En medio de las balaceras que no se detienen abuelas hispanas de NYC insisten: ¡Vamos a vigilar más a nuestros hijos!

Ante el recrudecimiento de la epidemia de las armas en el mortífero mes de mayo, ahora con el verano a la vuelta de la esquina, tanto las autoridades, como familias de vecindarios más violentos de la Gran Manzana "se alzan" exigiendo más vigilancia, pero no solo de la policía. Piden que los padres también hagan su parte

La dominicana Iselsa Ugalde (a la izquierda) y Rosario Blandón, como miles de neoyorquinos, consideran que es momento que todas las familias controlen más a sus hijos.

La dominicana Iselsa Ugalde (a la izquierda) y Rosario Blandón, como miles de neoyorquinos, consideran que es momento que todas las familias controlen más a sus hijos. Crédito: Fernando Martínez | Impremedia

Mientras Nueva York y todo el país se encuentran en un laberinto de discusiones sobre las fórmulas legales para detener la violencia armada, una expresión sencilla de una abuela hispana que reside en el Alto Manhattan, pareciera resumir parte del detonante de un problema complicado: !Por favor. Vamos a estar más pendientes de lo que hacen nuestros hijos!

Este comentario espontáneo y sentido de la dominicana Iselsa Ugalde, de 80 años, quien crió a tres hijos en Washington Heights en la década de los 70, cuando parte de ese vecindario era un hervidero de violencia y drogas, cobra sentido ante una secuencia de masacres y hechos sangrientos en días recientes, que además han tenido como victimarios a niños, adolescentes y jóvenes.

“Veamos bien lo que pasa. Los mayores delincuentes ahora resultan que son jovencitos de 15 y 16 años que se supone están bajo la tutela de sus padres. Parte de esta tragedia, no es por culpa de la policía, ni de las leyes. Es que algo muy grande está fallando en esas familias”, subrayó emocionada quien asegura cumplió muy bien su tarea de “vigilar” 24 horas los pasos de sus hijos cuando eran menores de edad.

La opinión de Iselsa, madre, abuela y bisabuela, quien salía esta semana de una plegaria de la iglesia Encarnación en la Avenida Saint Nicholas, fue secundada inmediatamente por vecinas y compañeras de culto, que incluyen en sus oraciones diarias una petición especial para que ninguno de sus parientes sean tocados de ninguna forma por la violencia criminal que tanto dolor ha causado a víctimas inocentes.

“Muchas familias están fallando en la educación. Descuidan a los hijos. Yo soy madre soltera y logré levantar a mis hijos en el bien. Los guié para que estudiaran. Pero eso se logra cuando estás encima de ellos”, compartió la nicaragüense Rosario Blandón, quien advierte que tiene pánico de salir a las calles de una ciudad en donde cada día hay noticias “teñidas de sangre”.

La isleña Bernarda Vargas subraya: “¡A los niños hay que revisarle todo, sus teléfonos, sus correos, sus habitaciones!” (Foto: F. Martínez)

“No se les puede permitir privacidad”

La Gran Manzana arriba a los primeros días de calor, en medio de un abismo distinto al de los dos años anteriores, definidos por una crisis de salud pública causada por el COVID-19.

Además del impacto nacional de las matanzas de Buffalo, Ubalde y Tulsa, ya en las últimas semanas en la ciudad de Nueva York, algunos hechos venían mostrando que la posesión de armas en manos de adolescentes, era uno de los factores más comunes en el perfil de la violencia criminal que azota con más fuerza a vecindarios del Alto Manhattan, El Bronx y el norte de Brooklyn.

Y que además se pronostica tome un vuelo más peligroso, como suele ser normal históricamente, en el próximo verano.

Hace un par de semanas, la pequeña Kyhara Tay, de once años, fue asesinada cuando salía de una peluquería en El Bronx por encontrarse accidentalmente en el cruce de una balacera. Y, además, uno de los sospechosos de ese disparo es supuestamente un adolescente de 15 años, involucrado con pandillas que ya fue detenido. El Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York (NYPD) sospecha que la otra persona vinculada con este hecho también se trata de un menor de edad.

De acuerdo con las pesquisas los indiciados estaban buscando a otro menor, de 13 años, para liquidarlo por asuntos vinculados entre bandas criminales.

“Uno reza para que terminen estas tragedias. Uno tiene nietos. Imagínate el dolor de estas familias. Pero por eso estamos en tiempos en los cuales a nuestros niños y adolescentes no se les puede permitir privacidad. Yo soy partidaria que sus padres le revisen sus correos electrónicos, sus teléfonos, sus pertenencias. ¡Todo! ¿Cómo un joven va a tener un rifle y su familia no va a saber”, comentó la también madre y abuela quisqueyana, Bernarda Vargas, residente del Alto Manhattan.

Las opiniones y la angustia compartidas a El Diario por Iselsa, Rosario y Bernarda, no se distancian de algunas reacciones de las mismas autoridades municipales y organizaciones que hacen seguimiento a la violencia criminal, encendidas particularmente por las estadísticas que dan cuenta del ascenso de decomiso de armas en las escuelas en la Gran Manzana.

Casi que en cada esquina de vecindarios de El Bronx y el Alto Manhattan de mayorías hispanas, en estos días de altas temperaturas, la pregunta constante es qué tan violento será este verano. (Foto: F. Martínez)

Proliferación de armas en las escuelas

Los agentes de seguridad escolar de NYPD confiscaron 5,546 armas de varios tipos entre el 13 de septiembre y el final de la semana pasada. Un aumento del 124 % con respecto al año escolar 2018-2019, cuando se confiscaron 2,473.

Veinte de las 5,546 armas eran pistolas, incluidas dos pistolas 9 mm que un estudiante de 15 años llevó a la escuela secundaria ‘York Early College Academy’, en la calle 167, del vecindario Jamaica en Queens, el pasado 18 de mayo.

El pasado mes también encontraron una pistola semiautomática calibre .380 cargada dentro de la mochila de un niño de 13 años, en una escuela secundaria en Brooklyn.

“Estamos pidiendo a los padres que se sienten esta noche y tengan una conversación honesta con sus hijos, para salvar sus vidas”, clamó el mismo alcalde Eric Adams ante la ascendente cantidad de hechos criminales protagonizados por niños en el pasado mes de mayo.

La pequeña de 11 años, Khyara Tai fue una víctima inocente de la violencia armada de NYC. Los supuestos responsables de su deceso, señalados por NYPD, son menores de edad. (Foto: F. Martínez)

“No confíen en nada que le digan”

Aunque los dolorosos tiroteos masivos recientes, han puesto en perspectiva el tema de la delincuencia juvenil, la verdad es que se trata de una “vieja herida”, especialmente en las grandes ciudades.

De acuerdo con un balance divulgado por la Oficina de Justicia Juvenil y Prevención de la Delincuencia del Departamento de Justicia (OJJDP) en 2016, la edad más vulnerable que los jóvenes se unen a una pandilla es alrededor de los 15 años.

“Pero los años de la adolescencia temprana (12 a 14 años de edad) son un momento de mucho riesgo. Aunque es más común que los muchachos se involucren con las pandillas, las niñas también se pueden ver conectadas de alguna manera con grupos delictivos. Los padres deben poner atención en esta edad, incluso a pequeños cambios en el comportamiento”, destaca la Guía para Padres de OJJDP.

Una situación vivida por la puertorriqueña ‘Jacinta’, residente de Harlem,  describe claramente cómo algunos padres podrían estar incluso “inocentes” de las actividades de riesgo de sus hijos.

“Resulta que mi hija de 16 años con todo un futuro por delante, revisando sus cosas le encuentro un arma escondida en la alfombra que estaba debajo de su cama. Yo pensaba que me moría ese día”, contó.

Luego de solicitar ayuda con asesores en la misma escuela secundaria, en donde asistía su hija, la isleña quien decidió mudarse recientemente a Florida, confirmó que la pistola se la estaba escondiendo al papá del “noviecito” que ella tenía en el mismo vecindario. Incluso el muchacho era menor que ella. Tenía 14 años.

“Ella me lo confesó todo. Y se fue contra mi. Sabes cómo son los muchachos cuando se enamoran. Pierden la cabeza. Al final, la saqué de ese infierno. Es muy difícil criar a un muchacho en un vecindario pobre de Nueva York.  Por eso siempre le digo a mis hermanas. No confíes en nada que te digan. !Revisa!”, sentenció ‘Jacinta’.

David Cava es presidente de la organización ‘Bronx se levanta de las armas’. (Foto: F. Martínez)

“Poder dinero y respeto”

En este sentido, el presidente de la organización ‘Bronx se levanta de las armas’ (Brag), David Cava, se une a la tesis de que la violencia armada debe ser abordada como una crisis de salud pública. Y, justamente en esta oleada de 2022, todas las familias deben estar “doblemente comprometidas” a involucrarse a enfrentar este mal, desde varios frentes.

Fui parte de pandillas, cuando era un chamaco en los años 70. Esos grupos de delincuentes te invitan supuestamente a un mundo de poder, dinero y respeto. Y el acceso a estar tentando a esa oferta es lo que debemos romper. Y allí invitamos a participar a todos en las comunidades. No es solo un asunto de la policía”, interpreta uno de los activistas del modelo de “Cure Violence”, que crea programas de interrupción de hechos criminales en las áreas más vulnerables de la ciudad.

David pasó por todas las circunstancias dolorosas que padecen quienes por diferentes motivos inician una carrera delictiva: Desde la cárcel hasta sufrir el asesinato de su hermano.

“Estamos superando una pandemia que encerró a millones de personas y les generó muchas dificultades emocionales, financieras y de adicciones. Por eso Nueva York ahora vive esta nueva epidemia repotenciada. Les recuerdo a los padres que la Ciudad tiene programas para ayudarlos. No ignore  ningún cambio de sus niños”, recomendó el portavoz de Brag.

“Nunca los dejé salir”

La dominicana ‘Luisa Vallejo’, de 50 años, vino de la isla hace 15 años con sus hijos adolescentes de 12 y 15 años, a la calle 174 y St Nicholas. Por los consejos de sus familiares, no permitió que ni se acercaran a la esquina.

“Esto está rodeado de refugios para desamparados, drogas y de todo. Nosotros hemos visto muchos que han terminado en Rikers Island o con récord criminales siendo unos niños. Hoy que mis muchachos crecieron, me agradecen que les puse mano dura. A veces te da tristeza ver a las madres de niños drogándose. A veces sus padres son delincuentes y tienen vínculos con las pandillas. ¿Qué puedes esperar?”, contó la inmigrante asegura vive angustiada por sus dos nietos.

El pasado mes de enero, 17 presuntos miembros de tres pandillas rivales que se unieron para formar una súper pandilla conocida como YPF, enfrentan un total de 118 cargos, incluyendo asesinatos, posesión de armas y otros delitos relacionados con tiroteos que se calcula en 14 víctimas, incluyendo cuatro asesinatos.

Lo relevante de esta acción, llevada a cabo por la Fiscalía General de Nueva York y NYPD, es que los supuestos delincuentes involucrados en la agrupación criminal, tenían entre 14 y 20 años.

Hay recursos para ayudar a los padres:

¿Tiene hijos adolescentes?: ¡Encienda estas alarmas!

La Guía para Padres de OJJDP sugiere a las familias prestar mucha atención a los siguientes comportamientos, para encender las alarmas sobre la eventual relación de sus hijos adolescentes con pandillas o actividades delictivas:

  • Evitan las actividades familiares.
  • Rendimiento académico deficiente y disminución de la asistencia escolar.
  • Comportamiento desafiante o confrontacional, tal como replicar en forma insolente, abuso verbal, proferir insultos y falta de respeto para la autoridad de los padres. 
  • Quedarse en la calle hasta tarde sin ninguna razón. 
  • Un deseo inusual de mantener sus asuntos secretos. 
  • Preocupación excesiva por la seguridad: constantemente examina entornos de peligros. Actitudes negativas repentinas acerca de la policía o adultos en posiciones de autoridad (funcionarios escolares o maestros). 
  • Cambio de actitud sobre la escuela, la iglesia u otras actividades normales o cambio en el comportamiento cuando asiste a estas actividades. 
  • Cambios drásticos en el estilo personal. Apartarse de viejos amigos y formar alianzas con nuevos grupos. 
  • Sospecha de uso de drogas, como el alcohol, inhalantes y narcóticos. 
  • La posesión de armas de fuego, municiones y otras armas. 
  • Lesiones físicas no accidentales (tales como evidencia de haber sido golpeado o lesiones a las manos y los nudillos causada por peleas). 
  • Efectivo/dinero o bienes sin explicación lógica sobre su origen, como ropa, juegos de vídeo o joyería.

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