Una subvariante de ómicron que no podemos ignorar

A estas alturas ya debimos haber interiorizado que tenemos que aprender a vivir con el coronavirus rondando en cada esquina. Sin embargo, eso no implica que debamos descuidarnos.

Al contrario, la nueva subvariante de ómicron, llamada BA.5, nos pone de nuevo los pies sobre la tierra al mostrar que su grado de contagio nos dirige a un repunte de casos a nivel nacional.

La BA.5 es la responsable del 65% de los casos de Covid-19 y –según los expertos- podría aumentar las infecciones en las próximas semanas. De hecho ya se observa incluso un incremento en las hospitalizaciones por las complicaciones en ciertos pacientes.

Para enfrentar esta nueva subvariante, las autoridades federales de salud conminaron a la población en general –particularmente mayores de 50 años– a vacunarse o ponerse el segundo refuerzo de la vacuna contra la enfermedad para evitar casos graves.

Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) actualmente se registran un promedio de 300 a 500 muertes diarias por coronavirus. Y es que por inverosímil que parezca todavía hay 27 millones de personas en el país que ni siquiera se han puesto la primera dosis de la vacuna. Y en cuanto a la inoculación con el segundo refuerzo solo un 34% de las personas mayores de 65 años se lo han administrado.

Es necesario que la población en general tome en cuenta que pasados los 6 meses de haberse puesto la vacuna, el organismo empieza a perder inmunidad. Y para colmo de males estudios recientes muestran que la actual ola de Covid-19 pone de manifiesto un riesgo elevado de reinfección con ómicron porque puede evadir la inmunidad existente.

Todo estos factores deben llevarnos a reflexionar sobre la urgente necesidad de vacunarnos o colocarnos las dosis de refuerzo. No hay excusas, incluso ya en el país se ha aprobado el uso del Novavax, otro suero para personas mayores de 18 años en adelante.

Estados Unidos no puede seguir engrosando la cifra de ser el país con más muertes por Covid-19 (1,021,307 fallecidos hasta el martes pasado). La población tiene que cooperar. No podemos dar un paso adelante y dos atrás en la lucha contra esta epidemia. Hay que echar mano de la vacuna y los tratamientos disponibles.

Debemos tomar en cuenta lo disruptivo que puede resultar si cedemos a una ola de contagio sin freno tanto para la salud individual como colectiva.

Las vacunas ayudan a prevenir que la enfermedad sea grave y los hospitales colapsen. Está en nuestras manos minimizar los estragos.