Para los niños, el daño duradero de un efecto desalentador

Invertir en el bienestar general de un niño es una inversión en la fuerza de nuestra nación

Beneficios SNAP EBT

61,000 neoyorquinos han reportado que sus beneficios han sido blanqueados. Crédito: Justin Sullivan | Getty Images

En 2020, la Casa Blanca de Trump hizo cambios a la “norma de carga pública” dejando a muchas familias inmigrantes con dos opciones: renunciar a servicios como alimentos o atención médica en momentos de necesidad, o vivir con el temor de que sus familias no puedan permanecer juntas en los Estados Unidos.

El impacto fue inmediato y paralizante, ya que miles de familias, tanto inmigrantes como ciudadanos estadounidenses, evitaron los programas que podrían ayudar a alimentar, albergar y cuidar a sus niños. La Casa Blanca de Biden revirtió la regla en 2021, pero el daño ya estaba hecho; las familias seguían confundidas y temerosas de buscar ayuda.

Según una nueva investigación de la coalición Protecting Immigrant Families (PIF), financiada por No Kid Hungry, este “efecto desalentador” ha persistido. En la investigación, tres de cada cuatro familias inmigrantes desconocían que los duros cambios en las reglas de carga pública de la administración anterior fueron derogados a principios de este año.

Y como resultado casi la mitad (46%) de las familias que necesitaban asistencia durante el caos económico de la pandemia de COVID no la solicitaron debido a preocupaciones sobre su estatus migratorio, incluso si eran elegibles para los programas.

He aquí por qué esto es importante. La comida es fundamental en el desarrollo de un niño. Programas como las comidas escolares, comidas de verano y SNAP aseguran que los niños puedan obtener la comida que necesitan, incluso en tiempos difíciles. Sabemos que los niños que pasan hambre tienen más probabilidades de experimentar estrés tóxico, el cual puede afectar el desarrollo de sus cerebros y cuerpos. Es más probable que enfrenten problemas de salud, y les puede ser más difícil aprender y concentrarse en la escuela.

Invertir en el bienestar general de un niño es una inversión en la fuerza de nuestra nación. Cuando los niños pueden prosperar y crecer sanos, educados y fuertes, se les pone en un camino para salir de la pobreza, conduciendo a una mayor movilidad social. Eso es bueno para los niños, pero también es bueno para las familias, las escuelas y las comunidades.

Estos programas también contribuyen a eliminar el estigma y ayudan a generar equidad. Las comidas escolares, como el desayuno, ayudan a todos los niños a comenzar el día con la nutrición que necesitan para aprender, mientras que los programas como Summer EBT brindan una manera equitativa de asegurarse de que las familias tengan la libertad de comprar los alimentos que necesitan, independientemente de la raza o del código postal donde vivan.

Pero estos programas solo funcionan cuando las familias no tienen el temor de acceder a ellos. Más de 1 de cada 4 niños estadounidenses tiene al menos un padre inmigrante. Eso significa que 7.6 millones de niños que son ciudadanos de los Estados Unidos podrían experimentar los efectos dañinos y desalentadores que son el resultado directo de la confusión sobre la norma de carga pública.

Vimos esto en acción durante la pandemia. Las consecuencias de esta política continuaron dañando la salud y el bienestar de millones de niños, contribuyendo al aumento del hambre en las comunidades de color y exacerbando las disparidades preexistentes. Según datos del USDA, más de 1 de cada 5 familias latinas con niños enfrentaron hambre en 2020, un aumento del 28% con respecto a 2019.

No tiene por qué ser así.

Revertir la norma de carga pública fue un primer paso importante, pero no es suficiente. Necesitamos continuar fortaleciendo los programas que ayudan a las familias a alimentar, albergar y vestir a sus hijos en momentos de necesidad. Pero, igualmente importante, las familias necesitan información. Según el estudio, el 50% de los entrevistados dijo que el conocimiento sobre la revocación de la norma de carga pública los hizo más propensos a utilizar programas de redes de seguridad cuando fue necesario. Como nación, debemos redoblar el alcance culturalmente receptivo a las familias inmigrantes elegibles para que tengan información sobre los programas para los que califican.

Es difícil exagerar el impacto que esto puede tener. Cuando nos aseguramos de que todos los niños de nuestra nación estén alimentados, alojados y cuidados, se crea una sociedad más fuerte y equitativa donde los niños y las comunidades prosperan.

Cecibel Henriquez, ejecutiva de la campaña sin fines de lucro, No Kid Hungry (de la organización Share Our Strength).

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