que también ha experimentado el personal sanitario en muchas otras partes del mundo. La enfermera confesó que al ver sus imágenes en Londres “me veo terrible, me veo agotada, cansada y exhausta, y hasta que me fui de Londres que me di cuenta del costo que fueron para mí enero y febrero. Iba a trabajar y estaba en piloto automático debido a lo espantoso de lo que estábamos viendo, solo tenías que bloquearlo”.

Además, no puede regresar a su país con sus padres y sus hermanos, pues las fronteras de Nueva Zelanda siguen cerradas a pesar de sus altas tasas de vacunación, circunstancia que también le pesa: “No está bien pasar por todo lo que hemos pasado en los últimos 18 meses y no poder compartir eso con la familia. Creo que esa es la parte más difícil”, finalizó.


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